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viernes, 2 de agosto de 2013


Hace ya mucho tiempo que existen los caminos de ronda que, según dicen, se utilizaban para el contrabando y para atender naufragios. Parte de ellos los han arreglado para que cualquiera pueda transitarlos. Transcurren paralelos a la costa, teniendo siempre a la vista las calas de piedra corroída, en la que el viento esculpe agujeros menudos que parecen colmenas. El sube y baja constante del camino se ve compensado por la rotundidad que el aire, tan limpio, otorga a los colores. Sobre el azul oscuro del lecho del mar, se levantan de repente líneas blancas y rizadas que desaparecen enseguida. Las nubes se recortan sobre un cielo intensamente azul.
Dejo a mi izquierda  dos islas, la Grossa y la Petita. Las primeras playas vacías hasta casi Llançá, entre ellas la del Garbet, cala Bramant y la playa  Grifeu. Más adelante se van, poco a poco, llenando de gente y el camino de ronda bulle de paseantes y gente que se dedica a correr. Da la impresión de que nunca ha durado demasiado el bosque en las colinas. En el pinar más viejo, los troncos aparecen calcinados en su base. Fuera de él hay una estepa densa, en la que reconozco solo los romeros, que huelen diferente a los que crecen junto al Cinca y son más pequeños. La línea P de búnkeres jalona este paseo. Si no es por el cartel, apenas si se ven. Franco creía tener motivos para esperar una invasión, sin embargo los aliados no vieron, al parecer, la necesidad de tal acción. Si ya le dejaron hacer antes ¿por qué habían de molestarse tras la destructiva guerra mundial? Los búnkeres siguen mirando al mar como gárgolas ciegas, como mudas cavernas o exvotos ofrendados al miedo. Después de una enorme inversión, quedaron para la posteridad como una obra perfectamente inútil. Son edificios realizados básicamente de hierro y hormigón.  
De una página web sobre el patrimonio de Llançá recojo el siguiente comentario: “En el Búnker de Cap de Ras, encontramos tres elementos clave que lo convierten en uno de los más preparados y más complejos de la zona. En un pequeño radio de 25m2, hay un pasillo subterráneo que conduce hasta una sala construida a la roca, la salida del cual da a una trinchera de unos 30m. de largo que conduce a la entrada del búnker. En este punto, encontramos 2 zonas de observatorio, uno enfocando mar adentro y otro donde las vistas son de toda la costa llançanenca”. Este búnker fue construido entre 1945 y 1949, junto a cala Bramant.

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