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lunes, 29 de diciembre de 2014


Dimitidos y dimitentes
Un poco tarde diría yo, plantear la reforma del artículo 135 de la Constitución.  El señor  Pedro Sánchez, un líder  salido no se sabe muy bien de dónde, intenta hacerse un hueco queriendo agradar ¿A quién?. De entrada, hizo gala de menospreciar el populismo de Podemos, a quien, en un principio, no veía como rival a batir. Tras las encuestas que vaticinan algo más que un susto para los dos partidos hasta ahora mayoritarios, al señor Sánchez le entran las prisas por agradar a los electores que, a buen seguro, le darían la espalda mañana mismo, si se celebrasen elecciones. Parece que lo suyo son las ocurrencias, por el momento que elige para soltarlas. Debido a eso, la sinceridad de sus gestos me parece artificial y huera, motivada por las circunstancias. Ya sé que rectificar es de sabios, pero es que ha pasado mucho tiempo desde aquella  desgraciada componenda en la que el PSOE-PP decidieron que era más urgente pagar las deudas y rescatar a los bancos, que seguir financiando con garantía la sanidad, la educación, las pensiones…No hacía falta tamaño examen de conciencia para sentir la necesidad de decir basta, hasta aquí hemos llegado. Ahora, a  la primera crítica de algún histórico recalcitrante de su partido,  se apresura a decir que tan solo se trata de una reforma del artículo, que blinde la Sanidad y la Educación. Nada en absoluto sobre una posible auditoría de la deuda. Cuanto debe pesar la mala conciencia de los años acumulados en el ejercicio del poder, en los que la corrupción fue un hecho familiar y cotidiano, asumido con muchos de los cargos como herencia y también  destino inevitable  de los cabezas de serie de la política de acabar en la nómina de una multinacional de la marca España, para que ni se le pase por la cabeza al señor Sánchez semejante despropósito.  Sería populismo y algo utópico para cualquiera que pertenezca al tamdem PP-PSOE.
Para contentar al rojerío de sus propias filas añade lo de rechazar el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. ¿Pero es que existía semejante cosa? Porque que yo sepa nadie del PSOE, sacó el tema para las europeas, que era cuando tocaba haber hablado de ello. Claro, se trataba de algo llevado en secreto y, al parecer, mejor era tenerlo bastante madurado, en secreto, para endiñárselo a los ciudadanos sin ninguna información y sin pasar los filtros democráticos. Que conste que me parece correcta la postura de no apoyarlo, pero también en este caso ha habido que esperar  a que las encuestas anuncien la debacle para rechazar algo de lo que ni siquiera habían informado.
Hasta aquí parte de lo que atañe a la formación socialista. Después de hablar del Ying, iremos con el Yang de nuestro bipartidismo, ese partido zombi, que huele a podrido desde hace mucho tiempo y que aún así sigue sacando adelante leyes como la de Seguridad Ciudadana u otras que apuntalan más su crueldad a la hora de tratar a la ciudadanía. De todos los componentes del gobierno que aún sufrimos, unos cuantos han sido contestados por la ciudadanía o si no, al menos, tenían curriculums para no haber llegado nunca a ser ministros. La gestión de Gallardón como alcalde de Madrid, con los siete mil millones acumulados de deuda (la mayor de todas las ciudades españolas) fue premiada con una huida hacia adelante, el ministerio de justicia nada menos. Es una suerte para todos que no lo pusieran en Economía, Hacienda u Obras Públicas. Ahora podía desarrollar sus dotes como talibán cristiano, apretando las tuercas de los presuntos torturadores y asesinos de fetos, poniéndose al lado de los ultracatólicos más recalcitrantes, quienes aún defienden su ley del aborto contra viento y Rajoy. Ha dejado tras si la destitución de dos jueces a los que se ha castigado por investigar casos que no interesaban, como los crímenes del franquismo, en el caso de Garzón y el asunto Blesa en el del juez Elpidio Silva. También le debemos la subida de las tasas judiciales para que a los ciudadanos de a pie no les resulte fácil  ni barato acceder a la justicia. Una vez cumplido su cometido se ha ido a tiempo para que no se hable mucho más de él, salvo por la “modesta” suma que cobrará como asesor, no se sabe de qué, al servicio de la Comunidad de Madrid, donde hará compañía a otro diplodocus bien recompensado  de la política madrileña, llamado Joaquin Leguina. Vaya pareja de dos.
El segundo caso de dimisión, in extremis, diría yo, es casi un culebrón por los capítulos que ha ido acumulando y las profesiones de fe que ha hecho el presidente Rajoy sobre su inocencia. Tras aparecer un Jaguar en el garaje de su casa por milagro, sin saber siquiera que lo tenía, a Ana Mato le regalaron miles de euros en confeti para los cumpleaños de sus criaturas y otros miles de euros más en viajes que disfrutó junto a miembros de su familia. Una y otra vez proclamó su inocencia al respecto  y no se sintió obligada a dimitir por contar con el aval de su jefe, don Mariano. Si ahora lo ha hecho es por pura coincidencia. ¿Cómo va a explicar el presidente su plan contra la corrupción ante el parlamento con una miembra de su gabinete imputada? Si por él fuera, la verdad que le daría igual, pero tal como están las encuestas…
Otro miembro de su gobierno, el señor Arias Cañete, ha dejado su puesto para ir a ocupar otro de esos que suponen un retiro dorado. Muchos parlamentarios europeos se opusieron a que alguien con intereses en empresas petroleras pudiera convertirse en Comisario dedicado a asuntos del medio ambiente, pero gracias a los apoyos suficientes se salió con la suya y ahora podrá seguir cultivando su imagen de “bon vivant”, comiendo en restaurantes europeos, viajando en bussines, mientras le guardan sus participaciones petroleras hasta que lo de la incompatibilidad deje de ser un obstáculo. En el papel de comisario le acompaña alguien tan digno de confianza como él, el señor Junker, quien al parecer tiene por mérito haber facilitado la evasión fiscal de numerosas multinacionales durante su mandato en Luxemburgo., eso si todo muy legal.
Tampoco se vio ninguna incompatibilidad  en que Pedro Morenés, comerciante de armas, dedicado a su venta durante cierto tiempo, ocupase el cargo de ministro de defensa. Su ministerio es de los que ha aumentado de forma notable su presupuesto  para regocijo, imagino, de sus antiguos colegas de negocio que han visto incrementadas las ventas de sus inofensivos productos, que sirven esencialmente para matar por mucho que quieran disfrazar  el fin último al que sirven los tanques, los misiles… Para los medios de información mayoritarios nunca fue tema de interés la cuestión de por qué alguien como Morenés pudiera emplear con tanta facilidad la puerta giratoria que lleva de la empresa privada a lo público y viceversa, ya que él repetía en eso de ocupar altos cargos públicos.
Del ministro Soria, el de Industria y energía, se conocía sobre todo su parecido físico con Aznar. Luego hemos ido sabiendo que, sobre todo, es un fiel lacayo, servidor, criado o como queramos llamarlo del oligopolio eléctrico que domina el tema energético en nuestro país. No solo está contribuyendo a hundir las energías renovables en un país especialmente dotado para su desarrollo, sino que sigue regalando miles de millones a unas empresas que gozan de enormes beneficios anuales, todo ello proveniente de nuestro bolsillo. Solo se puede entender algo así desde el deseo, por parte del ministro Soria, de acabar ocupando uno de esos puestos como consejero en cualquiera de esas empresas energéticas que tienen a sueldo a tantos políticos retirados. Se aburren de ocupar el cargo, como reconoce Felipe González, pero no por eso dejarán de percibir los cientos de miles de euros anuales que les caen por su complicidad en una gran estafa, la mayor quizá, de nuestra democracia. La prepotencia de estas empresas y el papel protector que juega el Estado a su favor, quedaron demostrados en la agresión de que fueron objeto los activistas de Green Peace al querer impedir las prospecciones petrolíferas junto a las islas Canarias. Otra vez la violencia desmentida por los portavoces gubernamentales, como en Ceuta y Melilla. En este caso además la postura de los canarios en contra de las prospecciones está clara, aunque no se les permita manifestarlo en referéndum. La conclusión lógica sería la declaración del ministro Soria, canario también, como persona non grata en su lugar de origen. Mientras tuvo el poder como presidente de Canarias destacó, al parecer por su autoritarismo y sus maneras despóticas. Vaya con el angelito.
Wert tiene la suerte últimamente de que no se hable tanto de él. Bastante se ha hecho ya protagonista de tanto despropósito como para dedicarle más espacio del que ya ha tenido. Mucha gente se ha cansado ya de pedir su dimisión en vano.  ¿Y qué decir de Jorge Fernández Díaz, nuestro gran sheriff? Él se encarga con el mismo fervor con el que asiste a misa o reza a sus santos preferidos, de  devolver a los que saltan ilegalmente la valla de Melilla, arriesgando su vida, de justificar la labor policial cuando reprimen las protestas con manejo excesivo de las porras, de criminalizar movimientos ciudadanos, intentar aplicar la ley Mordaza y resucitar la de vagos y maleantes por si acaso. Tiene una manera muy particular de ejercer la caridad cristiana y de manejar  una auténtica cruzada contra la subversión  de los antidesahucios, de las mareas blancas, verdes, rojas y azules, de los yayoflautas y los del 15M. Torquemada estaría orgulloso de tan aventajado discípulo, si volviera a asomar la cabeza de nuevo.
Tras los primeros espadas, como se suele decir en el argot taurino que tanto les gusta, están todos aquellos que no son en absoluto subalternos y que tienen parcelas de poder muy importante. Cospedal, casi como Mato, se ha visto salpicada por las maniobras empresariales nada transparentes de su marido López del Hierro. Ella misma la ha cagado en varias ocasiones como portavoza del gobierno intentando dar explicaciones sobre asuntos turbios, que a nadie han convencido y en las que se ha mentido de forma descarada. Tampoco ha dimitido por ello. Mientras tanto actúa en Castilla la Mancha  como si fuera su feudo, haciendo y deshaciendo a su antojo, hasta el punto de que en algún tribunal le han parado los pies para que no siga incumpliendo las leyes con sus disparatadas ocurrencias.
Las astracanadas de Esperanza Aguirre han sido tan sonadas y aireadas, que tampoco las vamos a recordar. Tan solo la última en la que ha recontratado a uno de los que gastaron una gran suma de dinero con las famosas tarjetas black del Caja Madrid de Blesa y Rodrigo Rato (otros que tal bailan), ya que ha sido desde siempre un hombre de su plena confianza y no por cometer una ilegalidad flagrante va a dejar de tenerla, faltaría más. Las estupideces de Ana Botella forman parte también del acervo inseparable de los gestores  municipales peperos, lo mismo que las sinceras reclamaciones de mano dura con los corruptos por parte de Granados el SUIZI- dado, o todos aquellos que figurarán en los anales del subconsciente colectivo español como ejemplos de corrupción impune o casi, como Matas,  Fabra, Blesa, Rato, Camps, Bárcenas etc etc etc.
Ninguno entona el mea culpa, todos dicen “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” o eso que dijo Rajoy de que la corrupción siempre ha existido. Y es que casi ninguna de las formaciones políticas, incluidos los sindicatos, se libran de haber albergado algún corrupto en sus filas.
Lo que demuestran es que en conjunto y admitiendo que no todos son corruptos, hay casi una metástasis, que en el caso del PP afecta a gran parte de su cúpula, por acción u omisión y en el PSOE a algunos de sus más destacados dirigentes.
El PP ha expresado su intención de dar una vuelta de tuerca más al problema planteado por la corrupción y es esconderla aún más de lo que ya estaba. ¿Cómo? Amenazando a los medios de comunicación privados, televisiones sobre todo, con la vuelta de la publicidad a la televisión pública para así quitarles una buena parte de su fuente de ingresos. ¿Con qué objeto? Con el objetivo de que los programas más críticos, que han servido para dar a conocer al gran público los temas de corrupción más escandalosos, acallen sus críticas contra un gobierno cada vez más desacreditado. Ya les gustaría que desapareciesen programas como el Intermedio, Salvados, el Objetivo y otros que sirven al menos para mantener la creencia en un Estado de Derecho en el que cabe la libertad de expresión y no solo el parte oficial como se denominaba al noticiario franquista, representado hoy por algunas cadenas de televisión públicas y privadas, además de periódicos, casi todos, afines al actual régimen, después de los cambios empresariales pertinentes. También combaten el papel independiente de la justicia con el nombramiento político de jueces y fiscales y la ralentización y obstrucción de casos judiciales que les pueden ser adversos.                                                                                                            Contra la  libertad de expresión pensamiento único, contra el derecho de manifestación palo y tente tieso, contra la corrupción mínima información y contra el saqueo de las arcas públicas más rescates bancarios, más reformas laborales, menos impuestos a las grandes fortunas, más desahucios, más fondos buitres a los que alimentar, mas tratados de libre comercio y mayor poder a las multinacionales. Esto es lo que podemos esperar de quien ahora gobierna. Cualquier alternativa intentarán tumbarla por todos los medios a su alcance, como ya se está viendo con el acoso a Podemos. Su gestión solo ha traído mayor desigualdad, aumento de pobreza y el desmantelamiento progresivo del estado del bienestar que están destruyendo con toda impunidad.  Lo que pueden dar de sí ya lo hemos comprobado sobradamente. Lo que está por venir depende de nuestra capacidad de reacción contra la corrupción más cercana, en cada ciudad, en cada pueblo. Si sirve aún de algo nuestro voto utilicémoslo para desalojar de una vez a los corruptos. Lo que venga detrás no puede ser peor, salvo que alguien como Franco resucitase para imponer un sistema totalmente corrupto que anulase por completo el actual Estado de Derecho.

AUTOC-TURISTAS EN LAS FIESTAS DEL PILAR


AUTOC-TURISTAS EN EL PILAR
Nunca creí que llegaría a sentirme turista en las fiestas del Pilar. Entiendo que alguien que va con prisas, que apenas tenga tiempo para disfrutar de una cena, haciendo interminable cola ante la puerta de cualquier bar o restaurante, recurra a esas carpas provisionales que instalan en la Plaza de  Aragón, por ejemplo. Que lo haga un zaragozano de toda la vida, puede resultar imperdonable.
Claro, uno piensa en la enorme fila de gente que espera pacientemente por un bocadillo de calamares de los que hacen en el nuevo Calamar Bravo y le parece una suerte encontrar pronto hueco en una bancada con mesa para ocho. No se pregunta el precio, ni se fija uno siquiera en los carteles donde aparecen  los precios de algunos productos que se anuncian.
Una vez sentados, piden unas longanizas, unas papas bravas, unos pescaditos fritos, unos calamares y un poco de queso. Tardan poco los platos en ir llegando, tras la bebida. Quien pide vino, comprueba que hace mucho que no probaba un vino tan rematadamente malo y en vaso de plástico además. Los calamares, dos platos, es difícil adivinar cuando se han frito porque parecen ser de varios momentos o días diferentes, tanto por el color como por la textura. Desde los achiclados que cuesta masticar y digerir, a los que simplemente están a medio hacer.
Los pescaditos, tamaño chanquete, se pueden doblar como contorsionistas, sin romperse, porque están recalentados varias veces. Las salchichas y longanizas presentan diversa coloración, además de una dureza gomosa que las hace  difícil de tragar. Mientras tanto en la carpa de los pulpos, justo enfrente, estos salen y entran del agua hirviendo. Piensan nuestros comensales que se han equivocado del todo por no haber tenido la paciencia de esperar al pulpo, por más lento que fuese. Al final, lo único decente, que no sabroso, resulta ser el queso y los minúsculos panecillos que lo acompañan. El resto del pan hace juego con el pescado, los calamares y la longaniza. Es, como poco de la primera hornada del día anterior. Dan ganas de abrirle con él la crisma al camarero.
La guarnición de cada plato, apenas la tocan y la dejan allí, despreciada, aceitosa, más indigna aún de ser engullida que el resto de la comida.
El vino se queda a medio beber, de tan malo y aguado. Al pedir la cuenta, ven como el suplicio continúa y queda la puntilla, un descabello descabellado, con el que acaban de rematar a los paganos, metidos a turistas incautos.
El banquete sale por cien euros, cifra redonda que escribe el camarero en un papel, sobre la marcha. Lo más llamativo son los 30 euros por los dos platos de calamares goma.
Ya solo queda el pataleo, decirle al camarero lo típico, que si vaya vergüenza, que si con diez euros  habría ido sobrada la cuenta por los calamares… El camarero no responde nada, por supuesto y los maños, escaldados, comentan su metedura de pata por haber elegido aquel infecto lugar para su cena.
Cuando ya se van, en el costado del entoldado leen “Casa de Cataluña”. Piensan que quizá eso de la independencia no sea tan mala idea después de todo  y sobre todo que en el Pilar, como en casa, en ningún sitio.