Gracias a los anfitriones de cada casa la Ronda se convierte en un dulce-salado y refrescante paseo, acompañando a los mósicos que congregan a la multitud igual que el flautista de Hámelin.







El olmo de la imagen, La Olma, era un ejemplar de dicho árbol que, como tantos otros, murió por la enfermedad de la grafiosis. Los que la conocimos y disfrutamos, los que estuvimos albergados bajo su sombra, llegamos a amarlo como a un personaje más de un lugar diminuto, llamado Riocavado de la Sierra.
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