Más
tarde salgo a dar una vuelta por las calles y, sobre todo, por el camino de
ronda. En el paseo marítimo hay varias estatuas, una a los que han hecho
posible que se mantenga la actividad marinera, otra a las mujeres de los
marineros y otra muy curiosa que representa a una banda musical de, por lo
menos, músicos octogenarios. La cena no ha estado mal en el restaurante “gallego”.
La camarera, más que gallega me ha parecido rumana. Todo me ha dejado
satisfecho, el vino del Ampurdán, las olivas cascadas, los canelones con salsa
blanca, el bacalao a la gallega y el flan casero. En el rato que estuve pude oír
el noticiario televisivo. Rajoy contesta a la gallega cuando le preguntan, es
decir calla como un puta, pero sigue demandando la anticipación de las elecciones.
La misma mierda de siempre, el mismo guión que no ha cambiado desde el famoso “váase
seor González”. En el restaurante solo había una pareja además de mí. Ella
parecía francesa, él español. Cuando éste miraba con atención el fútbol, ella
parecía censurarlo, como si lo considerase una costumbre deplorable. Él
procuraba en todo momento que a ella no le faltase vino para acompañar el vino
y el bacalao.
He dado
un paseo para bajar la copiosa cena. El paseo marítimo estaba muy animado,
sobre todo por la presencia de franceses.
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