EL ABANDONO DE LA EXISTENCIA , 31.10.06
Abandonar la existencia siempre es prematuro. Querríamos prolongar nuestra vida, a pesar de todo, mas allá del tiempo que nos ha tocado en suerte.
Desde muy antiguo, los humanos rodean sus cadáveres de flores, alimentos y objetos que les han servido en vida, con la esperanza de que aún puedan ser útiles en ese lugar que ninguno de los vivos conoce.
Se embalsama a los muertos y se les congela. En eso no hemos cambiado desde el Nenderthal. Deseamos que quede entre nosotros para siempre la inteligencia del sabio, el genio del artista único, el carisma de los hombres públicos notables, la fuerza vital de los deportistas más admirados...
Sabemos, sin embargo, que somos igual que las manzanas, o cualquier otro fruto que caerá del árbol, se sumará a la tierra y seguirá, de forma diferente, formando parte de un todo que no deja nunca de cambiar.
Desde muy antiguo, los humanos rodean sus cadáveres de flores, alimentos y objetos que les han servido en vida, con la esperanza de que aún puedan ser útiles en ese lugar que ninguno de los vivos conoce.
Se embalsama a los muertos y se les congela. En eso no hemos cambiado desde el Nenderthal. Deseamos que quede entre nosotros para siempre la inteligencia del sabio, el genio del artista único, el carisma de los hombres públicos notables, la fuerza vital de los deportistas más admirados...
Sabemos, sin embargo, que somos igual que las manzanas, o cualquier otro fruto que caerá del árbol, se sumará a la tierra y seguirá, de forma diferente, formando parte de un todo que no deja nunca de cambiar.
Lo que no podemos soportar es la idea de dejar de ser protagonistas, de no seguir habitando un curepo que, en su día, resultó ser hermoso y nos proporcionó placer, de saber que el resto de humanos seguirá lo mismo sin nosotros, buscando una manera de prolongar la vida sin tener que abandonar de forma prematura la existencia.
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