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martes, 5 de julio de 2011

LA FARSA

LA FARSA


Lo peor de esta farsa es el tufo que de cruzada adquiere.

Del ataúd la tapa se apuntala con clavos de ayuda humanitaria,
flores de despedida que traen las democracias, como regalo póstumo a los muertos.

No verán cómo al  póquer se juegan los despojos.

Las yemas de los dedos, huérfanas de caricias, no palparán la niebla que esconde abarrotados cementerios de niños, de mujeres y de ancianos.

No estaban en el sitio adecuado
ni colateralmente prevenidos
y por tanto resultaron abducidos  
por la certeza bienintencionada
de que el asesinato, (en masa a ser posible)
es acto de justicia  si a salvo deja
las buenas digestiones (no el hambre descarada),
la obesidad deforme, la comida basura
(no así los excedentes destruidos), el "futin" y el aerobic,
la libertad de morir de cáncer de pulmón
(y no de inanición que es cosa de mal gusto),
el teléfono móvil y los ordenadores,
la huida de los fines de semana
(no las deportaciones),
el tráfico de coltán y de diamantes,
(no la esclavitud ni las mutilaciones)

Kissinger, al parecer lo dijo,
anunciando con ello una estrategia,

“En el planeta hay demasiados hombres
y es asunto de higiene hacer limpieza
si entre los casi desnudos habitantes
se esconde la riqueza que alimenta
el bienestar del arca en el diluvio”.

A MODO DE RETRATO

A MODO DE RETRATO




El digno presidente se vistió de librea
para hacer el papel de cancerbero,
girando la manilla de la infamia,
y abrir la puerta del horror guerrero


¿Tanto vale una foto junto al perro de las multinacionales?

¿Para ser una pulga o garrapata hace falta vendernos y venderse?

¿Por adquirir parcelas del infierno tanto viaje al Olimpo de los necios?

De sí mismo olvidado, ¿cómo no estarlo, también de los mortales que le hacen señas y le tiran huevos?

Solo a su efigie, claro, porque ¿Cómo alcanzar al ángel de los yerros, si no es con un misil cargado de improperios?

Ni así desaparece esa sonrisa boba  y a veces carcajada inexplicable, con que aparece en las fotografías, sin figurar el chiste a pie de imagen.

No es simpático gesto, es una mueca que nos deja perplejos.


Solo entendemos que una marioneta no se haga responsable de sus actos.

Aunque su aspiración inconfesable sea dirigir la obra en el teatro.