El olmo de la imagen, La Olma, era un ejemplar de dicho árbol que, como tantos otros, murió por la enfermedad de la grafiosis. Los que la conocimos y disfrutamos, los que estuvimos albergados bajo su sombra, llegamos a amarlo como a un personaje más de un lugar diminuto, llamado Riocavado de la Sierra.
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lunes, 16 de abril de 2018
Romances do lugar
ROMANCES
DO
LUGAR
POR GONZALO DEL CAMPO ANTOLÍN
1998-2012
"Romances do lugar"
A comienzos del milenio,
balance, si cabe, haremos,
de las andanzas y hechos
que acudan a nuestro ingenio.
Que no se moleste nadie
si una historia sale a cuento
pues esto que aquí se escribe
es puro divertimento
y la vida que nos toca
hemos de vivirla, toda,
apurando las delicias,
yendo, acorde, o no , a la moda .
Las luces de Aínsa son
cuando la noche iluminan,
luminarias de artificio
para engañar al que mira.
La torre es como una nave
que sobre oscuro aterriza
o, acaso, un extraño objeto
que, en plena noche ameniza.
"Eléctricas", por los pies
se ha comido este país
y por si hambre le queda,
a la empresa redentora,
los políticos alumbran
los monumentos e iglesias,
gastando los kilovatios
igual, que si fueran piedras.
Hablando de piedras quiero,
cierta empresa, recordar,
pues ante nuestras narices
el cauce del río Cinca,
no deja de destrozar.
Sacar grava no es delito.
Pero cuando un mal se agrava
y las aguas se enmarañan,
quedando truchas sin cados
¿Es hora de que el Seprona
de una vez se haga notar,
y meta mano en el caos?
--------------
Dicen que en este Sobrarbe
ya se vive del turismo,
los huertos se quedan yermos
y a los "praos ", pasa lo mismo .
Comercios y restaurantes,
hostales y paradores,
con el turismo rural,
aguas bravas y cañones,
son negocios que desplazan
a hortelanos y pastores
y tan sólo los mas viejos
saben, ya, de estas labores.
En valles como el de Tena,
los de Canfranc y Benasque
es la nieve un gran negocio.
¿También lo será en Sobrarbe?
Sin industrias y sin gente,
el verano es la estación
en que el maná del dinero
nos visita con tesón.
Mas, llegado es el invierno,
como nieve en primavera,
los ingresos del verano
el otoño se los lleva
y todos piensan el modo
de retener al turista,
mientras hay pueblos aún,
que apenas si tienen pista.
Difícil es conjugar
Los verbos querer y amar.
Quieren los pueblos mejoras.
dineros con que avanzar.
Aman los turistas valles,
de vida tradicional,
en que no haya mucha gente,
paisajes sin transformar.
Es harta contradicción
querer que venga el turismo
a mansalva, en procesión
vendiéndole el localismo,
lo auténtico, lo sin par,
mientras pantanos y redes,
graveras y carreteras
nos dejan sólo sus heces.
Es legítimo querer
lo que pensamos es justo:
una casa, agua corriente,
calor que nos deje a gusto
cuando el invierno arremete,
carreteras que nos lleven,
sin peligrosos desmontes
que varios años las cierren,
centros médicos con medios,
escuelas y educación,
ríos con riberas limpias,
lugares con población.
Mas esto último es deseo,
que nada tiene que ver,
al menos en apariencia,
con lo que justo ha de ser.
Las palabras, como el humo,
el viento las trae y lleva
y como el humo nos dejan
sabores de agrio zumo,
pues los hechos nos revelan
hacia dónde marca el rumbo.
DO
LUGAR
POR GONZALO DEL CAMPO ANTOLÍN
1998-2012
"Romances do lugar"
A comienzos del milenio,
balance, si cabe, haremos,
de las andanzas y hechos
que acudan a nuestro ingenio.
Que no se moleste nadie
si una historia sale a cuento
pues esto que aquí se escribe
es puro divertimento
y la vida que nos toca
hemos de vivirla, toda,
apurando las delicias,
yendo, acorde, o no , a la moda .
Las luces de Aínsa son
cuando la noche iluminan,
luminarias de artificio
para engañar al que mira.
La torre es como una nave
que sobre oscuro aterriza
o, acaso, un extraño objeto
que, en plena noche ameniza.
"Eléctricas", por los pies
se ha comido este país
y por si hambre le queda,
a la empresa redentora,
los políticos alumbran
los monumentos e iglesias,
gastando los kilovatios
igual, que si fueran piedras.
Hablando de piedras quiero,
cierta empresa, recordar,
pues ante nuestras narices
el cauce del río Cinca,
no deja de destrozar.
Sacar grava no es delito.
Pero cuando un mal se agrava
y las aguas se enmarañan,
quedando truchas sin cados
¿Es hora de que el Seprona
de una vez se haga notar,
y meta mano en el caos?
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Dicen que en este Sobrarbe
ya se vive del turismo,
los huertos se quedan yermos
y a los "praos ", pasa lo mismo .
Comercios y restaurantes,
hostales y paradores,
con el turismo rural,
aguas bravas y cañones,
son negocios que desplazan
a hortelanos y pastores
y tan sólo los mas viejos
saben, ya, de estas labores.
En valles como el de Tena,
los de Canfranc y Benasque
es la nieve un gran negocio.
¿También lo será en Sobrarbe?
Sin industrias y sin gente,
el verano es la estación
en que el maná del dinero
nos visita con tesón.
Mas, llegado es el invierno,
como nieve en primavera,
los ingresos del verano
el otoño se los lleva
y todos piensan el modo
de retener al turista,
mientras hay pueblos aún,
que apenas si tienen pista.
Difícil es conjugar
Los verbos querer y amar.
Quieren los pueblos mejoras.
dineros con que avanzar.
Aman los turistas valles,
de vida tradicional,
en que no haya mucha gente,
paisajes sin transformar.
Es harta contradicción
querer que venga el turismo
a mansalva, en procesión
vendiéndole el localismo,
lo auténtico, lo sin par,
mientras pantanos y redes,
graveras y carreteras
nos dejan sólo sus heces.
Es legítimo querer
lo que pensamos es justo:
una casa, agua corriente,
calor que nos deje a gusto
cuando el invierno arremete,
carreteras que nos lleven,
sin peligrosos desmontes
que varios años las cierren,
centros médicos con medios,
escuelas y educación,
ríos con riberas limpias,
lugares con población.
Mas esto último es deseo,
que nada tiene que ver,
al menos en apariencia,
con lo que justo ha de ser.
Las palabras, como el humo,
el viento las trae y lleva
y como el humo nos dejan
sabores de agrio zumo,
pues los hechos nos revelan
hacia dónde marca el rumbo.
ROMANCES DO LUGAR (2ª entrega)
ROMANCES DO LUGAR (2ª entrega)
El pleno
Hubo en esta villa un pleno...
que fue harto singular,
cuando un asunto importante,
allí se hubo de votar .
El pleno
Hubo en esta villa un pleno...
que fue harto singular,
cuando un asunto importante,
allí se hubo de votar .
Los ínclitos concejales
del partido gobernante
estaban sin su pastor,
como ovejas descarriadas
que, al lobo tienen pavor .
El asunto era un pantano,
el de Jánovas nombrado.
Pronunciarse, o no, en su contra
necesario era acordarlo.
El primer voto emitido,
por primera vez ¡ milagro!
gobierno y oposición
se muestran de acuerdo en algo.
No es posible que esto ocurra.
Claro ¡es que falta el alcalde!
Si el voto no se repite
de aquí no se mueve nadie,
no sea que luego el jefe
la bronca nos eche a todos,
(al decidir por sí mismos,
lo que nunca han hecho solos).
La votación se repite
y "bis" el milagro hace.
El portavoz se hace cruces,
"no es posible que esto pase"
Y así, por tercera vez,
cuando al fin, al parecer,
todos saben lo que votan,
pudimos ya conocer
que el consistorio en su pleno
no votó ni sí, ni no,
sino todo lo contrario.
Pero ¿ Qué hubiera pasado
de votar NO al pantano?
Es utopía pensarlo,
pues aún en asuntos graves
la política se impone
y aunque nos den por el saco,
el partido es quien dispone.
EL TÉFONO MÓVIL
Esto del “téfono móvil”
es un invento genial.
Que te vas con las ovejas,
pues te lo puedes llevar,
y si has de ir con las vacas
tampoco lo has de olvidar,
pues, así, tu fiel contraria
puede llamar y decirte:
-vuélvete ya ta la casa
que se pasa la paella
y ya sabes que el conejo
frío, está como una tieda,
que no lo come ni el perro-.
Si nos vamos de rebajas
a Huesca o a Zaragoza,
delante el escaparate
del Corte inglés o de Zara:
-¡Miguela, que estoy aquí,
en el centro comercial,
que si quies bragas verdes
u las quies colorás.”
-“Igual me da Josefina,
con tal de que sean finas.
De paso mira, a ver si hay
calzoncillos de franela,
de esos que llevan gatera
y pantalones de pana
para ir el niño a la escuela.,
y me miras una faja
pal reuma de la abuela
y para el abuelo un gorro
que sea de buena tela
y que sea de orejeras.
Para el Horacio otra boina
pues la tié echa una pena.
Si pasas por Continente
me miras aquel casete
de jotas de picadillo,
que quiero cantarle al Paco,
como al tute, las cuarenta,
pero con buen estribillo.
-¡Para el carro, ya, Miguela!
que se me acaban las pilas
y este trasto es una ruina
y me paice que otra vez
lo dejaré en la cocina
pues venir a Zaragoza
es como irse a la China,
pues toos pasáis por casa
a encargar a esta vecina
que os traiga medio Gran Casa,
un cuarto de Continente,
y una pizca Corte inglés
y aunque viniera en tractor,
esto ya no pué ser,
pues, además la factura
del móvil la pago yo.
Mejor me voy al Caribe,
que me sale mas barato
y en enero tomo el sol.
-Adiós, Josefina, gracias,
No te escucho bien, perdona.
Traime to lo que hi dicho
Y acuérdate de comprame
las cuchillas de mi Paco
que sólo hay en Mercadona.
del partido gobernante
estaban sin su pastor,
como ovejas descarriadas
que, al lobo tienen pavor .
El asunto era un pantano,
el de Jánovas nombrado.
Pronunciarse, o no, en su contra
necesario era acordarlo.
El primer voto emitido,
por primera vez ¡ milagro!
gobierno y oposición
se muestran de acuerdo en algo.
No es posible que esto ocurra.
Claro ¡es que falta el alcalde!
Si el voto no se repite
de aquí no se mueve nadie,
no sea que luego el jefe
la bronca nos eche a todos,
(al decidir por sí mismos,
lo que nunca han hecho solos).
La votación se repite
y "bis" el milagro hace.
El portavoz se hace cruces,
"no es posible que esto pase"
Y así, por tercera vez,
cuando al fin, al parecer,
todos saben lo que votan,
pudimos ya conocer
que el consistorio en su pleno
no votó ni sí, ni no,
sino todo lo contrario.
Pero ¿ Qué hubiera pasado
de votar NO al pantano?
Es utopía pensarlo,
pues aún en asuntos graves
la política se impone
y aunque nos den por el saco,
el partido es quien dispone.
EL TÉFONO MÓVIL
Esto del “téfono móvil”
es un invento genial.
Que te vas con las ovejas,
pues te lo puedes llevar,
y si has de ir con las vacas
tampoco lo has de olvidar,
pues, así, tu fiel contraria
puede llamar y decirte:
-vuélvete ya ta la casa
que se pasa la paella
y ya sabes que el conejo
frío, está como una tieda,
que no lo come ni el perro-.
Si nos vamos de rebajas
a Huesca o a Zaragoza,
delante el escaparate
del Corte inglés o de Zara:
-¡Miguela, que estoy aquí,
en el centro comercial,
que si quies bragas verdes
u las quies colorás.”
-“Igual me da Josefina,
con tal de que sean finas.
De paso mira, a ver si hay
calzoncillos de franela,
de esos que llevan gatera
y pantalones de pana
para ir el niño a la escuela.,
y me miras una faja
pal reuma de la abuela
y para el abuelo un gorro
que sea de buena tela
y que sea de orejeras.
Para el Horacio otra boina
pues la tié echa una pena.
Si pasas por Continente
me miras aquel casete
de jotas de picadillo,
que quiero cantarle al Paco,
como al tute, las cuarenta,
pero con buen estribillo.
-¡Para el carro, ya, Miguela!
que se me acaban las pilas
y este trasto es una ruina
y me paice que otra vez
lo dejaré en la cocina
pues venir a Zaragoza
es como irse a la China,
pues toos pasáis por casa
a encargar a esta vecina
que os traiga medio Gran Casa,
un cuarto de Continente,
y una pizca Corte inglés
y aunque viniera en tractor,
esto ya no pué ser,
pues, además la factura
del móvil la pago yo.
Mejor me voy al Caribe,
que me sale mas barato
y en enero tomo el sol.
-Adiós, Josefina, gracias,
No te escucho bien, perdona.
Traime to lo que hi dicho
Y acuérdate de comprame
las cuchillas de mi Paco
que sólo hay en Mercadona.
De "Camino a Peñagembres", que algún día verá la luz como publicación, espero
ALEG-RIO
Solo su evocación es fuente de alegría, ...
cuánto más recorrerlo y vivirlo
arrastrando los pies en su corriente.
ALEG-RIO
Solo su evocación es fuente de alegría, ...
cuánto más recorrerlo y vivirlo
arrastrando los pies en su corriente.
Fue el Oja el primer río
que aprendí a gozar y respetar.
En los inviernos era una frontera,
apenas intuida, alejada del juego,
despojada de música,
cubierta de silencio,
habitada de viento y hojas muertas.
Nada se nos perdía en sus orillas.
Dormían los cangrejos y las truchas.
Era un hogar seguro la Florida
y su almohada marchita,
tejida en las acacias.
Pero abril parecía encender la luz del soto
y un reclamo oloroso surgía de los chopos.
Los senderos volvían a nacer
y túneles de pámpanos
acariciaban el rostro de los niños.
Clavábamos las uñas
en la piel blanda de los álamos
para poder oler su savia.
Hacíamos silbatos con sus ramas tiernas.
Íbamos, poco a poco,
acercándonos al concierto
cada vez más ruidoso de la orilla.
Ranas, pájaros, abejas, mosquitos, mariposas,
además del aroma de las flores silvestres,
orquestaban la seductora música
que dirigía el río,
colmado de deshielo.
Misteriosas veredas
nos llevaban a descubrir la jungla,
sin tigres, ni leopardos,
pero si con arañas colgadas
en sus laberintos de finísimo cristal
brillando al sol y culebras
huyendo sigilosas de la presencia humana.
La hierbabuena de río despedía
una fragancia fresca que lo envolvía todo
y se iba convirtiendo en una referencia,
inevitable y necesaria, del recuerdo.
que aprendí a gozar y respetar.
En los inviernos era una frontera,
apenas intuida, alejada del juego,
despojada de música,
cubierta de silencio,
habitada de viento y hojas muertas.
Nada se nos perdía en sus orillas.
Dormían los cangrejos y las truchas.
Era un hogar seguro la Florida
y su almohada marchita,
tejida en las acacias.
Pero abril parecía encender la luz del soto
y un reclamo oloroso surgía de los chopos.
Los senderos volvían a nacer
y túneles de pámpanos
acariciaban el rostro de los niños.
Clavábamos las uñas
en la piel blanda de los álamos
para poder oler su savia.
Hacíamos silbatos con sus ramas tiernas.
Íbamos, poco a poco,
acercándonos al concierto
cada vez más ruidoso de la orilla.
Ranas, pájaros, abejas, mosquitos, mariposas,
además del aroma de las flores silvestres,
orquestaban la seductora música
que dirigía el río,
colmado de deshielo.
Misteriosas veredas
nos llevaban a descubrir la jungla,
sin tigres, ni leopardos,
pero si con arañas colgadas
en sus laberintos de finísimo cristal
brillando al sol y culebras
huyendo sigilosas de la presencia humana.
La hierbabuena de río despedía
una fragancia fresca que lo envolvía todo
y se iba convirtiendo en una referencia,
inevitable y necesaria, del recuerdo.
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