Cada día son más los despropósitos que se dan en este país. El hecho de que se corten las declaraciones de Bárcenas en la televisión a estas alturas parece algo casi normal, ya que su propietario actual, el Partido Popular, la utiliza como le viene en gana, después de la purga tan bestial que han hecho, cual estalinistas desaforados o norcoreanos acérrimos del régimen. Ya no les basta con mentir a todas horas, ha empezado el periodo preelectoral y el todo vale se supera para alcanzar las mayores aberraciones que se pueden ver en algo que aún se llama democracia. La tele de Cospedal saca en un rótulo directamente la palabra burro bajo la fotografía de un político opositor, perteneciente al PSOE. La chabacanería más absoluta destapada sin pudor.
El País, periódico que algún día presumió de independencia y que también ha hecho una buena purga entre sus más valiosos colaboradores, decide no poner en primera página la noticia del momento, la excarcelación de Bárcenas y sus declaraciones sobre la caja B del PP y el conocimiento que tuvo de su existencia y desde el principio, el señor presidente del gobierno. Este señor por su parte sigue sin pronunciar el nombre de Bárcenas, como si de esa manera conjurase los fantasmas que aunque le dejan dormir (para tener insomnio haría falta tener una pizca de sentido ético), le pueden provocar urticaria al pensar que el número de ilusos existentes aún (cosa increíble) pueda descender y con ellos sus posibilidades de conservar el poder. Están desatados y ya no paran mientes a la hora de demonizar a Podemos, de sacar a ETA a relucir de nuevo (con el caso de los abogados detenidos en Euzkadi) y, por supuesto, jugar con el miedo de aplicarnos a la mayoría ( incluida la silenciosa, que tienen en tanta estima) esos mecanismos a su disposición que son la ley mordaza, y el juego a desaprobar la justicia cuando sus sentencias no convienen o decir que la acatan cuando falla a su favor.
Mientras tanto siguen los desahucios con alevosía, a las seis de la mañana, antes de amanecer, e implicando a bebés de dos meses. Si a un problema de cerebro (como dice Bárcenas) le unimos una ausencia clamorosa de corazón, las decisiones de nuestros gobernantes seguirán produciendo un desastre por goteo. Ufanos de poseer la fuerza de los medios de persuasión y de represión, seguirán despreciando a los que no son ellos mismos, seguirán tomándonos por idiotas, sacando de las penas a los delitos de guante blanco o consiguiendo que la justicia trate con muy distinto rasero a un personaje como Aguirre con toda su prepotencia delictiva que a alguien que ejerce sus derechos de ciudadanos y se le aplica todo el rigor mortis de la ley "Fernández Torquemada". Seguirán tirando de sus propias estadísticas que les contenten y puedan hacer dudar a más de un ignorante o infeliz.
Cada vez me cabe menos en la cabeza que pueda haber personas reflexivas o víctimas de las políticas de estos auténticos engendros, que puedan darles su voto. No creo que este país esté enfermo hasta tal extremo.
El País, periódico que algún día presumió de independencia y que también ha hecho una buena purga entre sus más valiosos colaboradores, decide no poner en primera página la noticia del momento, la excarcelación de Bárcenas y sus declaraciones sobre la caja B del PP y el conocimiento que tuvo de su existencia y desde el principio, el señor presidente del gobierno. Este señor por su parte sigue sin pronunciar el nombre de Bárcenas, como si de esa manera conjurase los fantasmas que aunque le dejan dormir (para tener insomnio haría falta tener una pizca de sentido ético), le pueden provocar urticaria al pensar que el número de ilusos existentes aún (cosa increíble) pueda descender y con ellos sus posibilidades de conservar el poder. Están desatados y ya no paran mientes a la hora de demonizar a Podemos, de sacar a ETA a relucir de nuevo (con el caso de los abogados detenidos en Euzkadi) y, por supuesto, jugar con el miedo de aplicarnos a la mayoría ( incluida la silenciosa, que tienen en tanta estima) esos mecanismos a su disposición que son la ley mordaza, y el juego a desaprobar la justicia cuando sus sentencias no convienen o decir que la acatan cuando falla a su favor.
Mientras tanto siguen los desahucios con alevosía, a las seis de la mañana, antes de amanecer, e implicando a bebés de dos meses. Si a un problema de cerebro (como dice Bárcenas) le unimos una ausencia clamorosa de corazón, las decisiones de nuestros gobernantes seguirán produciendo un desastre por goteo. Ufanos de poseer la fuerza de los medios de persuasión y de represión, seguirán despreciando a los que no son ellos mismos, seguirán tomándonos por idiotas, sacando de las penas a los delitos de guante blanco o consiguiendo que la justicia trate con muy distinto rasero a un personaje como Aguirre con toda su prepotencia delictiva que a alguien que ejerce sus derechos de ciudadanos y se le aplica todo el rigor mortis de la ley "Fernández Torquemada". Seguirán tirando de sus propias estadísticas que les contenten y puedan hacer dudar a más de un ignorante o infeliz.
Cada vez me cabe menos en la cabeza que pueda haber personas reflexivas o víctimas de las políticas de estos auténticos engendros, que puedan darles su voto. No creo que este país esté enfermo hasta tal extremo.