Este imagen ya es cosa del pasado. Las ruinas de Mediano estuvieron a la vista de todo el mundo durante mucho tiempo, hasta que un día decidieron derruirlas del todo con el pretexto del peligro que suponían. Yo creo que más bien generaban conciencia del despropósito que supuso inundar pueblos con mucha vida para un fin económico, que aunque benefició al país por lo que supuso de modernización, lucró y enriqueció sobre tiodo a unos pocos, que siguen siendo igual de inmunes a la acción judicial y a la protesta ciudadana, como en tiempos pasados. Las empresas eleéctricas en este país siguen haciendo y deshaciendo a su antojo.
LOS CABALLITOS Solo una vez al año, por septiembre, cuando aún jugábamos todos los días en la calle hasta hacerse de noche, llegaba el tiovivo, el único que adornaba la pequeña feria de barracas que durante tres días animaba la esquina entre la carretera, la Florida y los Soportales. Junto a él, la churrería de Lorenzo, donde supe por primera vez a qué sabían los churros. Me gustaba aplastarlos en el azúcar del fondo para endulzarlos. No eran muchos y por eso los degustaba despacio, mientras miraba dar vuelta al tiovivo de los caballitos. Así llamamos en adelante a todas las ferias, fuera grande o pequeña, los caballitos. Entonces todos eran caballos de madera fijados a una barra, subiendo y bajando. No había ambulancias, ni coches de bomberos o de carreras, motos o aviones. Eran caballos blancos, negros, tordos, pintados con colores brillantes y llamativos que se reflejaban en los fragmentos de espejos colocados como mosiacos, multiplicando las imágenes, las...
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