En este plano de Tarragona aparece cómo era su estructura urbana en la época romana. Destacan, en la parte más alta el Foro, separado del resto de la ciudad por el circo (Hoy en fase de volver a descubrirse, ya que estaba totalmente cubierto por construcciones posteriores) En la parte baja había otro foro y muy cerca el teatro, a dos pasos del puerto. Junto a la muralla se encontraba el anfiteatro, edificio que hoy en día se encuentra en bastante buen estado.
Una vez en Tarragona, lo primero que me llama la atención es la Torre de los Monges, pasado el anfiteatro romano.
La ciudad medieval, enclavada en la Parte Alta, ya disponía de las murallas romanas. Por lo tanto, sólo fue necesaria su reparación y mantenimiento. Únicamente se tuvo que reconstruir el cierre meridional. Es "el Muro Viejo", del siglo XII, que se conserva parcialmente en las calles Ferrers y Enrajolat y en el cual destacan las torres de Morenes y de Arandes, que protegían el portal de Olivera, al principio de la calle Major. En el siglo XIV se amplió el recinto amurallado hasta el área del antiguo circo romano con la construcción de la "Muralleta", parcialmente visible junto a las bóvedas de San Hermenegildo. Estaba reforzada con varias torres, pero sólo se conservan las de las Monjas y la de Tintoré.
Es un gusto pasear por las calles del casco viejo de Tarragona. A pesar de la hora, la sombra que proyectan los altos edificios permite transitar por ellas sin demasiado agobio a comienzos de una tarde de verano.
Parte de la catedral se adivina tras los balcones, las farolas y la ropa tendida sobre las viejas calles.
Desde la sombreada calle surge una portalada de aspecto románico iluminada por el sol.
Uno de los costados de la catedral, construida en la parte alta de la vieja Tarraco.
El claustro de la catedral
Una cúpula barroca, oblonga, en el interior de la catedral.
El cimborrio de la luminosa catedral
Una bella imagen de pintura gótica que ocupa uno de los muros de la catedral.
El cimborrio octogonal proyecta hacia el interior su esplendorosa luz
El sepulcro del arzobispo don Juan de Aragón, obra del siglo XIV, realizada en mármol y de estilo italianizante
Artesonado de la sala del Tesoro
Algunos de los arcos ojivales del claustro tienen óculos con celosías geométricas de gran interés. Es un edificio relativamente austero, pero con detalles decorativos de gran belleza.
La portada de Tarragona siempre ha tenido para mí ese aspecto de obra inacabada que, en parte, le otorga el interés de ser única y muy reconocible.
La virgen del parteluz es de una gran belleza, aunque sufre los rigores del tiempo y de la erosión, que van minando la pureza de líneas del rostro.
Las golondrinas siguen teniendo su cobijo entre las arquivoltas ojivales que les sirven de resguardo