EL
CABO DE CREUS
La
primera impresión que me produce adentrarme en el entorno del cabo de Creus es
la de penetrar en un lugar ancestral. Las construcciones de piedra seca jalonan
la ruta, hechas a veces en lugares inverosímiles. En la primera masía que me
encuentro y que parece abandonada, unas cabras me miran curiosas. Aquí como en
Colera, todo el trabajo invertido en asentar la tierra para plantar viñas quedó
arruinado con la epidemia. No me causa la misma sensación que los bancales
arruinados de Sobrarbe. No es menos rotunda su imagen de abandono, pero da la
impresión de haber pasado mucho tiempo desde que ocurrió. Los muros abandonados
en las pendientes forman parte de la postal desde mucho antes que el Cap de
Creus fuese declarado Parque Natural en 1998.
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