Recorrer
todo el parque siguiendo la línea de costa supone realizar un trazado muy
sinuoso, así que decido seguir la GR que lleva hasta Cadaqués y que a tramos se
aleja un tanto de la costa, hasta llegar al Cap de Creus. El camino transcurre junto a varias masías abandonadas y un viejo
monasterio, también abandonado, que ha sido rehabilitado en parte.
La
vegetación es muy variada alrededor del monasterio de San Baldiri de Tavallera.
Se puede ver un panel en el que aparecen las diferentes especies de árboles y
plantas. Hay alcornoques, litoneros (almeces), enebros de hoja más verde que
los que crecen en Sobrarbe, que son más grises. Abundan las esparragueras silvestres
y hay grandes ejemplares de pinos que adaptan las caprichosas formas que la
Tramontana va definiendo y modelando. Por suerte hoy el aire ha dejado paso a
la calma y la brisa marina sopla de vez en cuando. Yo diría que cuando más
falta me hace. Es un día caluroso, pero ese aire lo hace llevadero en estos
parajes por los que no se ve un alma.
He
seguido el camino que me lleva hasta el cabo y luego a Cadaqués. Dejo para otra
vez la sinuosidad de la costa interminablemente recortada, con decenas de calas
y tan solo un lugar habitado, en el que, en tiempos, estuvo instalada una
urbanización perteneciente al Club Mediterranée. Sus cuatrocientos apartamentos
fueron demolidos para devolver al paisaje su aspecto primigenio.
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