A
nuestra izquierda, mientras ascendemos, dejamos a la izquierda la playa de sa
Conca y unos islotes con el difícil nombre de “Es Cucurucuc de sa Cebolla”,
enclavados en la punta del Cap de Norfeu
Despues
de una larga y muy inclinada pendiente, llego a Cala Joncols. En el momento de
llegar todavía es temprano y Cala Joncols parece un lugar idílico, con unos
pocos coches que han llegado hasta allí por un camino sin asfaltar. Tan solo
unas pocas casas con jardines la rodean. Un joven qu encuentro junto a un
rimero de canoas me revela la presencia de una fuente en el extremo sur de la
pequeña playa. Me dice que no a todo el mundo se lo dice para que no abusen.
Resulta ser una fuente que tiene por tapón un palo que hay que sacar del
agujero para beber. Es una playa de piedra menuda en la que aprovecho para
darme un baño. Después de refrescarme, emprendo la subida, pendiente y sinuosa
y cuando llevo poco más de cien metros oigo el rumor de un barco de recreo que
se acerca a la cala y a los pocos minutos desembarca unos doscientos jóvenes
extranjeros, a los que a buen seguro, han vendido la excursión como una visita
a una playa virgen. Menos más que ya no estoy allí. Aquel desembarco de
ruidosos guiris que rompen el encanto de la soledad y el silencio es el primer
choque con la realidad de una costa invadida a oleadas. Imagino que vienen de
Lloret, Blanes o San Feliu de Guixols, donde las playas rebosan en los
mediodías.
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