En el teatro griego, dioses y humanos hablan de tú a tú, intercambian papeles, o se abisman en el amor y el odio aunque, solo los humanos acaban por pagar con su vida, la traición, el despecho o la pasión desenfrenada. Frente a la tragedia, donde las deidades se salen con la suya, manejando los hilos de la acción, la comedia solo atañe al ingenio y la torpeza de los seres humanos.
La risa, el llanto, el miedo, la soberbia, los celos; un retrato cercano y descarnado bajo máscaras inmóviles, tras las que cada espectador se reconoce. Pero todo transcurre en la ficción. La muerte es un espectro recordado, pero ausente.
Los romanos llevaron la guerra al escenario. La sangre de personas y animales, alimentó la sed de masas despiadadas que, a distancia, ejercían parte de su derecho a convertirse en asesinos, sin empuñar la espada, solo el grito o el silencio cómplices. Pan y circo y una horda inacabable que los reclame siempre. Mientras no falten uno y otro, se borrará la sangre y el abuso, como si se extirpase la memoria, en el clamor anónimo, que reclama la muerte de un gladiador esclavo o una indefensa víctima, letal para la pervivencia del estado.
Tiempo después, cuando reinaba un dios terrible, la justicia de sus representantes en la tierra, abarrotó las plazas para ver las hogueras arder y, dentro de ellas, nuevas víctimas de un orden implacable contra los disidentes, incrédulos o no. La Inquisición llegó a hacer de la muerte el espectáculo de mayor audiencia.
La guerra, no obstante, siempre ha sido, sin duda, el mayor espectáculo, en un juego sin reglas ni tramoyas fingidas, donde los escenarios saltan por los aires. A su pesar, actores, las víctimas huyen como un enjambre de la trama central. Bajo el humo se escapan de una muerte segura a otra más lenta, en tanto que la guerra no concluye.
Al teatro sucedieron las luchas de gladiadores y las carreras de cuadrigas, luego se llenarían los estadios y los campos de fútbol, cada vez más repletos de espectadores. También en la guerra ha cambiado el atrezzo, solo para matar más rápido y que unos actores, los que matan no vean frente a frente al enemigo.
Espectáculos crueles