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viernes, 9 de agosto de 2013


Recorrer todo el parque siguiendo la línea de costa supone realizar un trazado muy sinuoso, así que decido seguir la GR que lleva hasta Cadaqués y que a tramos se aleja un tanto de la costa, hasta llegar al Cap de Creus. El camino transcurre  junto a varias masías abandonadas y un viejo monasterio, también abandonado, que ha sido rehabilitado en parte.
La vegetación es muy variada alrededor del monasterio de San Baldiri de Tavallera. Se puede ver un panel en el que aparecen las diferentes especies de árboles y plantas. Hay alcornoques, litoneros (almeces), enebros de hoja más verde que los que crecen en Sobrarbe, que son más grises. Abundan las esparragueras silvestres y hay grandes ejemplares de pinos que adaptan las caprichosas formas que la Tramontana va definiendo y modelando. Por suerte hoy el aire ha dejado paso a la calma y la brisa marina sopla de vez en cuando. Yo diría que cuando más falta me hace. Es un día caluroso, pero ese aire lo hace llevadero en estos parajes por los que no se ve un alma.
He seguido el camino que me lleva hasta el cabo y luego a Cadaqués. Dejo para otra vez la sinuosidad de la costa interminablemente recortada, con decenas de calas y tan solo un lugar habitado, en el que, en tiempos, estuvo instalada una urbanización perteneciente al Club Mediterranée. Sus cuatrocientos apartamentos fueron demolidos para devolver al paisaje su aspecto primigenio.

Construcciones ancestrales de piedra seca.


El sol de la mañana iluminando el mar y los Pinares, camino del Cap de Creus



EL CABO DE CREUS
La primera impresión que me produce adentrarme en el entorno del cabo de Creus es la de penetrar en un lugar ancestral. Las construcciones de piedra seca jalonan la ruta, hechas a veces en lugares inverosímiles. En la primera masía que me encuentro y que parece abandonada, unas cabras me miran curiosas. Aquí como en Colera, todo el trabajo invertido en asentar la tierra para plantar viñas quedó arruinado con la epidemia. No me causa la misma sensación que los bancales arruinados de Sobrarbe. No es menos rotunda su imagen de abandono, pero da la impresión de haber pasado mucho tiempo desde que ocurrió. Los muros abandonados en las pendientes forman parte de la postal desde mucho antes que el Cap de Creus fuese declarado Parque Natural en 1998.