AMIGOS-ENEMIGOS
La amistad suele durar más que el amor.
Cuando alguien se enamora y surge el conflicto, tras la fase álgida del enamoramiento, es más difícil que sobreviva y deje, al menos el poso de la amistad como resultado de la ruptura. Se ve a diario el fracaso de las relaciones familiares y de pareja, que acaban en un desastre de reproches, rivalidades, celos, suspicacias, cuando no directamente, en violencia doméstica. Ésta, una vez que aparece, suele derivar en tragedia anunciada.
La amistad aparece ligada a personajes literarios como Aquiles, quien llora amargamente la muerte de Patroclo y estalla en venganza.
La lealtad de Sancho hacia Don Quijote es una muestra de la amistad que va creciendo, hasta aunar a los dos personajes en el empeño de “desfacer entuertos” y cambiar el mundo injusto por otro, más acorde con los ideales que el buen Alonso transporta a lomos de Rocinante.
Si hablamos de amistades a lo grande, entre países, sabemos que siempre, hasta ahora, han sido temporales. Los países amigos reciben el nombre de aliados y las alianzas no han sido eternas en la historia precisamente.
El interés por alcanzar un objetivo de dominio hizo aliado a Estados Unidos de Bin Laden y los talibanes. También de Sadam en su lucha contra Irán.
Estos, solo son ejemplo de conveniencia y utilización mutua por pura estrategia.
En política internacional se juega con diferentes bazas y, en algunas, no parece importar que el amigo sea, temporalmente, el que luego vuelva la mano contra ti.
La amistad que prevalece es la desinteresada, que surge, sin que haya una razón explícita y cuantificable. Nace una corriente de simpatía mutua inexplicable, que crece con el roce y se convierte en algo íntimo, sentido por igual entre los que la experimentan.
Entre amigos, a veces, sobran las palabras, pero hay que alimentar la relación, aunque sea con guiños distantes, con cartas, con mensajes que recuerden que permanece viva, que no ha sido barrida por la desidia y el olvido.
No hace falta tener muchos amigos, pero sí tenerlos buenos, saber que están ahí cuando necesitamos su presencia y su estímulo.
La amistad, para serlo, debe estar a salvo del mercantilismo.
No hay nada que esperar, aunque esperemos todo de un amigo.
No hay nada que exigir, aunque pensemos que la amistad obliga.
La amistad no puede nacer de otro seno que el de la libertad.