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miércoles, 13 de agosto de 2014

EL RESCATE


El Rescate
Los resultados de las elecciones europeas no han golpeado suficiente, al parecer, al bipartidismo ya que para el Partido Popular lo importante es que han ganado y todo lo más que admiten es que tendrán que hacer más pedagogía, explicarse mejor ante los ciudadanos. Eso no será en un tú a tú, cara a cara, porque ya se ha visto el poder de convocatoria que alcanzan últimamente. Tendrá que ser a través del plasma televisivo y en diferido, no sea que les vayan a insultar de nuevo, aporrearles el coche o lanzarles todo tipo de objetos que les ensucien sus trajes de marca, jamás del Alcampo o del Carrefour, como los de los perroflautas. Rajoy está tranquilo porque, según él, no se puede extrapolar este resultado a las municipales o las generales. Todo va a seguir igual, incluyendo, como se vio ipso-facto, la perorata de la Troika de bajar más los sueldos y subir impuestos, con la que apretarnos un poco más nuestro sufrido cuello.
Al PSOE le resulta difícil también cambiar después de tantos años de ordeno y mando, de hacer las cosas de arriba abajo, de dejar herederos para que sigan mandando y también como en el caso del PP de disimular, tapar, esconder e intentar desmentir los casos de corrupción.
Esto es lo que hace decir a muchos que PPPSOE están en el mismo cesto. La palabra casta los define bien, cuando muestran que en esencia votan lo mismo, en España y en Europa. Sus prácticas corruptas han sido semejantes y también la defensa con uñas y dientes de sus privilegios, esos que les han ido alejando de los ciudadanos hasta convertirlos en los verdaderos elementos antisistema, ya que ellos y todos aquellos empresarios y banqueros a los que protegen y obedecen, no han sufrido un ápice la crisis. Han seguido viajando en bussines, cobrando sus dietas por reuniones, desplazamientos, alojamiento (a pesar de disponer de él en muchas ocasiones), regalos (judicialmente insignificantes), mientras los bancos seguían teniendo enormes beneficios y hacían negocio con la deuda española y los empresarios los aumentaban a costa del trabajo basura y del aumento del paro.
¿Por qué le cuesta tanto al partido socialista admitir que se hagan unas primarias? La fuerza de los barones, palabra  aborrecible, pero que por desgracia les define, representa la rémora de los líderes que deciden por encima de la base, de la gente que los elige y los sostiene. La democracia también ha desaparecido de los partidos que juran y perjuran defenderla. A la primera de cambio se les ve el plumero y claman porque todo se haga como siempre se ha hecho, a gusto de los jefes.
A unos y a otros, lo nuevo les asusta y a alguien que plantea cambiar las reglas del juego y poner freno a los privilegios de la casta, lo descalifican de todas las maneras posibles. Eso es lo que le ha pasado a Pablo Iglesias la figura más visible de PODEMOS. De manera despectiva se le llama el Coletas, como si una característica física pudiese descalificar a alguien. Esto es algo de patio de colegio, propio de gente muy infantilizada y sin argumentos. Los que intentan insultarle políticamente ya emplean términos de otro tipo como filoetarra, antisistema, perroflauta, radical de izquierdas, lumpen, populista, Le Pen con coleta, demagogo, castrista, friki, bolivariano… Hacía tiempo que no se veía tanta unanimidad entre los periodistas de los medios oficiales y los políticos de la casta para descalificar a alguien sacando todo el arsenal de adjetivos posibles. Lo de bolivariano se lo aplicó Felipe González, a quien Jimenez Villarejo, antiguo fiscal anticorrupción y miembro, también, de PODEMOS, le ha pedido que deje de ser consejero de Gas Natural, puesto en el que dijo que se aburría, pero en el que se lleva una pasta gansa equivalente a más de diez sueldos de los de ahora. Vaya insulto a los españoles. No me extraña que a la candidata socialista, Elena Valenciano la saliese el tiro por la culata cuando puso a Felipe junto a Jesucristo y el Ché en su campaña de las europeas.
De la zafiedad de Cañete, mejor ni hablar. Necesitamos ser rescatados o, más bien, rescatarnos a nosotros mismos de esa manera de hacer política que nos ha traído hasta aquí. Necesitamos que la política vuelva, aunque en nuestro país nunca haya sido así, vuelva a estar al servicio de los ciudadanos y no de los grandes banqueros y empresarios, que la independencia de los poderes del Estado sea una realidad y no pura teoría vacía de contenido, que los jueces hagan justicia y no sean meros instrumentos del poder político y económico, al que protegen más que a cualquier ciudadano de a pie. Necesitamos políticos sencillamente honestos, que no utilicen la política para enriquecerse, que se ganene realmente lo que sea justo y que no vivan en una burbuja de privilegios que les mantengan alejados y por encima de la  común.
Necesitamos un sistema transparente en el que se pueda revocar o echar a los políticos que no hacen bien su trabajo, donde las cuestiones importantes puedan ser votadas y decididas en referéndum y no por dudosas mayorías simples, como ocurre ahora, incluido el aswunto de la monarquía o República. No hay que olvidar la manera en que se nos impuso, antes de llegar la democracia, por voluntad de Franco. Necesitamos, en fin, un poder político que no se someta al dictado de los ricos, que hoy por hoy es el problema esencial que está en juego y que sirva de freno a sus aspiraciones de hacer un mundo aún más desigual e injusto.

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