Entradas populares

domingo, 16 de octubre de 2011

EMPEZAR Y NO ACABAR

EMPEZAR Y NO ACABAR
Aquel famoso “váyase señor González” supuso un buen comienzo para un partido que llevaba catorce años sin mojar a gran escala. A fuerza de ser cansino y ayudado por grandes escándalos que habían protagonizado algunos miembros del partido en el poder, como el caso Roldán y los Gal, acabaría por obtener la victoria en las elecciones de 1996. De los siguientes ocho años los cuatro primeros debieron echarse una novia bilingüe, por la que se tuvieron que dejar, necesariamente, engatusar en su idioma. Luego no les hizo falta ninguna estrategia para seguir  gobernando a sus anchas, con una mayoría absoluta que les hizo enseñar su verdadera faz autoritaria y soberbia. Por más Prestiges que emporcasen las playas y más aviones que se cayesen de forma escandalosa, la dimisión no figuraba, ni figura a día de hoy en su diccionario, salvo el honroso caso de Pimentel, quien dejó la política y hoy regenta una editorial en Córdoba.
Da grima ver como sigue moviendo los hilos el sobrado Trillo, quien ha estado por encima del bien y del mal a pesar de sus grandiosas meteduras de pata y responsabilidades no asumidas en el caso del Yak 42.
Frustrados por el fracaso de su estrategia de mentir, lejos de rectificar, después del 2004 se pusieron de acuerdo en entonar todos juntos aquello de “ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras” y se montaron la película de la conspiración, en la que siguen insistiendo, ahora por otros motivos, pero con un fin muy parecido, esconder sus miserias y derribar a su adversario a cualquier precio.
No veo diferencias entre la prédica cansina de Aznar contra González y la culpabilización a Zapatero de todos los males que nos acometen a los ciudadanos y los que les acometen a los miembros de su partido.
Es cierto que tanto la Fiscalía, como algunos de los más altos tribunales están politizados en exceso y hace tiempo que en diferentes episodios han dado muestra de parcialidad, tanto en legislaturas del PP como del PSOE, además de disputas vergonzosas para ver quien alcanza la mayor cuota de poder en dichas instituciones. También los medios de comunicación se avienen a ser voceros de unos o de otros y la lían parda.
Pero a pesar de todo eso que pone en entredicho la forma de ejercer la democracia de uno y otro partido y  su respeto escrupuloso de la separación de poderes, está claro que la estrategia del PP es “a grandes males grandes remedios”. A la escenificación dramática de su unidad frente  a los que les atacan sin razón, unen ahora la estrategia de echar a paladas la propia mierda, que les salpica en el caso Gurtel y otros, en el ventilador, a ver si les pringa a los demás. Así, todos emporcados, pero siendo al partido en el poder a quien le toca gestionar la crisis económica, al PP le bastará con recordar una y otra vez el desastre que supone el paro y la subida de impuestos, además de poner en entredicho a jueces y policía, para pensar que van en el camino correcto para alcanzar de nuevo el poder.
Corre un chiste por Internet en el que un personaje comenta a otro:
“De Cospedal dice que estamos en un estado policial que lleva al gobierno a utilizar el aparato del Estado contra ellos” y otro personaje le contesta: “Ostras el mismo mensaje que Batasuna”.
Difama que algo queda. Aunque no resulte convincente ni siquiera el timbre de voz de la Cospedal. Mientras tanto imagino que los medios afilarán sus lápices para seguir tomando partido y dando carnaza para los debates políticos que ocupan ya el mismo espacio televisivo que los asuntos de la Belén Esteban. En el mismo plató te sirven una y otra basura en el mismo programa, entre interminables tandas de anuncios (cosa obligada porque quien paga manda).
Mientras tanto al padre putativo del invento este de la conspiración y del pressing al contrario, don José Mari Ansar, no tendrá dudas a la hora de admitir lo justo que resulta que su “amigo y señor” el magnate Murdoch, le suba el sueldo más de un cuatro por cien (uno de los varios que tiene) mientras los demás andamos con el culo prieto a ver si así no nos congelan el salario o no nos despiden. Hasta ahora las soluciones a la crisis son un fiasco, pero no hay que olvidar que a los aspirantes no se les ha escapado ni una sola propuesta y que de estar en sus manos no serían los más necesitados los tenidos en cuenta.
Les pediría a unos y otros que dejasen de dar por el saco, al menos en verano. Que pacten una tregua en todo el mes de agosto porque estoy convencido de que están contribuyendo con su inquina y su mala leche a que se acentúe el calentamiento global y quien sabe si a que el riesgo de incendios se dispare más de lo que hasta ahora era habitual. 

SER INVISIBLE

SER INVISIBLE

La invisibilidad ha sido tema de novelas. Tanto Julio Verne como H.G. Welles escribieron sobre ello.
Sabemos que la posibilidad de ser invisibles es una de las quimeras sobre las que los humanos especulan y ni siquiera esos aviones “invisibles”, que el ejército americano posee, lo son en realidad. Han de volar de noche y estar cubiertos de una pintura negra especial para no ser detectados por los radares enemigos.
Para ser invisible sería necesario no estar en posesión de un teléfono móvil y mucho menos llevarlo encima, quizá por eso Bin Laden, el más invisible de los humanos, hasta el momento, decidió no utilizarlo para no ser localizado, volviendo al boca a boca o al correo en mano como medios más seguros para no ser detectados
La guerra de Afganistán demostró que ni siquiera ciertas cuevas eran un seguro de invisibilidad frente a esas armas, cuyos blancos son descubiertos por el calor que despiden sus cuerpos. Tal vez para eludirlas habría que tener sangre de reptil.

Fuera de estas reflexiones, no sé si me gustaría ser invisible. Es un tópico que tanto hombres como mujeres se hacen invisibles a partir de cierta edad en lo que  se refiere a la atracción sexual que despiden. Si a esta circunstancia se añade la invisibilidad más total, el resultado sería penoso, a no ser que nos conformásemos con ser atravesados en plena calle por mujeres hermosas, que cruzarían nuestros cuerpos transparentes sin siquiera saberlo. Sería desesperante, algo así como estar muertos en vida.
Si a eso añadimos la mudez en la voz, que quedaría de atractivo en ser invisibles.

Si en esa circunstancia tuviéramos la capacidad de mover objetos, de usarlos como cualquier persona normal, no podríamos tener un trabajo normal, ni cobrar por él.
Podríamos dedicarnos a gastar bromas todo el tiempo o tal vez a impartir justicia según nuestro criterio subjetivo, lo cual abriría unas expectativas 

MIRADAS

MIRADAS



La mirada abre al mundo lo que el alma esconde.
Si difícil es disfrazar, al hablar, las emociones, las sacudidas interiores que experimenta el ser humano, más lo es hurtarlas al mirar a los ojos de alguien.

“Mírame a los  ojos cuando te hablo” se le dice a aquel del que sospechamos escuda tras los párpados la verdad que queremos descubrir.
“Has de mirar de frente a la vida”, decimos a alguien que no afronta las cosas como son o siempre busca excusas para no actuar ante situaciones que lo exigen.

Hay miradas que matan o hieren, aunque no lo hagan de forma litaral y sangrante.
Hay miradas perdidas que jamás vuelven a encontrar el querido sujeto que vuelva a darles vida.
Hay miradas limpias, de niños, que miran todo como si lo estrenasen.
Hay miradas turbias de odio, que tienen mal remedio, miradas de embriaguez que parpadean, lanzadas al vacío de rostros que no albergará, pasado el tiempo, la memoria.
Hay miradas obscenas, por encima del hombro o también por debajo del ombligo.
Miradas que escudriñan con la torpeza de la miopía o la alevosía persistente del inquisidor.

“Mírame y no me toques” dice, sin despegar los labios la modelo, la porcelana china o el cuadro que se exhibe en un museo.
Estar en el punto de mira, solo a veces puede tener que ver con la mirada. Otras muchas acaba teniendo que ver con la desgracia de ser el fatal blanco de un disparo, de un despido o una violación.
“Mirad”, proclama el prócer con su mano extendida apuntando a los astros, mientras la multitud galvanizada mira el dedo y no lo que señala.


Mirón no siempre fue un cotilla.
El mirador ni nos mira ni nos ve, aunque su sonido y la hechura de sus letras nos confundan.
La mirada se posa y en vano esperamos que levante el vuelo como si fuera una paloma.
La mirada se clava, aunque sean delicados y redondos nuestros ojos.
Se lanza la mirada y se recoge al igual que hacemos con la caña de pescar.
Una mirada dulce no contiene azúcar, pero se saborea con todos los sentidos y mucho más despacio.
Ojalá que los hombres se devorasen solo con la mirada.
Las miras, cuanto más altas más daño hacen al caer.
Detener la mirada no tiene connotaciones policiales.
Cuando tiendo la mirada no le pongo pinzas.
Atraer las miradas no significa coleccionar ojos.
La frases “andar con cien ojos” o  “ser todo ojos” parecen  ocurrencias de Dalí
Mirar con el rabillo del ojo es una forma sexual leve de mirar con él.
En las aduanas miran más las manos que los ojos de los aduaneros, sin que estos sean ciegos.
Una mirada de perro cazador acecha, la de un policía fisgonea, escruta y fulmina. La de un embaucador camela.
Ser pobre de solemnidad, más que no tener un duro es no tener a quien devolver la mirada.