Ayer, siguiendo la tradición y el orden con el que se suceden las fiestas de los santos barbudos, se celebraron en Aínsa las hogueras de San Sebastián. Tras las de San Beturián y San Antón, otra noche de esas que se esperan con ganas para disfrutar de la compañía, de la charreta, de buenas viandas y vino en torno al fuego. Así pasamos aquí en Sobrarbe lo más crudo del invierno.
Asi de brillante lucía la Peña la tarde del diecinueve, mostrando uno de los mil rostros que presenta
al cabo de los años de contemplarla.
Castillo Mayor también luce magnífico en la lejanía, desde el puente de Ainsa.
Hay que preparar la hoguera, con chopo, con pino, con la madera que se tanga a mano, aunque mejor, por supuesto, si es caixigo y sobre todo una buena carrasca bien seca.
Hace falta un buen fuego para alargar la noche. Así no temeremos a la helada. Cada tanto hay que acercarse para que su calor nos vivifique.
Es esencial la buena compañía. Compartir buenos momentos también es adictivo y una buena costumbre que puede hacernos un poquito mejores.
Todas las manos son bienvenidas para echar un buen tronco a la hoguera. Siempre los hay muy bien dispuestos. Incluso se olvidan de sus achaques por una noche
Ningún tronco, por grande que sea quedará sin quemar. !Al fuego con él!
Este tronco no lo han traido a mano. Dice Amadeo que durará hasta la Ferieta y estoy seguro de que así será. La hoguera de Fes se ha superado este año.
Además de la bota también el porrón ha de correr. Tras el esfuerzo de alimentar la hoguera hay que meter combustible al cuerpo
Además del vino, de la tierra a ser posible, y los licores, un buen quemadillo o un buen poncho te arregla el cuerpo a ciertas horas de la madrugada, calentito, junto al fuego.
Una guitarra y varias voces puede ser bastante para convertir la velada en memorable, aunque luego se recuerde borrosamente.
De vuelta a casa las hogueras se quedan solas. Son los rescoldos que al caer la helada matinal del día veinte nos recuerdan que el frío, aunque intenso, es pasajero y queda menos para que lleguen la Ferieta y los Carnavales.
Salud y buen invierno
Asi de brillante lucía la Peña la tarde del diecinueve, mostrando uno de los mil rostros que presenta
al cabo de los años de contemplarla.
Castillo Mayor también luce magnífico en la lejanía, desde el puente de Ainsa.
Hay que preparar la hoguera, con chopo, con pino, con la madera que se tanga a mano, aunque mejor, por supuesto, si es caixigo y sobre todo una buena carrasca bien seca.
Hace falta un buen fuego para alargar la noche. Así no temeremos a la helada. Cada tanto hay que acercarse para que su calor nos vivifique.
Es esencial la buena compañía. Compartir buenos momentos también es adictivo y una buena costumbre que puede hacernos un poquito mejores.
Ningún tronco, por grande que sea quedará sin quemar. !Al fuego con él!
Este tronco no lo han traido a mano. Dice Amadeo que durará hasta la Ferieta y estoy seguro de que así será. La hoguera de Fes se ha superado este año.
Además de la bota también el porrón ha de correr. Tras el esfuerzo de alimentar la hoguera hay que meter combustible al cuerpo
Además del vino, de la tierra a ser posible, y los licores, un buen quemadillo o un buen poncho te arregla el cuerpo a ciertas horas de la madrugada, calentito, junto al fuego.
Una guitarra y varias voces puede ser bastante para convertir la velada en memorable, aunque luego se recuerde borrosamente.
De vuelta a casa las hogueras se quedan solas. Son los rescoldos que al caer la helada matinal del día veinte nos recuerdan que el frío, aunque intenso, es pasajero y queda menos para que lleguen la Ferieta y los Carnavales.
Salud y buen invierno
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