El olmo de la imagen, La Olma, era un ejemplar de dicho árbol que, como tantos otros, murió por la enfermedad de la grafiosis. Los que la conocimos y disfrutamos, los que estuvimos albergados bajo su sombra, llegamos a amarlo como a un personaje más de un lugar diminuto, llamado Riocavado de la Sierra.
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viernes, 18 de diciembre de 2020
lunes, 4 de mayo de 2020
ROMANCE DEL CONFINADO
Desde que empezó el encierro
algunos han porfiado
para hundir a este gobierno
con mentiras a destajo
y una estrategia muy clara
tal como en el dos mil cuatro,
al perder las elecciones
tras el horrendo atentado.
Primero, sembrar la duda,
mostrándose muy indignados,
luego, enseguida, acusar
de haber sido descuidados,
dejando que se juntara
la gente el ocho de marzo,
mientras aquel que lo dice
se fundió en
cientos de abrazos,
sin que podamos saber
a cuantos pasó el contagio
de ese simple virus chino,
que
él, como buen macho hispano,
vence sin problema alguno,
viviendo para contarlo.
Como un martillo pilón
son Abascal y Casado,
compiten en ver quien da
golpes cada vez más bajos
y quien pone más querellas
en diferentes juzgados
para seguir con el juego
de tenernos emporcados,
a ver si sacan partido
de este fatídico estado,
en vez de arrimar el hombro
para, así, echar una mano.
Pero eso no está en la mente
de esos dos iluminados
que quieren seguir la estela
de los Trump y Bolsonaro,
que animan en sus países
a no estar tan confinados.
Es cosa de comunistas
seguir todos el dictado
que aconseja la razón
y no el ser bolivarianos,
el mantra que siempre usan
para hablar del adversario
los que vociferan mucho,
aunque sin argumentario.
No proponen soluciones
y gritan desaforados
que Sánchez es responsable,
además de un matasanos
que ha cargado a sus espaldas
docenas de asesinatos
y quiere a los españoles
en un gulag encerrados,
volver al racionamiento
como en los tiempos de Franco
con sus colas y cartillas.
A todos ha traicionado,
empezando por los muertos
a los cuales no se ha honrado
con el luto, las banderas
y funerales de Estado,
lo único que han propuesto
en todo lo que llevamos
desde que se dio la alarma
y en casa nos encerramos,
el tándem de intelectuales
del Abascal y Casado.
Aunque no tengan un plan
ni peor, ni mejorado
de éste que por toda España
se está llevando a cabo,
su deseo es acabar
como sea, a trabucazos
con esos indeseables
que, por fin, se han coaligado
y hace apenas cien días
que llevaban gobernando,
tiempo, al parecer, de sobra
para intentar derribarlo,
pues su legitimidad
nunca la han aceptado.
Solo respetan las urnas
y resultan de su agrado
siempre que les favorecen
con muy buenos resultados.
¡Que se preparen las hordas!
Abascal monta a caballo
y a su lado el Santo Job,
es decir, Pablo Casado,
volverán a batallar
en el Congreso y juzgados
para alcanzar el poder
que les han arrebatado
esos socio-comunistas
a quien solo cabe ¡echarlos¡
porque hagan lo que hagan
son igual que endemoniados
diablos con patas y rabo
y bolcheviques taimados
que nos han sumido a todos
en un descomunal caos.
Para pararlos ya tienen
un efectivo tinglado,
de nuevas asociaciones
con decenas de afectados,
que serán los que presenten
denuncias en los juzgados
para sacar gran partido
a unos cuantos contagiados.
Es lo mismo que ya hicieron
tras el año dos mil cuatro,
cuando sin ningún pudor
el dolor politizaron,
como aves de carroña
los muertos utilizaron
para esconder sus miserias
y engañar a los incautos.
Ahora, en medio del encierro
parece que valoramos
a quienes nos proporcionan
lo que más necesitamos,
alimentos, carne y fruta
de cualquier supermercado,
dependientas, dependientes,
a los que les ha tocado
estar al pie del cañón
para todos trabajando.
Pero, para que nos llegue
todo lo que es necesario
se necesitan, primero,
muchos miles de operarios,
cortando en los mataderos
y trabajando en el campo,
cogiendo fruta y verdura,
hacen falta muchas manos.
Hace mucho tiempo ya
que quien hace ese trabajo
son casi solo inmigrantes
de América y africanos,
asiáticos y rumanos…
a los que Abascal desea
que sean pronto expulsados
porque comen nuestro pan
y nos dejan sin trabajo,
cuando la pura verdad
es bien todo lo contrario
y si no fuera por ellos
que trabajan a destajo
por sueldos bien miserables
y con un trato inhumano,
íbamos a comer todos
la puntita de un carajo.
miércoles, 15 de abril de 2020
Esta carta fue publicada en la sección de cartas al director en el Periódico de Aragón durante el verano de 2019
Muy
señor nuestro:
Me
gustaría hacerle llegar, a través de la presente, mi humilde opinión sobre la
visita protagonizada por usted al Valle de Chistén, en julio de 2019.
En
primer lugar me hago una pregunta ¿Acaso para usted el estar en funciones como
Consejero significa en realidad estar de vacaciones?
Me
explico.
A
cualquier estudiante, por poco espabilado que sea, no se le escapa que, si en
un examen mete la pata hasta el cuezo y la caga, no puede aducir que la culpa
fue del profesor, que le metió presión y el nerviosismo le pudo, cuando la
pregunta era del calibre de ¿Cuánto son dos más dos? o ¿Cual es el río más
grande y caudaloso que atraviesa su Comunidad?.
Si
usted contesta que es el Guadalquivir y, además, porfía, intentando convencer
al maestro de que su respuesta es la
correcta, lo lógico no sería que le pusiesen un simple suspenso o insuficiente,
sino un cero rotundo.
La
cuestión real que nos ocupa es sencilla. Usted dijo de forma reiterada algo
totalmente falso, al manifestar ante sus examinadores (Vecinos del Valle y
demás personas) que Aragón no había suscrito, ni apoyaba ningún Convenio
referente a la reintroducción de los osos en la zona del Pirineo Central,
situada entre Aragón, Cataluña y Francia y que por lo tanto el Gobierno de
Aragón no tenía ninguna obligación sobre la vigilancia y seguimiento de estos
animales para, entre otras cosas, advertir a los ganaderos con tiempo
suficiente para manejar sus rebaños y poder evitar, en la medida de lo posible,
una desgracia, como lo fue el ataque del oso Goiat a dos terneros que
resultaron muertos.
Lo
que se le demandaba era razonable y hubiera requerido, al menos, ir con la
verdad por delante y no responder con milongas y repetir una y otra vez que el
Guadalquivir pasa por Zaragoza.
Si,
ahora, para tapar semejante metedura de pata, que requeriría, en justicia, una
dimisión inmediata en sus funciones (Aunque sean en funciones), decide tirar
por la vía de aplicar la Ley Mordaza y considerar como una agresión el
escrache, protesta o como quiera llamarlo, que acabó en la rotura parcial de
una de las ventanillas de su coche oficial, creo sinceramente que al cero
inicial de su examen añadiría usted otro muy deficiente en conducta y sobre
todo en sentido común.
No
se puede mentir públicamente una y otra vez cuando se le confía un cargo
público de envergadura, muy bien remunerado y esperar que encima le sonrían y
se conformen con palmaditas en la espalda.
He
de decir, finalmente, que el manejo de un truco, cuando es grande y en caso de
aglomeración de trucadores, no siempre resulta sencillo y el cálculo constante
de su contoneo, en relación a posibles encontronazos, resulta difícil de
controlar y aventurar.
Tal
vez, en esta ocasión, debería usted meditar sobre sus respuestas en el examen,
envainársela si hacer mucho ruido judicial y probar en septiembre, pero en otro
trabajo, a ver si hay más suerte.
Me
despido de usted, señor Olona, deseando que las excesivas olas de calor de
Tierra Plana no le hagan mucha mella.
Un
saludo de Gonzalo del Campo Antolín.
En
mi carta al señor Olona ha podido parecer que cuando hablaba de mentiras me
refería a que Aragón si ha suscrito o apoya un Convenio sobre el asunto de la
reintroducción del Oso en el Pirineo Central. Nada más lejos de mí que querer mentir, a mi vez afimando, algo que no
es cierto. A lo que yo voy es a la responsabilidad y la obligación que Olona
dijo no tener como Consejero del Gobierno de Aragón. Ahí reside la milonga y la
mentira que tantas veces los políticos esgrimen para esconder la inacción o la
incompetencia. Del hecho de no haber suscrito un Convenio no se deriva
automáticamente que la responsabilidad y la obligación de informarse e informar
desaparezca. No se puede ir al Valle de Chistau, sin haber hecho ciertos
deberes, como haberse puesto previamente en contacto con Cataluña y Francia o,
con los años que lleva el tema coleando, implementar medidas para dar respuesta
a casos como este. Yo también considero valentía (U osadía, no sé), acudir
para, como única respuesta decir que el asunto no me compete o no es de mi
responsabilidad.
SOBRE EL ORDEN DEL DIA, DE ERIC VUILLARD
Eric
Vuillard, en el “Orden del día” me parece muy hábil por la manera de plantear
la novela.Como si fuera Houdini o Copperfield ocupa nuestra atención,
presentándonos a unos protagonistas importantísimos e imprescindibles para una
representación tan grandiosa como es una guerra y más tratándose de la más
mortífera que ha habido en la Historia. Incluso nos da una lista con nombres y
apellidos, en las que son todos los que están pero no están todos los que son
(Ford, IBM, Coca Cola, por ejemplo). El relato promete, parece que vamos a
adentrarnos en el peligroso mar de los grandes tiburones que deciden realmente sobre el presente y el futuro y luego nos
encontramos (aunque muy bien relatado)con una galería de secundarios a los que
la Historia ya nos ha mostrado bastante a menudo. Se aleja en el tiempo hasta
Lord Halifax, que como responsable político inglés no tuvo a bien socorrer a
los irlandeses en el trance más catastrófico demográficamente hablando, que ha
vivido Irlanda (la Gran Hambruna que acabó con la vida de dos millones de
personas y provocó una oleada de migración masiva hacia América). Luego da un
salto a la época de la política de apaciguamiento, para mí un tiempo
ignominioso que, a veces, me recuerda a los que ahora mismo vivimos. Es más que
curioso el apodo de Chamberlain, “el Arrendador”, en su calidad de casero de
Ribbentrop y me encanta como narra la comida en la residencia de los
Chamberlain, con el matrimonio Ribbentrop, como invitados y con el escenario de
la invasión de Austria como telón de fondo.
Hay
frases que se ajustan a la realidad y la expresan claramente como ”Las empresas
no mueren como los hombres. Son cuerpos místicos, no perecen jamás”, en alusión
a Oppel, Krupp, Varta, BASF, Bayer,, AGFA, IG Farben, Siemens, Allianz,
Telefunken (Hugo Boss, que no nombra). La terca realidad nos lo muestra a día
de hoy de forma contundente. Los humanos somos contingentes, las empresas
necesarias. Otra que remacha la anterior sería “ Como puede verse, la
ingeniería financiera se ha prestado siempre a las más nocivas maniobras”,
cuando habla de la producción de tanques para el ejército alemán en el extranjero.
Hoy en día, desde mi punto de vista hay una imagen que supera a cualquier
concepción que tengamos sobre los manejos secretos de los banqueros (que ya los
damos por sabidos y consentidos) y es la del Príncipe Salmán de Arabia (El
Asesino, casi confeso de su paisano periodista), en el centro de la foto, entre
los mandatarios políticos más importantes del planeta, presidiendo la reunión
del G-20, que deja muy por debajo a la del macho alfa Putin, dándole la mano al
estilo de colegas del trullo, poco menos.
Otra
clave de la novela, la encuentro en “El mundo se rinde ante el bluff. Incluso
el mundo más serio, más rígido, incluso el viejo orden, aunque nunca cede
cuando se exige justicia, aunque nunca se doblega ante el pueblo que se
doblega, SI SE DOBLEGA ANTE EL BLUFF”. Eso, Clara, si es realmente lo que ahora
si se está repitiendo. Nosotros (genéricamente hablando) nos doblegamos ante el
bluff y por ignorancia y desidia somos capaces de votar a VOX, a La Pen, a
Amanecer Dorado o a la burra que te coceó. A la cabeza del mundo se adelanta un
cerebro inestable y caprichoso. No sé si fue un presidente estadounidense que
ya advirtió a la gente de su país sobre poner al frente del gobierno a comerciantes (Bush, ya lo era y nefasto, por
cierto, como hombre de negocios me refiero). De la deriva de EEUU, daría para
hablar largo y tendido (Para mí Noam Chomsky sigue siendo el referente como
conecedor y divulgador de la realidad de su país)
Otro
ejemplo de frase a extraer: “En ese grande y sórdido cambalache, donde se
gestan ya los peores acontecimientos, impera un respeto misterioso a la
mentira”. Parece que estuviera hablando de la Europa de ahora mismo, de la
España de hoy.
Me
gusta, y es la manera que tiene Vuilard de cerrar el círculo de su novela, que
vuelva al viejo Krupp, senil, viendo a los espectros de los asesinados en los
campos de concentración, caminando hacia él, desde el ángulo más en tinieblas
del salón, diciendo “pero ¿Quién es toda esa gente?. Vuilard practica el
optimismo de Shakespeare, el que tendemos también a tener nosotros por nuestra
educación y la bondad de nuestros progenitores.
Hace
falta que la enfermedad les haga débiles a todos esos que deciden en la sombra,
por encima del Goobels discapacitado y servil para con su amado Fhürer, del morfinómano
Goring, de los Himmler, los Heyndriks, los Menguele y por supuesto de todos
aquellos a los que aquel pastor, Martin Niemoller invocaba cuando decía aquello
de “Cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie”, para que comiencen a ver
las cenizas de sus crímenes. ¿Qué más da ya esa última locura, si ya han dejado
siembra para continuar esa otra locura, la más letal y verdadera con la que nos
empujan a todos al abismo.
Como
bien dice Vuilard al final “Nunca se cae dos veces en el mismo abismo. Pero siempres
se cae de la misma manera. Con una mezcla de ridículo y pavor”.
SOBRE EL
LIBRO EL RUIDO DEL TIEMPO
Convertir en
sagrada la abyección
como si
fuera lo más natural
acallar la
palabras y la música
exigir el
silencio o expresarse al dictado.
Suicidarse
para sobrevivir.
Aún muerto,
te reclama tu obra
te interroga
y te escupe a la cara
con su sola
presencia.
Luces de
libertad,
inquietos
pájaros sobrevolando el miedo,
abrazando
con fuerza la desbocada juventud
la cima
incontestable del deseo,
acariciada
apenas un instante.
Lo sublime
se expone a no ser invisible.
Nada es
gratis y menos aún la gloria
cuando el
poder reclama la factura
el óbolo que
obliga al creador
a formar
parte del séquito.
La
ingenuidad de Shakespeare nos llega
un poco a
todos, al pensar como él
que los
tiranos albergan pesadillas
y son
acosados por espectros de sus asesinados
y sufren, en
el fondo, sus infamias.
La terrible
verdad es, sin embargo que: “si penetras bajo la piel de uno de ellos y
atraviesas una capa tras otra, descubrirás que la textura no cambia, que el
granito envuelve más granito y no hay una caverna de conciencia que encontrar”.
¿Y los demás
que esperan del artista
que elabora
su obra en los infiernos?
¿Qué salte
la ventana y se desprenda
del pegajoso
abrazo de la hidra?
¿Qué arriesgue
las vidas que no tiene
en ser un
héroe por cada una de ellas
para saciar
el hambre de espectáculo?
La puerta
del infierno cristiano, en Santa Fe de Conques, muestra la boca abierta de de
un monstruo que traga incansablemente a sus víctimas desnudas, sin nada que les
identifique salvo el sexo. Acaban siendo iguales los graves militares, los
burócratas grises, los músicos geniales, los obreros que se atrevan a pensar,
las mujeres que deciden por sí mismas…
No hace
falta siquiera rebeldía. Cualquiera puede ser víctima, tanto por sus palabras y
sus actos como por sus silencios y omisiones.
Solo quedan
las sombras que proyectan las siluetas de los que sobreviven a artistas y
tiranos y a cualquier situación. Ellos nunca serán tachados de cobardes. No
serán ni mártires ni héroes. Tan solo ejecutores en la sombra. Las células
siamesas, uniformes, necesarias e imprescindibles para alimentar la tiranía,
los diablos que nutren de almas las calderas, mirando de reojo, siempre, hacia
el tirano.
Ellos
ignorarán siempre a Chejov porque nunca escribirán nada, excepto las denuncias.
TEXTO DE 2019
LOS LÍMITES DE LO POSIBLE
LOS LÍMITES DE LO POSIBLE
Pensábamos que todo estaba visto, que los límites de lo
posible ya no alcanzarían ninguna otra frontera que nos llevase a un mundo
imaginario, ya sea idílico, ya de pesadilla.
Ver y oír hablar a algunos de los “jóvenes” políticos que
compiten por alcanzar la gloria del máximo estrellato político y el acceso más
seguro a las puertas giratorias y la, casi segura, inmunidad judicial por el
aforamiento, es como entrar en la casa de los horrores, el tren de la bruja, la
montaña rusa y el túnel del tiempo, todo a la vez.
En lo que coinciden casi todos los candidatos es en aplicar
la máxima atribuida a Goebbels, una de las manos derechas de Hitler, de que una
mentira repetida hasta la saciedad, acaba por convertirse en verdad.
Pablo Casado, como su homónimo, el apóstol, parece haberse
caído del caballo y, quizá del golpe, ha visto la luz en forma de Santiago, que
viene a galope desde Covadonga para echar a los sarracenos, comunistas y rojos
en general. A unos al mar, imagino, para hacer compañía a sus paisanos huidos
desde hace siglos por la intolerancia, a los que hoy mismo se ahogan por
centenares en su afán por llegar a un falso paraíso y a otros a los gulags que
estarían dispuestos a construir para cambiar las mentes de todos los que no
piensan como ellos, de manera parecida a
como pretende hacer el cardenal Reig Pla con los homosexuales-
Son demasiado jóvenes para haber interiorizado la imagen que
a muchos intentaron inducirnos a la fuerza en la educación, en los tiempos del
franquismo, donde desde Viriato, pasando por
Don Pelayo, el Cid Campeador, los Reyes Católicos, Cortés, Pizarro y
otros conquistadores, España aparecía como aquella “Unidad (léase nave
espacial)de destino en lo Universal (léase Agujero Negro)”, en la que todo
resplandecía, ondeaban al viento las banderas preconstitucionales, siempre
estaba amaneciendo y había solo camisas nuevas sin ningún remiendo. Nada de
cunetas con paseados y desaparecidos, nada de orfanatos con cabezas de niñas y
niños rapadas al cero, nada de monjas y curas ladrones de recién nacidos, nada
de esclavos recluidos en alguno de los casi 300 campos de concentración que llegaron a montar, nada,
en fin, de la corrupción instalada hasta el tuétano, en un país donde militares
y eclesiásticos se repartían el pastel a partes desiguales, mientras los
humildes, vencedores o vencidos (Todos vencidos, al fin y al cabo), pasaban
hambre y estaban sujetos al más absoluto silencio, impelidos por el miedo.
Así viene Santiago, envuelto en el halo amarillo de los
rayos divinos, que esconden con su brillo y oropel, las miserias de antes y de
ahora, la desigualdad que siempre propician los que lo quieren todo y aplastan
sin miramientos a los que nada tienen.
El trío del llamado TRIFACHITO representa precisamente eso,
la perpetuación de la desigualdad y el servilismo mas abyecto a los poderes
económicos y empresariales que cualquiera que no esté enteramente ciego puede
ver cómo nos tratan. Mientras tanto
repiten como mantras España se rompe, España se rompe, Golpe de Estado, Golpe
de Estado…La mejor manera de hacer olvidar reformas laborales nefastas, el
traspaso de miles de millones de dinero a amigos millonarios, la precarización
de las pensiones, la educación, la sanidad , las cloacas del Estado que se
dedican a impedir el libre ejercicio de cualquier opción política (sobre todo
si es de izquierdas) y todo aquello a lo que jamás le dedican ni cinco minutos
en debates que nunca se salen del guión.
Torra, Puigdemon, Rufián, Otegui, ETA y el principal resucitado, que
aparece detrás, entre la niebla, la momia de Franco, condicionando el presente,
cada vez que oímos mentir y provocar a esos jo-viejunos que aspiran a alcanzar
el poder a cualquier precio.
Y aún habrá quien les quiera dar su voto. Que desgracia. Por
fortuna se han quedado lejos de poder formar gobierno.
Aunque este texto ya tiene un tiempo, no deja de estar vigente. Más aún parte de lo que aparece reflejado se agudiza en estos tiempos de pandemia vírica
DESDE EL TIOVIVO
En este tiovivo en que se ha convertido el espectáculo de la política
española, somos como niños grandes subidos al caballito que da vueltas y
vueltas, rodeado del mismo paisaje monótono y constante, en el que se repiten
las mismas caras, los mismos gestos y las mismas proclamas una y otra vez.
Mientras giramos vemos en primer plano apenas una docena de rostros que solo
pronuncian las mismas frases. Oímos España se rompe varias veces en cada
vuelta, hay por lo menos un golpe de estado del independentismo, ayudado por un
radical llamado Pedro Sánchez, al menos una vez en cada giro y la palabra
Cataluña flota como notas sueltas de un pentagrama, desde muchas gargantas y en
muchos tonos diferentes, formando una barrera casi infranqueable que obstruye
la visión de lo que hay detrás.
Casi en ese mismo primer plano, caras de tertulianos, de presentadoras y
presentadores famosos que juegan con esas mismas frases, las rebozan como
croquetas, las analizan una y otra vez igual que los insectos a la visión de un
microscopio. Tanta monotonía nos marea y nos produce nauseas, así que para
mitigarlas intentamos mirar por entre los huecos que nos dejan esos personajes
y acertamos a ver las peleas de gallos que interpretan sus seguidores. Entrevemos
codazos, zancadillas, alguien que muerde a otro la oreja, algún tirón de pelo.
Casi todos en ese segundo escalón parecen agitados, turbulentos, excitados por
llegar a asomar sus cabezas entre los espacios que dejan libres sus líderes,
quienes parecen ajenos al guirigay, como si no fuera con ellos. Después de la
tormenta, a los heridos y magullados
vencidos se les ve marchar resignados o volviendo la mano alzada como amenazando
con volver o querellarse en los tribunales. Poco a poco la tranquilidad se
impone y a ese segundo plano asoman personajes con pinta de banqueros que se
colocan estratégicamente en ese mismo plano. Provocan que los que están delante
miren de reojo para tener seguridad de que ya están allí sus valedores.
Pronto deja de tener interés para los que siguen girando aquel grupo y
miran más allá, donde la vida parece transcurrir ajena al volteo incesante del
tiovivo. Más allá de ese muro de aspirantes a ocupar la barrera que casi tapa
la visión de lo que hay detrás, se ven escenas entrecortadas de la realidad.
Gente que abandona sus casas, desahuciados por haberse quedado sin trabajo o
por ser las víctimas de esos fondos buitres a los que se la suda dejar gente en
la calle, cuando les doblan el valor del alquiler. Dependientes que mueren
esperando una ayuda prometida e incluso comprometida por los miembros del
Congreso y convertida en ley. Mujeres que mueren por una violencia machista que
no todos los jueces acaban por tomarse en serio y que algunos descerebrados
ponen en entredicho a pesar de la evidencia. Ancianos que atienden a sus hijos
y a sus nietos como el último asidero contra la falta de trabajo y
oportunidades con su menguada paga. Inmigrantes que pasan sus días en los
Centros de Inmigración, tratados como delincuentes, esperando eternamente a ver
que hacen con ellos. Todos los que no llegamos a ver porque se ahogan
intentando cruzar el ancho mar después de haber cruzado el más vasto desierto.
Miles de jóvenes con estudios que han tenido que dejar el país para trabajar en
cualquier cosa, llevándose con ellos el deseo de acabar por hacer lo que les
gusta, pero fuera de aquí, donde sin duda necesitamos su talento. Gente sin
techo que malvive por doquier, mientras los pisos vacios se cuentan por
millones y sube de nuevo el alquiler hasta cotas impagables para muchos. Todo
esto y mucho más es un murmullo apenas audible al que apagan todos los
exabruptos, todas las mentiras que nos escupen a la cara cada día, para
encabronarnos, para meternos miedo, para sembrar aún más la semilla de la
desidia.
Aunque desde ese tiovivo se vean sobre todo los árboles del primer
plano, deberemos llegar a ver el bosque, no para cagarnos en todo (que también
cabe), sino para darnos cuenta de quién intenta alejarnos más de la realidad y
vendernos mentiras peligrosas que lucran a unos pocos y a los demás pueden
acabar haciéndonos cada vez un poco más esclavos. Quienes quieren eso sabemos
quiénes son, porque ya se han vendido anteriormente y volverán a hacerlo, pero
con más violencia y prepotencia si es que cabe a la hora de obedecer la voz y
los deseos de sus amos.
LOS CABALLITOS
Solo una vez al año, por septiembre, cuando aún jugábamos todos los días
en la calle hasta hacerse de noche, llegaba el tiovivo, el único que adornaba
la pequeña feria de barracas que durante tres días animaba la esquina entre la
carretera, la Florida y los Soportales. Junto a él, la churrería de
Lorenzo, donde supe por primera vez a
qué sabían los churros. Me gustaba aplastarlos en el azúcar del fondo para
endulzarlos. No eran muchos y por eso los degustaba despacio, mientras miraba
dar vuelta al tiovivo de los caballitos. Así llamamos en adelante a todas las
ferias, fuera grande o pequeña, los caballitos. Entonces todos eran caballos de
madera fijados a una barra, subiendo y bajando. No había ambulancias, ni coches
de bomberos o de carreras, motos o aviones. Eran caballos blancos, negros,
tordos, pintados con colores brillantes
y llamativos que se reflejaban en los fragmentos de espejos colocados como
mosiacos, multiplicando las imágenes, las luces, el colorido, los padres y los niños
que miraban. Montarse en ellos era entrar en un espacio aparte, donde por breves minutos parecías
vivir en un mundo de fantasía donde los personajes dibujados en el techo y en
los paneles del eje central en cualquier momento podían empezar a hablar. Con
cuatro o cinco años, miraba con la boca bien abierta todos y cada uno de los
detalles que me envolvían. Cada caballo tenía su nombre, sobre todo aquellos
que aparecían en los libros de historia o en las novelas. Rocinante, el caballo
de Don Quijote, que allí era un corcel blanco, nada escuálido, galopando veloz
como el viento, con las crines revueltas y esparcidas por su poderoso cuello.
Babieca, el caballo del Cid, que fue capaz de ganar una batalla con el cadáver
de aquel famoso personaje a su grupa, infundiendo el miedo entre sus enemigos,
según cuenta la tradición. Dicen que murió dos años después que el Cid, con
cuarenta años. Bucéfalo, el caballo azabache de Alejandro, que solo se dejaba
montar por él, resultaba dócil, allí quieto, en la barra de madera, aunque
pareciese encabritado. Tornado, el caballo del Zorro, que siempre acude cuando
lo necesita. Silver, el caballo blanco del Llanero Solitario, en el que
recorrió montado, el viejo Oeste. Marengo, el valiente caballo de Napoleón, que
le acompañó hasta su derrota en Waterloo. Hasta había un Pegaso con sus alas
desplegadas, donde todos los niños queríamos montar porque no era lo mismo la
sensación de correr que la de poder volar, aunque l recorrido y el sube y baja
fuera igual para todos. Era el tiempo de soñar, cuando todo estaba aún por
descubrir, cuando éramos capaces de pasar como culebras por debajo de las
puertas para coger puñados de coloridos papeles de faisán, cuando podíamos orinar
junto a los pasos de Semana Santa sin que nos llevasen presos o nos cayese una
buena bronca. El tiempo de la inocencia
que nos llevaba a creer en caballos voladores o pensar que Pulgarcito,
Bolita, Caperucita Roja o el Gato con Botas eran más cercanos que cualquiera de
esos pueblo o ciudades de los que oíamos hablar pero que tardaríamos en
visitar, Haro, Zarratón, Labastida...
Pasado ese tiempo, mucho después volví a ver esa misma ilusión y esa
inocencia reflejada en otras caras, en otros niños y niñas que se subían al
tiovivo entusiasmados, con la prisa por alcanzar su caballo o su asiento
favorito. Nada cambia, aunque ya no sean caballitos o estos se conviertan en
naves espaciales que les lleven al mismo lugar, ese espacio infinito de la
imaginación que nunca deberíamos perder
y que nos acompaña siempre, aunque olvidemos poco a poco que lo llevamos
dentro.
LA SAL DE LA TIERRA
Sebastiao Salgado, uno de los
grandes fotógrafos a caballo entre los siglos XX y XXI y su fascinante vida son
los protagonistas de un documental relizado por Win Wenders titulado la Sal de
la Tierra. Sebastiao Salgado, brasileño de nacimiento, se fue de Brasil a finales
de los años sesenta junto a su mujer, Lélia, a París para trabajar como
economista. Allí la fotografía se cruzó en su camino y fue tal el flechazo que
decidió, junto a su compañera, dedicarse por entero a capturar imágenes
valiosas que dejaran testimonio veraz del mundo que le ha tocado vivir. Su vida
puede interpretarse como un carrusel, un tiovivo o una montaña rusa, en la que
tras dar continuas vueltas y tras tanto sube y baja, acaba por volver al punto
de partida al concluir el viaje. La vida dura, desde luego, algo más que un
viaje en una atracción de feria, pero a la postre y simbólicamente, la vida
humana es corta y aunque nos parece poder saber de dónde venimos, desconocemos
por entero nuestro destino más allá de la muerte.
Su obra como fotógrafo ha sido
un viaje continuo entre la vida y la muerte. Desde pueblos perdidos de los
Andes como los Saraguros, donde algunos lo consideraban un enviado de los
dioses para observarlos, pasando por los Mixes de Oaxaca y Tarahumara
mexicanos, recorrió en los años setenta y ochenta, cámara en mano, buena parte
del continente americano. Fotografió el norte de Brasil, la manera de encarar
la muerte de sus niños y la vida dura de un sahel americano duro, seco y pobre.
De allí pasó a plasmar las hambrunas de Etiopía y Mali que diezmaron sus
poblaciones y dejaron imágenes indelebles
sobre una de las lacras humanas evitables y que hicieron conocer aún
más a Salgado la condición cruel del ser
humano, pero también la contraria, la
altruista de la mano de los miembros de Médicos sin Fronteras. La pobreza
invisible fue la principal protagonista de sus fotografías durante esos años.
Tanto el libro de las Américas como el del Sahel africano los publicó en 1986.
Los siguientes años trabajó en
un nuevo proyecto, al que tituló “Trabajadores”, en el cual aparecían los
desguazadores de barcos de Bangladesh, los mineros del azufre de Indonesia o
los garimpeiros de la Sierra Pelada, que evocaban a ojos de Salgado la
construcción de las Pirámides. Allí aparecían las nuevas formas de esclavitud a
las que se someten muchos seres humanos para sobrevivir.
Entre el noventa y tres y el
dos mil recogió el movimiento masivo de personas desplazadas y las migraciones
masivas provocadas por la hambruna, las guerras, los desastres naturales, el
deterioro ambiental o la presión demográfica. Recorrió la India, Vietnam,
Filipinas, Sudamérica, Palestina, Irak, la antigua Yugoslavia y nuevamente
África (Rwanda y la República Democrática del Congo, sobre todo). En este nuevo
trabajo constató definitivamente la extrema violencia que el hombre ejerce
sobre el hombre. En Goma fotografió grandes máquinas excavadoras enterrando los
muertos por centenares y miles. Como él mismo dirá me asomé al corazón de la
oscuridad hasta llegar a enfermar del alma y dejar de creer en el género
humano y pensar que fuera posible su salvación como especie. De esta
experiencia llegó a publicar “Migraciones”, “Niños” y “Éxodos”.
En este largo tiempo había
tenido dos hijos y la hacienda de su padre había sufrido una larga sequía que
había convertido lo que Sebastiao recordaba como un paraíso en una estepa, sin
árboles, sin agua. Lélia tuvo la idea de replantar las seiscientas hectáreas de
terreno con más de cien especies de árboles de bosque atlántico y se creó el
instituto Tierra que ha logrado en estos últimos quince años la plantación de
millones de árboles. Esta regeneración de una tierra yerma supuso para Salgado
un resquicio con el que volver a confiar en la especie a la que pertenece. Le
dio también la inspiración para afrontar un nuevo proyecto, Génesis, en el que
pasó de ser el fotógrafo de lo humano a retratar de forma magistral, lugares en
los que el hombre no ha dejado su huella, ni ha sembrado el caos o la tragedia.
Plasmó en sus fotografías montañas, desiertos, océanos, animales y
pueblos que han eludido la impronta de la sociedad moderna: la tierra y la vida
de un planeta aún virgen. Tanto el proyecto GÉNESIS como el Instituto Terra,
fundado por Lélia y Sebastião Salgado, se proponen mostrar la belleza de nuestro
planeta, revertir el daño que se le ha causado y conservarlo para el futuro.
Es posible que a sus setenta y cinco años no le queden a Sebastiao
Salgado grandes viajes por hacer ni grandes obras que realizar, pero su vida ha
sido un carrusel que ha ido del paraíso al infierno y una vuelta a
reencontrarse de nuevo con el paraíso perdido, con la esperanza de que es
posible aún revertir todo el daño que el ser humano ha infligido al planeta.
Todo un ejemplo del camino a seguir para dejar un planeta suficientemente
habitable a las generaciones venideras.
Sobre Sebastiao Salgado
Biografía
domingo, 5 de abril de 2020
JULIO DE 2013 DE TARRAGONA A BURRIANA
Aún no ha amanecido en San Carles de la Rápita. Los tractores que apisonan la tierra son ruidosos fantasmas con la boca y los ojos de luz.
Los chalets, a pie de playa, reciben silenciosos el amanecer
El mar es una balsa. Se va quedando atrás el perfil alargado y plano de la embocadura del Delta. Un fino cordel de innumerables y diminutas luces acariciando el gris del mar y del cielo
La playa solitaria regala la frescura de su arena a mis pies descalzos, que afrontan una nueva jornada de camino
Al acabar la playa, la costa se hace un poco más abrupta, aunque no lo suficiente como para no recorrer su orilla. Al fondo se adivina un espigón
Más bunkers semienterrados. Siniestras estructuras abandonadas. Nos recuerdan un pasado no muy lejano. Parecen yelmos gigantes de titanes futuristas. Producto, sin embargo, de nuestra historia reciente.
Cuanto madruga el pescador y qué ajeno a mi paso
Las construcciones casi engullen la costa, una constante en esta parte del Levante español
El sol asoma, tímido para colorear el gris vibrante del mar. Rasga con suavidad las nubes
Pronto se abrirá paso siguiendo la estela luminosa de sus rayos
Una enorme pita nos dice mucho sobre la amabilidad del clima
Playas de piedra menuda se entreveran con pinares y viejas urbanizaciones
Cuanto abundan los feos cabezudos de cemento
Aún no se ve el sol, pero lanza sus rayos por encima de las nubes y se reflejan en un mar apacible.
Mirando hacia el sur ya se empieza a distinguir el perfil de lo que puede ser un complejo industrial
Una residencia, hotel, o lo que sea, casi invade la playa. Al menos me consuela que no esté cortado el paso como ocurre en otros lugares.
La España desarrollista nos dejó estampas como esta. La Fábrica de Cementos Portland de Alcanar desaguando directamente al Mediterraneo sus desechos
En Alcanar, es donde se encuentra la fábrica de cemento de Portland. También es el municipio en el que se produjo la tragedia de los Alfaques. El 11 de julio de 1978, un camión cargado de propileno explotó y acabó con la vida de 215 personas, muchas de ellas turistas extranjeros que se encontraban en un camping cercano, franceses, belgas, holandeses y alemanes.
https://www.lavanguardia.com/vida/20180711/45813941477/tragedia-alfaques.HTML
Entre la cementera y Alcanar, junto a las playas, aparecen chalets abandonados y vacios, que producen una sensación extraña, aunque no será la primera ni la última vez que aparecen lugares así, fantasmagóricos, entre tanta saturación de lugares abarrotados
Una larga hilera de palmeras flanquea el paseo marítimo de las Cases de Alcanar
Otra vez los búnkers
Comienza una zona de acantilado
La desembocadura de otro río, el Cenia, menguado en su final. Ni siquiera llega a desembocar en el mar. Una constante en toda la costa mediterránea. Justamente aquí está el límite entre Cataluña y la Comunidad Valenciana
Pequeñas y tortuosas calas de piedras
S
Se suceden calas como las de Playa del Riu de la Senia, la cala del Sol de Riu, la playa de las Deveses, la Cala de les Timbes. Muchas de ellas tienen enormes rocas ocupando parte de su espacio
Una zona de costa recortada, sin playas me obliga a separarme de la orilla
Un pequeño descanso para darme un baño reparador, tras unas cuantas horas de marcha
La mayoría de las calas de esta zona parecen de una roca frágil, que se derrumba con facilidad sobre las orillas. Aún así hay rincones agradables.
Otras calas son, la de la Foradada, la playa de les Cales, la Cala del Pastor, las Calas del Triador, la Cala del Pinar
Otras calas, la del Saldonar y la dels Cossis, la ultima antes de llegar a Vinaroz
Es día de mercado en Vinaroz
https://www.vinaroz.com/
Otro cauce ejemplar de esos que hacen que me explique por qué se pide agua en la costa mediterránea.La suya la gastan hasta la extenuación. Cuantas cosas tienen que cambiar
Otra vez aparece la costa plagada de turistas, que en pleno julio pasean en abundancia por los paseos marítimos
En Vinaroz, la primara playa se llama, irónicamente, del Río y nos acerca hasta el puerto.
Tras el puerto, la pequeña playa del Clot y muy cerca la plaza de toros
Atrás se queda Vinaroz
Otro cauce fallido que no llega a tocar el mar, junto a la playa de Aiguaoliva.
Una larga y estrecha línea de playa bajo un acantilado no muy alto
No se ve un alma en esta playa de piedras, salvo las gaviotas que se mecen en la orilla del mar
Playa Perrochos
Un lugar curioso
Mi destino de esta jornada, Benicarló. Hoy es el último día del Ramadán para los musulmanes, es algo que se nota en la ciudad, donde hay una comunidad bastante numerosa.
A lo lejos, el castillo de Peñíscola
La playa de Benicarló de atardecida y al fondo, el espigón del puerto
Las luces del paseo marítimo de Peñíscola
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