Port
de la Selva, como otros pueblos cercanos participó en el comercio de vino y
aceite que propiciaban sus adecuadas tierras y su clima, hasta la epidemia de
filoxera.
En
los años 20 intelectuales catalanes descubrieron el pueblo y desde entonces su
atractivo turístico no ha dejado de crecer pero, eso sí, con actuaciones
bastante respetuosas con un medio que no ha sido devastado ni transformado para
atraer turismo masivo.
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