El gran juego
Hace ya mucho tiempo que el sol nos alumbra y nos da calor. Lo conocen bien los touaregs y los hombres del Sahel. También los duros habitantes de las altiplanicies asiáticas o americanas. Lo llevan grabado en la tez, que se va arrugando como las manzanas, al calor y el frío de la intemperie.
¿Cuántos de los pueblos arrinconados están ausentes?
Más de uno y más de ciento, si nos paramos a pensar un poco. El abrir caminos al conocimiento y la posesión se convirtió en una competición para los países en liza.
Leía hoy lo del cambio climático en Rusia y el efecto que causa en los osos y en los erizos, sobre todo.
Un juguete la tierra para seguir jugando con él de la manera en que lo hacemos?
Inglaterra se hizo con “la Joya de la Corona ” y la reina Victoria se convirtió en emperatriz.
Ella, como un negociante británico más, tenía participación en el negocio del opio.
La adormidera se cultivaba en India y luego se exportaba. A pesar de las protestas de los chinos, el sagrado mercado libre invadió China con esta droga, a la que se consideraba un objeto más de compraventa, tan inofensiva y tan legal como el comercio de armas.
Entonces, como hoy ocurre con los Estados Unidos, nadie discutía la supremacía de Inglaterra y no solo callaron, sino que aprovecharon la ocasión para hacerse con algún cado de aquel gran mercado.
Hoy la historia se repite, pero los actores, aunque son los mismos, han intercambiado sus papeles estelares.