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domingo, 30 de octubre de 2011

GOYA Y GAZA

GOYA Y GAZA

Estas Navidades estuve viendo la exposición  “Goya y el Mundo Moderno”. Pensar en Goya y en parte de su obra artística es penetrar en el lado oscuro del ser humano. En una gradación progresiva, tal vez muy meditada, se pasa del retrato y la vida cotidiana al enigmático universo de “los Disparates”

Crecen las ramas del miedo. Polifemo el bobo, toca las castañuelas, siguiendo el canto de los difuntos. Cabalga su memoria a lomos de un oso alado, enfurecido y ciego.
No hay tregua en la barbarie de monstruos deformes, que gritan a la noche, más oscura que el fango de las alcantarillas.
Procesiones de sacos fantasmales, contienen un hálito de horrores.
Rostros, tan imposibles como una pesadilla amable.
Hasta la fiesta tiene semblantes desencajados. Siempre es de noche cuando los locos vuelan y torvos frailes señalan con el dedo el camino invisible hacia el infierno
La voz hueca de un cráneo anuncia que la siembra de muerte está madura.
Recoge a borbotones el estertor oscuro de los que ya no vuelven.

Pasando por lo grotesco, se adentra uno en el espacio de la violencia y, junto a Goya aparecen Otto Dix y las trincheras de la Primera Guerra Mundial con sus espectros más espeluznantes de lo que supuso el comienzo de una era, la de la muerte en masa. Gas y metralla unidos. El cartel de Heartfield muestra una hiena gigantesca sobre una pila de cadáveres y un título que pone los pelos de punta: “Guerra y cadáveres, la última esperanza de los ricos”. La visión de Castelao sobre la barbarie humana impresiona hasta el extremo en su dibujo titulado “no fondo do mar”. Acompañando, aparece la Madonna de Munch, a cuya vera vemos lo que podría ser un niño somalí, que la contempla en su desperezarse.
El triunfo de la muerte sobre una multitud carnavalesca de Ensor es otra imagen en la que otro genio se detiene a plasmar los imprecisos límites de la locura humana colectiva.
Después nos acercamos a la visión que Picasso, Dalí y Miró despliegan sobre la guerra civil, para pasar luego a Saura, Millares, Bacon y a una última imagen de un invierno impreciso, pero gélido que completa ese viaje visual a la cara habitualmente oculta de los seres humanos.

A la mañana siguiente, sin abrir siquiera el diario, en primera página, leo que en Gaza ya se cuentan más de doscientos muertos, en el primer ataque de otros que vendrán a multiplicarlos. Sigue la era del gas y de la muerte en masa., Hay quien dice que la desproporción de la respuesta israelí a los cohetes de Hamás no se debe calificar así, es adecuada a la mayor capacidad de sufrimiento del pueblo palestino. Menos mal que quien lo dice es un intelectual moderado.
Otro intelectual. Apelidado Gluskman dice que dada la situación es lógico que Israel emplee a fondo su arsenal.
No tengo duda de que Hamás no alberga buenas intenciones con respecto a Israel, ni que haya provocado en lo que le toca, esta situación, pero Israel lleva pasándose por el forro mucho tiempo las resoluciones de la ONU, construyendo muros cada vez más altos, controlando el agua y los recursos de sus vecinos, en definitiva construyendo la mayor macro cárcel que existe hoy en día. Y está claro que el desafío no lo lanza solo a los palestinos, sino a toda la comunidad mundial, cuando bombardea escuelas con ese armamento que tan generosamente le dispensa su amigo americano  y que incluye en el muestrario bombas de racimo y de fósforo.

Gluskman parece sugerir, que la rematadera sería acusar a los judíos de genocidio, pero la verdad, llevan camino de cometer la misma locura que provocó su intento de exterminio.
No se puede combatir el terrorismo con otro terrorismo aún mayor en el que las víctimas inocentes acaban siendo el principal objetivo.
Israel ya no puede seguir yendo de víctima, cuando se ha convertido en verdugo del pueblo palestino y aplica con él parecidos métodos a los que los nazis usaron en su día con ellos. 

Mirones profesionales

Mirones profesionales

No otra cosa son los fotógrafos. Gracias a ellos nos quedan testimonios que de no ser recogidos por alguien, serían materia de lectura y ya se sabe lo que vale una imagen frente a la palabra escrita.

Robert Capa, uno de los grandes cronistas de la Guerra Civil Española, no solo nos dejó las instantáneas del miliciano republicano muerto en combate, quizá las más famosas de ese periodo  de su producción. Tuvo ojos también para retratar la inocencia infantil, la alegría que guarda la amistad, los momentos de amor que, como islotes en el mar, son un remanso para la esperanza de que la guerra también tiene su fin.
El moriría en el empeño de mostrar al mundo las aristas mortales de otra guerra. El nunca se limitaba a mirar por la mirilla y esta frase que el mismo se aplicaba sirvió para encontrar un final acorde:  Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente.

Esa misma premisa llevaría a una muerte prematura a otros reporteros  como Miguel Gil que murió de disparos, casi a bocajarro, en Sierra Leona, hace más de ocho años. Demoró más que otros su deseo de seguir mirando.

José Couso y Ricardo Ortega murieron por al serles aplicados ese término tan en boga hoy en día, porque nunca se sabe donde está tu asesino. Me refiero al “Fuego Amigo”. Vaya término que se han inventado. Parece que en él va implícita la no intencionalidad, cuando al caso de Couso solo le falta la nocturnidad, ya que la alevosía está meridianamente clara.

Quizá es lo que tiene querer mirar y querer ser los ojos de otros muchos, a los que nos cuesta dejar de ser analfabetos en eso de la solidaridad y el interés por lo que pase a miles de kilómetros.



John Carlin nos dice en un artículo sobre Kevin Carter , el reportero que fotografió a la niña sudanesa vigilada por un buitre al acecho:
“La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión
Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.
No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.
Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.
El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club, reporteros que durante años habían fotografiado con el, la violencia del Apartheid en Sudáfrica.
En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza (Sudáfrica). Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.
El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa.
Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor…
El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.”

viernes, 21 de octubre de 2011

Los escalones de la picardía

Los escalones de la picardía
Aparte de aludir, en plural a una prenda femenina, sugerente y ligera, la palabra picardía se aplica  con benevolencia referida a los niños o a los simples, que están convencidos de poder engañar a alguien abierta e ingenuamente, sin pizca de malicia.
Casi siempre esconde cierta simpatía por el tipo de pícaro que hay detrás, y el acto de ejercer la picardía no pasa de ser una travesura, una trastada o trastería, una tunantada, una  pillería o una jangada, acometidas con simpleza, cuquería, disimulo e incluso, cierta astucia y sagacidad. La picardía resulta de esta forma una cualidad no solo comprensible, sino capaz de proporcionar divertimento, sin encerrar maldad, ni daño ajeno en el hecho de ponerla en práctica. Habría que añadir la desvergüenza, entendida como la falta de ella a la hora de contar historias picantes sin pudor y sin afán de herir. A veces basta con decir que la persona en cuestión es un enredador, un descarado o un fresco.
La mala intención casi no existe en estos casos y tiene por objeto la pura diversión o sacar un provecho que no redunda en perjuicio de otra persona. Buena muestra serían las pequeñas mentiras o invenciones con las que los niños intentan zafarse de alguna reprimenda, las astucias de los estudiantes para copiar en los exámenes o las fantasías que los pedigüeños urden para sacar alguna moneda que no les sacará de pobres.
En un escalón ligeramente superior estarían los trileros y aquellos comerciantes que, incurriendo en un delito leve, engañan en el peso de la mercancía, haciéndolo a menudo. Aquí el intento de sacar provecho material es evidente. Ya no se ejerce la picardía por amor al arte, ni para salir del paso. Dentro de los sinónimos que incluye la palabra pícaro (menos benevolente que picardía), cuadraría el de bribones que  se traduce como personas que estafan y roban, con lo que podemos estar seguros de la abundancia de ellos a día de hoy.
Bribonzuelo aún se aplica a los niños sin ninguna acritud, como pillastre o granujilla. La palabra pillo o granuja, aplicadas a personas adultas reviste cierta gravedad. Recuerdo que en algunos tebeos de los años sesenta, como Roberto Alcázar y Pedrín, siempre se empleaba el término “pillos” para designar a los malos.
A partir de estos términos referidos a los pícaros, si navegamos en el mundo de la delincuencia, podemos echar mano de otros sinónimos nada simpáticos, que designan un tipo de pícaro cada vez más detestable. Ser un villano incluye la capacidad de cometer acciones innobles y aunque también fue una palabra que aparecía en los comics de hace tiempo (sobre todo en los de los personajes de Marvel), no tiene apenas aplicación.
Si al pícaro le añadimos astucia podemos obtener un pájaro de cuenta, un perillán, un canalla, un sinvergüenza, un marrullero, alguien con el colmillo retorcido o con más conchas que un galápago, un jesuita que sabe algo más que latín, un chalán de cualquier trato y que sabe más que Lepe, un listo que campa a sus anchas, un zorro que se pone las botas mientras haya gallinas a las que desplumar. Nos vamos acercando a esos personajes tan de moda, con pocos escrúpulos, a los que les gusta actuar a lo grande, incluyendo en sus estafas a mucha gente. En esta categoría me arriesgo a incluir desde Roldán, el pícaro fugado y forrado, que siguió una tradición  nunca desterrada en nuestro país, pero convertida en delito con la democracia, pasando por Mario Conde, Villalonga y Camacho, el de Gestcartera. Villalonga fue el primero en nuestro país de quien se hizo público el cobro supermillonario por el hecho de dejar su puesto como presidente de telefónica. Un cobro enmascarado en el término stock options, algo que se debe recordar ahora que se piensa en abaratar los despidos, reduciendo el número de días a pagar por año trabajado. Villalonga no solo no acabó en la cárcel, sino que fue fichado por una empresa norteamericana de comunicación, algo que también hizo un tal Jaume Matas, cuando en su feudo de Baleares empezaron a soplar vientos adversos.
Pero seguimos con el escalafón de pícaros delincuentes. Si añadimos la vileza, estamos añadiendo un punto de mayor desprecio hacia el pícaro en cuestión quien actúa con maldad, falsedad, cobardía y no le importa que sus acciones puedan tener como resultado la muerte de inocentes. El, para algunos, simpático Jesús Gil, ya difunto, participaría de todos los adjetivos antedichos, incluido el último. Comenzó a ser famoso como un constructor, cuyas obras en los Ángeles de San Rafael provocaron la muerte por derrumbamiento de varias personas. Y pagó más bien poco a la justicia, antes de convertirse en un hampón, ejemplo de lo que había de venir. Convirtió en casi normal lo canallesco. Fue un granuja consentido en los medios televisivos y radiofónicos, un rufián metido a político, que alcanzó a tener su feudo, incluidos vasallos y mesnadas. No podía llamarse de otra forma su partido, Gil y Gil. Su mayor triunfo fue vencer después de muerto, pues su filosofía rateril, tabernaria, autoritaria y mezquina quedó plantada como un árbol con fruto, tan podrido como la propia semilla, sembrada por aquel tripero, amigo de vestir gayumbos y guayabera.
Pareciera que no es posible picar más alto, sin embargo constato que aparte del, por fin retirado, presidente de los USA, permanece en activo alguien que a todo lo anterior añade la ruindad, es decir falsedad, hipocresía y traición, lo que convierte al personaje en un ser despreciable y mezquino. Don Silvio parece aspirar a ese puesto, después de haber recorrido los otros escalones de la picardía entendida en su sentido más amplio. Su último objetivo es hacer leyes a su medida y saltarse a la torera el sistema democrático del país que gobierna. Nunca le interesó un pimiento la salud de Eluana. Sin embargo, es capaz de ejercer como señor de la vida y la muerte, impidiendo que una petición, apoyada por la justicia italiana, para que Eluana ponga fin a su muerte en vida, sea legalmente ejecutada. Busca el aplauso de otros pícaros que absuelven a los negadores de holocaustos y se atribuyen el poder de negar la libertad del ser humano a la hora de elegir su propio destino. Por otra parte sus bromas sobre hundir pateras a cañonazos, seguidas de proclamas que han inducido a perseguir a los gitanos de Italia y a poner en peligro la vida de muchos de ellos, es algo que nos acerca la sombra abyecta del racismo fascista. A Berlusconi solo le falta un ejército de camisas negras y cambiar su uniforme de banquero por uno militar, para parecerse definitivamente a Don Benito, Mussolini, se entiende.
La abyección es el último escalón de la picaresca desalmada, la que carece de entrañas, a la que pertenecen los dictadores y asesinos de masas. Viven en el mundo actual y parecen estar infinitamente lejos. En realidad están aquí mismo, a tiro de piedra. Se llaman Obiang o Mugabe, como antes se llamaron Pinochet, Videla, Franco, Mussolini o Hitler.
Solo deseo que pícaros así desaparezcan de la faz de la tierra, que no vuelva ninguno parecido a ser engendrado y que nadie tenga ni remoto intención de emularlos.

CAMBIOS DE CHAQUETA

CAMBIOS DE CHAQUETA

Hay mudanzas que no se entienden si no hay pasta de por medio. Me refiero a los cambios de chaqueta que se producen de la noche a la mañana, por tener qué perder o qué ganar.
Fue un proceso que se vivió a mansalva en el advenimiento de la democracia. Demócratas de toda la vida decían antiguos franquistas, de si mismos.
Mas tarde los hubo y los sigue habiendo de todo signo, aunque el más sonado llegó a ser el Tamayazo, que le vino de perlas a Esperanza Aguirre. Aunque, como dice el dicho: “No hablemos de lobos….”

Sin embargo, los casos que más me llaman la atención son los de algunos intelectos, con el eje un poco descentrado. Hay quien, como Luis Racionero, sesentayochista él, que acabó, discretamente eso si, en brazos del conservadurismo más ajeno a sus orígenes ácratas. Tal vez un día cambie su apellido por el de Rancionero.
Pero hay otros, menos discretos ellos, que han llegado a hacer profesión de fe de su majadería. Uno es Jiménez Losantos, que habiéndose alejado de las filas del marxismo, ha alcanzado las más altas cotas del cretinismo. El otro es Sanchez Dragó, que aún proclama su acracia, aunque se halle en la cumbre del filibusterismo.

Mi reino no es de este mundo

Mi reino no es de este mundo



Para decir lo que dice, el papa Benedicto, estaría muy bien sin salir del Vaticano, sentado cómodamente en su butaca, dedicándose a hablar de teología y de cuestiones de culto, en las cuales es inocuo el hecho de su infalibilidad.
En mi opinión es casi tan delictivo decir que el preservativo contribuye a extender más el sida, como negar el holocausto. Al fin y al cabo éste sucedió hace más de sesenta años, pero aquel, el holocausto del sida, está ocurriendo ahora y en África afecta a más de veinte millones de personas, que si se han infectado es, entre otras cosas, por no haber usado profilácticos que impidieran la propagación del virus.
Si él como sacerdote hizo voto de castidad está bien que lo cumpla, pero a los demás que no les de la vara, sin haber limpiado su propia casa en el tema de la pederastia.
Hay quien reconoce  a Benedicto XVI, públicamente como un personaje inteligente. Imagino que tendrá que serlo para haber llegado a donde está. Pero pienso que utiliza la inteligencia más para sembrar la discordia que para fomentar la concordia.
Su alejamiento de la realidad le ha llevado a querer resucitar las misas en latín, en ellas el oficiante da la espalda a los fieles, como ignorándolos, lo mismo que se ignora a los vivos enfermos que pueden ser curados por la ciencia. Habla de asesinatos en cualquier caso de aborto, sin distinguir, ni excluir caso alguno. Por cierto que la campaña antiabortista financiada en realidad con dinero público, pues este constituye la mayor fuente de ingresos de la iglesia española, es pura demagogia barata y falaz.

ES UNA GAITA

ES UNA GAITA
La gaita de vivir en un lugar hermoso es ver como sus rincones se transforman y se afean por la mano del hombre. Ese proceso se acelera algunas veces o simplemente afecta a los lugares habituales por los que uno pasea. Son caminos estrechos que se ensanchan para poder meter el tractor cien metros más y de paso vallar sus bordes, tras cortar los quejigos que proporcionaban al sendero un cierto aire escondido que deja de existir. Son sotos en los que el criterio para devastar su arbolado no está nada claro y se cargan preciosos ejemplares que contribuían a crear rincones apetecibles para detenerse un rato, sentarse y disfrutar de la acogedora sombra y de la vista que, ahora, ha dejado paso a un aspecto general de ruina. Entre la broza, las ramas y los tocones pegados a la tierra se quedan los bidones de plástico que contenían el gasoil, afeando más si cabe el desolador paraje. Son escombreras que crecen junto al río en las que no se disimulan las basuras de todo tipo. Muestran hasta que punto estamos faltos de una verdadera educación que nos lleve a respetar el medio.
La belleza en el paisaje es algo subjetivo. Hay quien ama sumergirse entre los rascacielos de una jungla urbana, lo mismo que hay quien gusta de perderse en la penumbra de bosques solitarios, donde los ruidos cotidianos y la presencia humana son solo un eco impreciso en la memoria, que ni siquiera aflora cuando nos atrapan con su magia de musgos, líquenes, olores y fragancias que la naturaleza ha tardado tanto en crear.
Hoy es muy fácil con una Caterpilar de grueso calibre arrasar un pinar en cuatro días. Dejar cicatrices feas como demonios en lugares donde el hábitat llevaba decenas o centenares de años sin tocar. Pienso que el derecho de propiedad y la arbitrariedad de hacer las cosas de cualquier manera por el hecho de poseer un pedazo de tierra, un camino más o menos privado, es más sagrado en la práctica que las leyes que protegen los ríos, los senderos y los parajes de los que algunos disfrutamos. También, desde luego, mucho más sagrado que el sentido común.
No soy, ni puedo ser optimista en cuanto al futuro que nos depara el planeta, cuando veo bien cerca la alegría con la que seguimos emporcando y destrozando el paisaje inmediato, tanto el considerado público como el privado. 

BARRICADAS

BARRICADAS
No son tiempos de construir barricadas, al menos en esta parte del mundo, donde tanto material sobra para amontonar en escombreras y basureros y cada uno va, más que nunca, a la suya. Sin embargo en lugares en los que no se recicla oficialmente el plástico, ni el vidrio y en los que multitud de desheredados se buscan la vida para sacarle rédito al desperdicio de los más opulentos, las barricadas pueden llegar a convertirse en pan de cada día.
Me dejó perplejo la noticia de los muros que van a circundar las favelas de Río de Janeiro, con el pretexto de proteger la naturaleza que rodea estas colmenas habitadas por los desarrapados de esa inmensa urbe.
Después de caído el muro de Berlín, vuelven a estar en boga nuevos muros de la vergüenza, construidos por el miedo al terrorismo o a la delincuencia. ¿Qué harán una vez construidos? ¿Utilizar la vigilancia vía satélite para luego arremeter quirúrgicamente, como les gusta decir, contra los focos de rebelión o delincuencia?
Contra la mirada que viene de arriba, ¿que barricada utilizar sino es la misma tierra? Eso era lo que hacían los combatientes norvietnamitas para huir de los efectos devastadores del NAPALM  en vastas superficies que ardían al instante. ¿Tendrán que excavar túneles los habitantes de las favelas y también los palestinos (conejillos de indias desde hace tiempo de este amurallamiento perverso) para escapar al férreo control de los hacedores de muros? ¿Será el comienzo de la búsqueda de un nuevo hábitat camino del centro de la tierra para escapar a esos artilugios que detectan el calor de los cuerpos en superficie y pueden acabar con ellos sin errar un milímetro el disparo?
Se va construyendo día a día la ciencia ficción, que deja de serlo a medida que a la maldad del terrorismo se opone una maldad bendecida por las urnas y los presupuestos de defensa. Siempre ha sido la guerra un laboratorio de tecnología que se aplica no virtualmente, sino a la brava, con todo el realismo posible contra sociedades con poca capacidad de respuesta, como la de los palestinos, o algunos países africanos.
Nunca debiera ser tarde para el diálogo, pero da cierto vértigo pensar que en parte ha sido el integrismo estadounidense, aún no superado del todo, el que ha contribuido al desplazamiento de los talibanes a un país aún menos inocuo que Afganistán. La noticia de que los Talibanes se encuentran a unos centenares de kms de Islamabad, la capital de Pakistán, y de que están imponiendo la ley musulmana en los estados del noroeste del país, no es un buen augurio para alcanzar una próxima paz.
Antaño los que no tenían artillería contundente, oponían a ella las barricadas, construidas con todo tipo de materiales tras los que poder parapetarse. Estas eran destruidas por aquella con relativa rapidez y sin duda, con eficacia. Habrá que hilar muy fino en el futuro para que los que se han sentido agraviados por la prepotencia de las armas muy superiores, no se sientan tentados a usarlas si, ojala nunca suceda, cayesen en sus manos. 

domingo, 16 de octubre de 2011

EMPEZAR Y NO ACABAR

EMPEZAR Y NO ACABAR
Aquel famoso “váyase señor González” supuso un buen comienzo para un partido que llevaba catorce años sin mojar a gran escala. A fuerza de ser cansino y ayudado por grandes escándalos que habían protagonizado algunos miembros del partido en el poder, como el caso Roldán y los Gal, acabaría por obtener la victoria en las elecciones de 1996. De los siguientes ocho años los cuatro primeros debieron echarse una novia bilingüe, por la que se tuvieron que dejar, necesariamente, engatusar en su idioma. Luego no les hizo falta ninguna estrategia para seguir  gobernando a sus anchas, con una mayoría absoluta que les hizo enseñar su verdadera faz autoritaria y soberbia. Por más Prestiges que emporcasen las playas y más aviones que se cayesen de forma escandalosa, la dimisión no figuraba, ni figura a día de hoy en su diccionario, salvo el honroso caso de Pimentel, quien dejó la política y hoy regenta una editorial en Córdoba.
Da grima ver como sigue moviendo los hilos el sobrado Trillo, quien ha estado por encima del bien y del mal a pesar de sus grandiosas meteduras de pata y responsabilidades no asumidas en el caso del Yak 42.
Frustrados por el fracaso de su estrategia de mentir, lejos de rectificar, después del 2004 se pusieron de acuerdo en entonar todos juntos aquello de “ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras” y se montaron la película de la conspiración, en la que siguen insistiendo, ahora por otros motivos, pero con un fin muy parecido, esconder sus miserias y derribar a su adversario a cualquier precio.
No veo diferencias entre la prédica cansina de Aznar contra González y la culpabilización a Zapatero de todos los males que nos acometen a los ciudadanos y los que les acometen a los miembros de su partido.
Es cierto que tanto la Fiscalía, como algunos de los más altos tribunales están politizados en exceso y hace tiempo que en diferentes episodios han dado muestra de parcialidad, tanto en legislaturas del PP como del PSOE, además de disputas vergonzosas para ver quien alcanza la mayor cuota de poder en dichas instituciones. También los medios de comunicación se avienen a ser voceros de unos o de otros y la lían parda.
Pero a pesar de todo eso que pone en entredicho la forma de ejercer la democracia de uno y otro partido y  su respeto escrupuloso de la separación de poderes, está claro que la estrategia del PP es “a grandes males grandes remedios”. A la escenificación dramática de su unidad frente  a los que les atacan sin razón, unen ahora la estrategia de echar a paladas la propia mierda, que les salpica en el caso Gurtel y otros, en el ventilador, a ver si les pringa a los demás. Así, todos emporcados, pero siendo al partido en el poder a quien le toca gestionar la crisis económica, al PP le bastará con recordar una y otra vez el desastre que supone el paro y la subida de impuestos, además de poner en entredicho a jueces y policía, para pensar que van en el camino correcto para alcanzar de nuevo el poder.
Corre un chiste por Internet en el que un personaje comenta a otro:
“De Cospedal dice que estamos en un estado policial que lleva al gobierno a utilizar el aparato del Estado contra ellos” y otro personaje le contesta: “Ostras el mismo mensaje que Batasuna”.
Difama que algo queda. Aunque no resulte convincente ni siquiera el timbre de voz de la Cospedal. Mientras tanto imagino que los medios afilarán sus lápices para seguir tomando partido y dando carnaza para los debates políticos que ocupan ya el mismo espacio televisivo que los asuntos de la Belén Esteban. En el mismo plató te sirven una y otra basura en el mismo programa, entre interminables tandas de anuncios (cosa obligada porque quien paga manda).
Mientras tanto al padre putativo del invento este de la conspiración y del pressing al contrario, don José Mari Ansar, no tendrá dudas a la hora de admitir lo justo que resulta que su “amigo y señor” el magnate Murdoch, le suba el sueldo más de un cuatro por cien (uno de los varios que tiene) mientras los demás andamos con el culo prieto a ver si así no nos congelan el salario o no nos despiden. Hasta ahora las soluciones a la crisis son un fiasco, pero no hay que olvidar que a los aspirantes no se les ha escapado ni una sola propuesta y que de estar en sus manos no serían los más necesitados los tenidos en cuenta.
Les pediría a unos y otros que dejasen de dar por el saco, al menos en verano. Que pacten una tregua en todo el mes de agosto porque estoy convencido de que están contribuyendo con su inquina y su mala leche a que se acentúe el calentamiento global y quien sabe si a que el riesgo de incendios se dispare más de lo que hasta ahora era habitual. 

SER INVISIBLE

SER INVISIBLE

La invisibilidad ha sido tema de novelas. Tanto Julio Verne como H.G. Welles escribieron sobre ello.
Sabemos que la posibilidad de ser invisibles es una de las quimeras sobre las que los humanos especulan y ni siquiera esos aviones “invisibles”, que el ejército americano posee, lo son en realidad. Han de volar de noche y estar cubiertos de una pintura negra especial para no ser detectados por los radares enemigos.
Para ser invisible sería necesario no estar en posesión de un teléfono móvil y mucho menos llevarlo encima, quizá por eso Bin Laden, el más invisible de los humanos, hasta el momento, decidió no utilizarlo para no ser localizado, volviendo al boca a boca o al correo en mano como medios más seguros para no ser detectados
La guerra de Afganistán demostró que ni siquiera ciertas cuevas eran un seguro de invisibilidad frente a esas armas, cuyos blancos son descubiertos por el calor que despiden sus cuerpos. Tal vez para eludirlas habría que tener sangre de reptil.

Fuera de estas reflexiones, no sé si me gustaría ser invisible. Es un tópico que tanto hombres como mujeres se hacen invisibles a partir de cierta edad en lo que  se refiere a la atracción sexual que despiden. Si a esta circunstancia se añade la invisibilidad más total, el resultado sería penoso, a no ser que nos conformásemos con ser atravesados en plena calle por mujeres hermosas, que cruzarían nuestros cuerpos transparentes sin siquiera saberlo. Sería desesperante, algo así como estar muertos en vida.
Si a eso añadimos la mudez en la voz, que quedaría de atractivo en ser invisibles.

Si en esa circunstancia tuviéramos la capacidad de mover objetos, de usarlos como cualquier persona normal, no podríamos tener un trabajo normal, ni cobrar por él.
Podríamos dedicarnos a gastar bromas todo el tiempo o tal vez a impartir justicia según nuestro criterio subjetivo, lo cual abriría unas expectativas 

MIRADAS

MIRADAS



La mirada abre al mundo lo que el alma esconde.
Si difícil es disfrazar, al hablar, las emociones, las sacudidas interiores que experimenta el ser humano, más lo es hurtarlas al mirar a los ojos de alguien.

“Mírame a los  ojos cuando te hablo” se le dice a aquel del que sospechamos escuda tras los párpados la verdad que queremos descubrir.
“Has de mirar de frente a la vida”, decimos a alguien que no afronta las cosas como son o siempre busca excusas para no actuar ante situaciones que lo exigen.

Hay miradas que matan o hieren, aunque no lo hagan de forma litaral y sangrante.
Hay miradas perdidas que jamás vuelven a encontrar el querido sujeto que vuelva a darles vida.
Hay miradas limpias, de niños, que miran todo como si lo estrenasen.
Hay miradas turbias de odio, que tienen mal remedio, miradas de embriaguez que parpadean, lanzadas al vacío de rostros que no albergará, pasado el tiempo, la memoria.
Hay miradas obscenas, por encima del hombro o también por debajo del ombligo.
Miradas que escudriñan con la torpeza de la miopía o la alevosía persistente del inquisidor.

“Mírame y no me toques” dice, sin despegar los labios la modelo, la porcelana china o el cuadro que se exhibe en un museo.
Estar en el punto de mira, solo a veces puede tener que ver con la mirada. Otras muchas acaba teniendo que ver con la desgracia de ser el fatal blanco de un disparo, de un despido o una violación.
“Mirad”, proclama el prócer con su mano extendida apuntando a los astros, mientras la multitud galvanizada mira el dedo y no lo que señala.


Mirón no siempre fue un cotilla.
El mirador ni nos mira ni nos ve, aunque su sonido y la hechura de sus letras nos confundan.
La mirada se posa y en vano esperamos que levante el vuelo como si fuera una paloma.
La mirada se clava, aunque sean delicados y redondos nuestros ojos.
Se lanza la mirada y se recoge al igual que hacemos con la caña de pescar.
Una mirada dulce no contiene azúcar, pero se saborea con todos los sentidos y mucho más despacio.
Ojalá que los hombres se devorasen solo con la mirada.
Las miras, cuanto más altas más daño hacen al caer.
Detener la mirada no tiene connotaciones policiales.
Cuando tiendo la mirada no le pongo pinzas.
Atraer las miradas no significa coleccionar ojos.
La frases “andar con cien ojos” o  “ser todo ojos” parecen  ocurrencias de Dalí
Mirar con el rabillo del ojo es una forma sexual leve de mirar con él.
En las aduanas miran más las manos que los ojos de los aduaneros, sin que estos sean ciegos.
Una mirada de perro cazador acecha, la de un policía fisgonea, escruta y fulmina. La de un embaucador camela.
Ser pobre de solemnidad, más que no tener un duro es no tener a quien devolver la mirada.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El Destino

El Destino


Nunca he creído en la predeterminación de los calvinistas, pero la libertad del hombre tampoco es tal si pienso que uno no puede elegir donde nacer, ni  entre quien hacerlo. El nacimiento marca parte de nuestro destino. Hay quien habla de forjarse o labrarse un destino, otorgando co-protagonismo a la voluntad humana.
Hay quien lo busca en las estrellas, como si el  plano de figuras trazadas en el cielo encerrase la verdad de lo que somos o seremos y solo podemos esperar que se vaya cumpliendo inexorablemente.
La palabra destino entendida como devenir siempre  ha contenido, para mí, una determinación ajena al hombre, que le supera. Solamente cuando la oía en las estaciones  perdía ese halo de fatalidad que parece envolverla, significando algo que flota sobre nuestras cabezas, siempre a punto de alcanzarnos, de caer sobre nosotros como un peso de alto tonelaje, presto a aplastarnos.
Oía aquello de tren expreso procedente de Barcelona con destino a Coruña o Almería y evocaba en mí el inocuo transcurrir nocturno de viajeros cansados y sonámbulos camino de un destino más allá del alba.
No está claro sin embargo que el ejercicio de nuestra libertad sea ajeno a nuestro propio destino.
Decía William Shakespeareel destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. Estamos, sin duda, limitados por el lugar en que nacemos, la posición social, el afecto que recibimos. Pero hay quien es capaz de transformar unas malas cartas en un buen juego.
Bethoven, yendo más allá expresaba con convicción la fe en su propia voluntad y en su carácter al decir: “me apoderaré del destino, agarrándolo por el cuello. No me dominará”
De forma parecida, aunque no tan contundente, Neruda expresaba la validez del hombre enfrentado al destino y decía: “Yo creía que la ruta pasaba por el hombre y que de allí tenía que salir el destino”
John Milton, el poeta inglés decía: “No creo en la necesidad, ni en la casualidad, mi voluntad es el destino”.
También el escritor italiano Giovanni Papini mostraba como las cualidades del hombre contaban a la hora de cumplirse el destino y dejó escrito: “El destino no reina sin la complicidad  secreta del instinto y de la voluntad”.

Sin embargo no hay unanimidad en considerar que el hombre pueda guiar las riendas de su destino y hay quien se ha expresado de manera más fatalista.
Decía el fabulista Jean de la Fontaine:” A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo”. Como aquel que huyendo del encuentro con la muerte, ignoraba que esta le esperaba en la ciudad donde pretendía esconderse.
El poeta romántico, Lord Byron, que murió luchando en Grecia por su independencia dijo sobre el destino: “luchar contra él sería un combate como el del manojo de espigas que quisiera resistirse a la hoz”
El escritor griego Esquilo de Eleusis dejó dicho:” Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su destino”
Albert Einstein, ese viejo simpático que nos saca su lengua en los posters escribió: “Tendremos el destino que no hayamos merecido”.
Sin duda todas estas frases forman parte del significado de algo tan enigmático como es el destino.
De todas las frases que he encontrado son estas las que más me transmiten la idea de que libertad y destino no son incompatibles o que, el destino no significa necesariamente Fatalidad.
La primera del viajero y geógrafo Humboldt dice así: “La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino”.
La última del escritor Goethe nos dice: ”A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea y sabemos que así será”.

CARDIOPATÍA

CARDIOPATÍA


Corazón nada has de añorar
en esta isla lejana.
Corazón nada hasta la playa

Amigos míos, si me permitís saldremos a la calle a observar como la rueda de la fortuna trata a ese músculo vital que es el corazón.
Es ingobernable se dice, cuando nos decidimos a vivir una pasión, la que sea.
Pero ¿cuantas pasiones se cruzan en los pasos de cebra, en los andenes, en los grandes mercados y plazas?
Son innumerables.
Van y vienen.
Y a veces chocan o se interfieren entre sí.

Y si salimos a la carretera o a los cinturones, se cruzan además a toda leche, salvo en el ir y venir al trabajo  y en los grandes atascos de los puentes.
 La lentitud del tráfico y la exasperación por llegar, dispara nuestra adrenalina.
Allí se juntan los que salen y entran, los que van y vienen, los que no pueden dejar de salir ni siquiera en domingo y los despistados que cruzan en tránsito.

El maremagno habitual e irremediable.

Y cuando nos preguntan, respondemos:

¿Yo?  ¿Del corazón? nada. 

UN DIA PERFECTO

UN DIA PERFECTO

No creo en los días perfectos. En todo caso para acercarse a serlo, de ellos debería estar desterrado el reloj, el mayor incordio inventado por el hombre.
No dudo de su utilidad, pero tampoco de su cualidad de instrumento de tortura, asociado a la necesidad de un trabajo medido inexorablemente por los círculos que describen sus agujas.
Un día placentero para mí sería, desde luego, un día sin trabajo, en el que levantarse cuando el cuerpo lo pida. Para muchos sería no levantarse en todo el día.
Sin embargo, surge la primera disyuntiva si pienso que es un día de verano, en una playa que puedo pasear de madrugada y ver su amanecer sin gente, cuando solo algún barco de pesca sale del puerto o regresa hacia él, antes de que los bañistas abarroten la arena.
Tras el agradable paseo, solo o acompañado, volver a casa con pan tierno y croisan. Lo de llevar el periódico, no lo tengo claro, pues las noticias, no siempre son un buen ingrediente para acompañar al desayuno. Como aún es temprano sería opcional, antes o después de desayunar, volver a la cama y hacer el amor sin prisa alguna ( se da por sabido que no hay niños cerca que nos reclamen o rompan la magia del momento)
Tras levantarse, un largo baño y después de salir a la calle, tomar un vermú en algún chiringuito cercano al puerto y después comer en un restaurante con vistas al mar.
Si estoy en un lugar de montaña, lo de ver amanecer puede esperar y elegiría la opción de gozar de la cama más tiempo, a no ser que desee subir a algún pico. En este caso se requiere esfuerzo, cosa que para muchos está reñida con la perfección, ya que se suele sudar de forma algo menos placentera que en la otra opción.
Un paseo por un bosque de hayas o a la orilla de un río, sería el prólogo perfecto a una buena comida en algún restaurante con vistas a la Peña o las tres Sorores, por ejemplo.
Para mí la siesta no es algo necesario. A ser posible la comida  no debiera ser pesada, para no provocar ese sopor que tanto invade a muchos y les obliga a una buena cabezada hasta media tarde. Yo prefiero pasear de nuevo.
En una ciudad sin mar, pasaría la tarde en una plaza (la plaza mayor de Madrid o la de Salamanca), viendo pasar la gente, ante unas cervezas. En la playa me daría un baño antes de caer el sol, cuando la temperatura del agua se ha dulcificado y no hay tantos bañistas. Aunque lo mejor sería en una cala solitaria, en la que secarse con los últimos rayos del sol. También es un momento propicio para el amor.
En la montaña, siendo temporada, disfrutaría buscando setas, que degustaría a la plancha a la hora de cenar.
Aún saldríamos a contemplar el mar de noche mientras disfrutamos de un café, acompañado de una charla entre amigos.
Unos bailes en algún pueblo en fiestas, podría ser un buen colofón para un día, que nunca, a pesar de disfrutarlo, sería perfecto, pues quien sabe...


¿Cómo sería un día perfecto para un vagabundo? Tal vez sería no estar obligado a levantarse y dormitar al sol, sin la necesidad de buscarse la vida por un día. También que la temperatura fuera la ideal para estar todo el tiempo a la intemperie y sentirse como en casa.
Para un africano del sahel tener a mano el agua y la comida y no tener que gastar energía en procurársela.
Para un preso, dejar de serlo durante ese día. Lo demás correría por cuenta de su imaginación
Para un monje de clausura no puedo siquiera imaginarlo.
Para un niño, jugar hasta caer rendido a mil cosas distintas.

viernes, 7 de octubre de 2011

Las dos primeras fotos son de un ramal del Ara emtre Aínsa y Boltaña y la tercera del Cinca entre Aínsa y Labuerda. En veinte años no los había visto así.



FELICIANO

FELICIANO

Feliciano se decía a sí mismo “soy de una generación que creció con la fe como una asignatura obligatoria de la vida. Nos bautizaban sin haber cumplido el mes, sin pedirnos permiso para verter el agua fría sobre nuestra cabeza, que siempre nos provocaba el llanto. Luego venía la comunión, para la que había que ejercitar la memoria y aprender fórmulas de fe del catecismo, que se recitaban de corrido como la lista de los reyes godos.
Después ya estabas obligado a acudir al ritual de la misa una vez por semana y cumplir los preceptos de todo buen cristiano”.

Llegué a creer que dios era un anciano barbudo que miraba con su gran ojo a través del triángulo, como si fuera un satélite que alcanzase a vigilar a todo el mundo. Un día me dije: ” si es así el dios que nos dibujan en los libros y en los catecismos o es un plasta o es el cotilla mayor de universo”.
Claro que esa labor, la de vigilar, según nos explicaban, la delegaba en el ángel de la guarda. Al parecer había uno para cada creyente. Éste, sin embargo, no evitaba las cuqueras cuando hacíamos guerras a pedradas ni los golpes al saltar las tapias y los setos.
Se preguntaba Feliciano ¿Será tal vez que nos duermen con cuentos para no maldecir nuestra suerte de mortales?
Si la vida es un misterio y a cada uno le depara una suerte distinta, porqué la respuesta ha de ser la misma para todos?
Me parece muy bien que cada uno crea lo que quiera, pero lo que no entiendo es el afán que tienen algunas religiones de ser universales, de invadir el espacio de otras y tratar de demostrar que son la única verdadera.

Feliciano hacia repaso de las guerras en las que la fe se había puesto por bandera y llegaba a la conclusión de que había sido causa de grandes violencias y mortandades. Cristianos contra musulmanes, cristianos contra judíos, católicos contra protestantes, anglicanos contra puritanos, musulmanes contra judíos... Una larga lista de conflictos provocados por la intolerancia religiosa.
Feliciano estaba convencido de que eso de la fe religiosa era algo íntimo, de lo que uno no debía alardear y menos aún imponer a los demás. No entendía el empeño de que en las escuelas e institutos fuese una enseñanza obligatoria y constase además en el historial de los alumnos.
Tampoco entendía eso de que los profesores de religión estuviesen pagados por el estado, es decir por todos los contribuyentes, mientras a la par eran elegidos por los obispos. Ahora estos ponían el grito en el cielo ante la posibilidad de que las diferentes confesiones estuviesen en igualdad de condiciones y seguían en sus trece sobre la conveniencia de seguir impartiendo doctrina en las aulas, públicas y privadas.
¿Cuánta gente debe pensar que si el Papa es infalible en materia de fe, porqué no lo va a ser cuando habla de los preservativos o de lo inconveniente que resulta el matrimonio entre personas del mismo sexo?
Se preguntaba Feliciano

Siempre concluía sus silenciosos monólogos, planteándose ¿Porqué no dejarán en paz a todo el mundo? Finalmente pensaba que los jerarcas de la Iglesia, como los actores, se deben a su público y como en la televisión, también debían funcionar y casi ser decisivos, los índices de audiencia. Seguramente muchos de los oyentes esperarían que a estas alturas no se cambiaría ni una coma de un guión de siglos, lo mismo en materia de fe que en asuntos de la vida común de los mortales, como si en ese tiempo la historia de los hombres se hubiese congelado.

EL RÍO

EL RÍO

Los ríos son las venas de la tierra, por ellos fluye el agua como lo hace la sangre por nuestro cuerpo.
Desde siempre la vida de los seres humanos ha estado ligada a las corrientes que surgen de la roca, se alimentan de la lluvia y van creciendo hasta llegar al mar que los acoge definitivamente.
Las grandes civilizaciones surgieron a las orillas de grandes ríos. Egipto fue posible por el don del Nilo, cuyas fuentes fueron, quizá, el enigma oculto que más tardaría en ser desvelado, un mito que hoy se estanca en la gran presa de Asuán, sin dejar ya a su paso, aguas abajo, el limo fértil que aseguraba las cosechas en los tiempos remotos.
El Río Amarillo que atraviesa China pronto estará estancado en la presa de las Tres Gargantas. Su construcción ha desplazado a casi dos millones de personas. Aseguran que con ella se acabarán las riadas que en épocas pasadas provocaron miles de muertos, también que será además de la muralla China, la más visible de las obras humanas en el planeta tierra, con sus seiscientos kilómetros de largo.
                                                                                                   
Se habla hace tiempo de que las guerras del futuro lo serán por el agua. En el presente ya hay ejemplos. Israel además del territorio controla las corrientes y los pozos de agua frente a los palestinos, en un territorio especialmente seco. Hay quien ha conjeturado que el control de Irak no es solo por el petróleo, sino también por el agua de sus ríos, el Tigris y el Eufrates. Egipto puede considerar causa de guerra la construcción de grandes embalses aguas arriba del Nilo.
En el sahel africano y en lugares como Etiopía ir a buscar el agua es un trabajo de horas, que consume el tiempo, vital para la supervivencia, pues la falta de lluvias y la desertización galopante provocan las hambrunas atroces que diezman cada tanto a sus poblaciones.
El lago Chad, uno de los grandes lagos de África se está secando, como le ocurre desde hace décadas al mar de Aral. En ambos casos tiene mucho que ver el agua que se roba a sus ríos para cultivos que consumen demasiada agua.
Resulta difícil ponerse en situación, cuando a nuestro alrededor parece sobrar el agua.

Cuando oigo decir que el agua del Ebro se desperdicia al llegar al mar, pienso en esos lugares y también en el Mediterráneo, el Mare Nostrum, recorrido por Ulises de extremo a extremo, cuando ningún río estaba regulado y respiraba con el libre fluir del agua, desde el norte y el sur, con aguas de deshielo de los Alpes y los Pirineos, con el rojo limo aportado por el Nilo.
Si los ríos dejasen de aportar al mar la mayor parte de su agua ¿que consecuencias tendría sobre la existencia misma de la vida en él?

Oigo hablar a políticos del agua como si se tratase de una mercancía privada y es para echarse a temblar cuando se adivina cual será el destino de gran parte de esa agua. En el caso del tan traido y llevado Trasvase  del Ebro, no solo se dejaban de lado los efectos que produciría sobre el delta, sino que se han acallado los negocios reales en torno al agua que se hacen en algunas zonas de Levante, como campos de golf, parques temáticos como el de Terra Mítica, idea, hoy en quiebra, del locuaz Zaplana y operaciones urbanísticas en una zona saturada, donde, de forma inconcebible, sus propios ríos se maltratan. El Segura, principal río murciano, es uno de los más contaminados de Europa. En la provincia de Almería se han sobreexplotado los acuíferos de la costa y hace tiempo que se agotaron. (Caso de los agricultores de las Alpujarras)
¿No sería más sensato sanear las cabeceras de los ríos en esas zonas, reforestar allí donde haga falta y recurrir a la desalación para todo lo que no sea agua de boca?

Aragón  es una tierra que  sabe de desierto, pues el de los Monegros está al lado mismo del Ebro. ¿Cuánto ha contribuido el hombre a crearlo?

lunes, 3 de octubre de 2011

EL CAVA NO SE ACABA

EL CAVA NO SE ACABA
                                                               Diciembre de 2005

He oído que, incluso aquí, se sigue la consigna del boicot a la espuma catalana.

Me parece extraño que alguien pueda atender el dictado de los cantamañanas.

No lo es tanto, si pienso que quien lo hace no ha leído la Constitución ni el Estatuto y va tras las palabras de los iracundos agoreros igual que, a un amo, sigue su noble bruto.

Quien nunca se manifestó contra la guerra lo hace hoy contra las bodas gays o a favor de imponer la religión en los colegios.
Muchos de los que se oponían a que hubiera una constitución, hoy la tienen de estandarte, como un libro sagrado del que no se han de cambiar, ni siquiera las comas, aunque no se cumpla, de ella, algo tan esencial como el derecho a una vivienda o a tener un trabajo digno.
Es más importante mirarse en el espejo, con las fauces abiertas y ensayar los rugidos, por ver como queda la imagen  de oposición demoledora y persistente.

También es importante asegurar, que hechos pasados, pero recientes, con procesos judiciales aún abiertos son, en realidad, la prehistoria. Volver sobre ellos es deslealtad, cuando no traición. Una palabra que han comenzado a utilizar también los que hoy gobiernan.

Brindaré por la desaparición total del comercio  de armas, por muy legal y legítimo que sea, lo haga quien lo haga.

Sería fácil reconvertir las fábricas de armamento para hacer algo útil en ellas, por ejemplo emplearlas en la elaboración de bombas hidráulicas para abrir pozos en el Sahel.

Pero en esto si hay acuerdo, el negocio es el negoci.

Quiero brindar aquí por la cordura, porque cada uno diga lo que piensa sin enseñar los dientes, ni morder. Brindaré por el fin de los maltratos, sea por la violencia de cualquier género o por la tortura, por el fin de la pena de muerte, porque se haga justicia con los países pobres, a los que se sigue hundiendo en la miseria con la agricultura subvencionada, por un mundo más limpio de contaminación, porque en vez de seguir destruyendo los bosques tropicales, se proteja su existencia y la de los pueblos que allí habitan.

Brindaré también porque la prosperidad futura del Sobrarbe no consista en el crecimiento desmesurado de urbanizaciones y se aclare por fin el futuro de los pueblos afectados por el proyecto de pantano en Jánovas. Brindaré finalmente porque todos los pueblos acaben de tener servicios mínimos y dignos, incluyendo las Bellostas, Puimorcat, Gerbe, Bergua y demás.

Brindaré con vino, me da igual que sea Somontano, Rioja, Priorato o Jerez, Jumilla, Valdepeñas, Ribera del Duero o Ribeiro, sidra asturiana o la del Gaiteiro y hasta puedo brindar con chacolí. ¿Cómo no hacerlo también con cava catalán?

Quizá los que proponen el boicot beban champán francés habitualmente. Aún así estoy seguro que si es de gratis beberán cava catalán en la intimidad.

sábado, 1 de octubre de 2011

EN HARINA ELECTORAL

EN HARINA ELECTORAL

A pesar de lo que falta para el 20N, andan los contendientes metidos en harina desde hace semanas, con la misma fiereza que llevan mostrando desde hace años.
A pesar de la impotencia de otros dirigentes en solucionar esta crisis global, provocada por el alegre endeudamiento de particulares y administraciones en gastos muy superiores a lo que contenían nuestros bolsillos, la culpa, según los del pepé solo  la tiene un actor protagonista, Zapatero. Hoy nadie duda ya de su ineptitud como vaticinador, ni de que su optimismo infantiloide sobre la posición de España en el top ten de las economías era un maldito espejismo sobre el que más le habría valido no decir absolutamente nada. Pero no creamos que era más realista el “España va bien” de Jose Mari, quien estimuló la burbuja inmobiliaria como nadie y se cebó con unas privatizaciones de  que de nuevo amenazan seriamente con arrasar lo público.

Sigo sin explicarme como ha podido sobrevivir en política alguien tan ignorante, autoritaria y manipuladora como la señora  Esperanza Aguirre. Su ataque frontal a la enseñanza pública y a los profesores y maestros de toda España (no solo a los de su comunidad) no se puede admitir en alguien que ha sido ministra de Educación. Me da igual que pretenda rectificar, el mal ya está hecho y lo ha provocado alguien que debiera saber mejor que nadie el trabajo que desarrollan los profesionales de la enseñanza y el horario al que están sometidos. Lo mismo ella que sus subordinados se especializan en la manipulación del lenguaje y reconvierten sus más feroces ataques en una imagen de víctimas atacadas por el socialismo y el sindicalismo, llamando salvajes a huelgas legítimas que su política de ordeno y mando han propiciado.
Mientras recorta ochenta millones de euros a la enseñanza publica, aumenta en noventa las subvenciones a la concertada. Para ella la educación o es un negocio o no será, y lo mismo está ocurriendo con la sanidad. Quiere que la educación vuelva a ser cosa de pocos y de pocos que se la puedan pagar. Por cierto que, habiéndose sabido parte de lo que ganan y los bienes que tienen algunos dirigentes políticos, de lo que ella gana no se tiene  idea alguna. Si es cosa vieja y sabida, que en sus decisiones políticas favorece siempre que puede a su familia carnal, una vieja tradición que sigue cumpliendo con escrupulosa fidelidad. Su primer mandato como presidenta ya sabemos que fue el producto de un pucherazo transfuguista, pero nunca me he explicado (tal vez sea  algo paranormal) como ha podido repetir en su mandato semejante personaje.

Hay otro asunto que a mí me ronda desde que sé que lo del bipartidismo es una realidad inamovible, y es que harán con el ente público llamado televisión cuando vuelvan a tener el control político los populares. ¿Lo que ocurrió hace unos días fue un adelanto? Lo realmente grave es que también los de otros grupos apoyaron la censura previa, propuesta por una miembro del Consejo perteneciente al PP.
Todos nos acordamos de Urdaci, la voz de su amo, que como perro fiel siempre informó al dictado. ¿Ese intento de atentado a la libertad de expresión es solo un anticipo de lo que va a ser la televisión pública si los populares se ven con las manos libres para usarla a su conveniencia?. Curiosamente estos últimos meses se han dedicado a denostar y poner en duda la independencia de los periodistas de la televisión pública, quizá porque así se animarán más a hacer limpieza, empezando por los o las periodistas que hacen preguntas incómodas a sus dirigentes. Todo ello a pesar de que tanto telemadrid como el canal nueve valenciano tienen un férreo control por parte de los gobiernos autonómicos
¿Se producirá un desembarco de los intereconómicos en el ente público, volverán los Urdaci y los Sainz de Buruaga para asegurar la desinformación en la televisión pública?
No lo sé, pero ya queda muy poco para desvelar este y otros misterios, que en realidad no lo son, porque si de algo estoy seguro es de que sigue existiendo esa mentalidad de que ejercer el poder para algunos es lo mismo que poseer un coto privado en el que hacer y deshacer con la bendición dichosa de las urnas.

EL PELIGRO DE METERSE EN LA HARINA INFORMATIVA

Este texto es de este pasado mes de septiembre y ha sido leído en el programa de "La Máquina de Escribir" que hacemos en Radio Sobrarbe.

EL PELIGRO DE METERSE EN LA HARINA INFORMATIVA

El comienzo de septiembre es para mí como el final de la hibernación para los osos o las marmotas. Mi actividad cerebral parece despertar con la bajada del calor. Algunas vagas imágenes e ideas que flotaban en la duermevela del verano, comienzan a adquirir la misma nitidez que el limpio horizonte de los días del fin de la estación.
Libia envuelta entre la niebla de los bombardeos y escondida tras el cristal tintado de la desinformación, emerge con todo el horror de las vendettas, los ajustes de cuentas y el descontrol de las bandas armadas que campan a sus anchas. Junto a ello, las potencias que han vuelto a disfrazar su intervención con la máscara humanitaria, se reparten sin pudor el control de los pozos de petróleo. Es el reflejo de lo ocurrido antes en Somalia, Afganistán, Irak… A río revuelto ganancia de pescadores. La idea depredadora prevalece siempre, cuando los actos más violentos de una guerra abierta dejan paso al día a día, con más horror si cabe, salpicado de muertes por bombas en mercados y mezquitas o por errores colaterales de tropas extranjeras, que siempre acaban con víctimas civiles e inocentes.
¡Cuánto hemos aprendido desde el once de septiembre sobre las guerras preventivas y sobre el terrorismo de todo signo! La atribución del atentado de las torres gemelas a Al-Qaeda o a cualquier otro grupo parece ser una minucia frente a los réditos que ha reportado a las empresas que viven de aprovecharse del caos y la destrucción que crean las guerras. Informar verazmente sobre ellas se convierte en un ejercicio cada vez más peligroso para los pocos periodistas que escapan del control mediático al que están sujetos los medios de comunicación. Se convierten en objetivo a batir, no solo los que intentan contar la verdad sobre el terreno, sino también los que pretenden desenmascarar las mentiras que difunden los grandes medios por mandato de instancias superiores, políticas y sobre todo empresariales, que cada vez son más la misma cosa.

Septiermbre de 2011

UTOPÍA

UTOPÍA





Aquel lugar parecía estar fuera del mundo, quizá fuera el producto de mi imaginación, pero fue el único en el que me hubiera quedado para siempre sin dudarlo un instante.

Al salir de casa, en lugar del tráfico habitual, el estruendoso atasco matutino, me encontré con millares de ciclistas ocupando la mitad de la calzada. El resto eran autobuses públicos, taxis y algunos utilitarios debidamente autorizados a circular, según me enteré luego.
Entré a desayunar en un bar. La televisión estaba encendida y en ella departían unos políticos entre los que se sentaban un albañil, un ama de casa, un emigrante, un vagabundo, un pescador reconvertido, un homosexual y un minero de la cuenca turolense.
Pregunté al camarero por el canal en el que aparecían las imágenes y me dijo que era el de titularidad pública. Cada día invitaban a gente cogida al azar y sacaban a la luz su vida y sus deseos.
Cada uno se expresaba con entera libertad. Los políticos no eran de esos que llaman primeros espadas, sino concejales o alcaldes y alguaciles de pueblos y ciudades, a los que solo invitaban si tenían algo interesante que aportar. En la televisión no estaba permitido hacer propaganda política de ningún signo. Aunque alguna vez invitaban a algún cura, mulá o pope, siempre era a título de personas y no de símbolos. Si intentaban impartir doctrina se les invitaba amablemente a abandonar el plató.

Más tarde supe que la programación  la decidía una asamblea, en la que estaban representadas gentes de la calle, de toda la geografía del país.

Hacía mucho tiempo que se había puesto coto a la invasión de cine americano, el cual tenía asignado una cuota de emisión, no mayor que el de producción india, china o nigeriana. Al parecer había dejado de existir el monopolio y la obligación de adquirir paquetes  de películas por los “huevos de la mercadotecnia”.

Salí de nuevo a la calle y noté el aire limpio, respirable. La gente iba al trabajo a ritmo de paseo, sin prisas ni agobios. Claro que seguían existiendo los horarios (la perfección se había considerado, por el momento, inalcanzable).

La gente podía alegar como motivo de retraso en su puesto, la necesidad de mantener una conversación con un amigo triste. Esto regía para trabajos que se podían dejar para más tarde, que, la verdad, no eran muchos.

Empecé a presentir que había viajado en el tiempo a un lugar vagamente familiar, pero desconocido o que estaba inmerso en un sueño del que no podía despertar a voluntad.

Pregunté a alguien uniformado qué donde me encontraba, a riesgo de parecer un enfermo senil o un demente. Su contestación fue muy amable. Me dijo: se encuentra usted en Desirópolis, un lugar virtual pero real como puede comprobar. Y sin formular otra pregunta me contó algo de lo que encerraba aquel placentero lugar.

-En esta tierra se ha abolido el beneficio. Hay empresas y bancos, pero a todos se les controla por igual en sus ganancias y en sus inversiones. Se han suprimido las empresas de armas y ni siquiera yo, agente del orden, voy armado. A todos se nos educa para ser felices y hacer que los demás lo sean. No competimos por ver quien tiene o es más que el de al lado. El éxito consiste en la armonía.

-Pero de donde yo vengo…

-Sé de donde vienes. También vengo de allí. Un mundo hostil, en el que se enseña que el hombre es su primer enemigo. De ahí la guerra. Ahora ya no existen las fronteras. Los hombres han perdido el miedo al mestizaje. No hay lugar en la tierra para el hambre. Allí donde sobra, enseguida se reparte. Nos volcamos unos con otros si ocurre una catástrofe inesperada e inevitable. Así son los terremotos o la erupción de los volcanes.

Limitamos de forma voluntaria nuestra especie por convicción, no por imposición. Hemos curado los lugares heridos del planeta. No esquilmamos los bosques y hemos vuelto a la vida muchos de los que desaparecieron hace tiempo. Renunciamos a viajar al espacio, mientras no se hiciese justicia a este planeta. Ya no derrochamos el poco petróleo que aún queda. Buscamos con verdadera fe nuevas energías, que no nos envenenen. Ha habido que suprimir ciertas industrias. El consumo de papel se ha reducido al mínimo. Para algo ha de servir la tecnología.

En África las guerras acabaron, se pudo con el sida, sus terribles tiranos se extinguieron y ya pueden vivir de sus materias primas. Ya no emigran en masa, pues en su tierra hallan lo necesario para vivir con toda dignidad.

Se ha podido parar el avance del desierto, Se han salvado de desaparecer los pigmeos y también los bosquimanos. Y lo mismo ha ocurrido con los indios de la Amazonía. Hoy son ellos los que cuidan el bosque y lo mantienen.

El proyecto del ALCA fue un mal sueño. Al final la cordura venció a la usura y la rapiña.

Se extinguieron aquellos organismos al servicio exclusivo de los ricos como el Banco Mundial y el FMI. Hoy solo existe una única asamblea de países y todos participan por igual, sin vetos ni mandangas.

Todos los que conocimos el pasado, respiramos con alivio. No solo nos salvamos sino que pudimos restañar las heridas del globo y llegar a construir Desirópolis, la última de las utopías posible.

Las palabras del hombre quedaron como un eco, rebotando en los rincones de mi cráneo. Su imagen se fue diluyendo como si solo fuese un reflejo en la corriente.

Me despertó el estruendo de la amanecida, el intenso clamor de un nuevo día. Una atmósfera limpia me envolvía. Tuve la certeza de que allí fuera, más allá del umbral de mi casa, muchos más compartían aquel sueño y al abrir las ventanas invadiría el aire. Una semilla nueva, capaz de germinar sobre el asfalto.