La lucha por la dignidad es una necesidad que permanece, escondida tras la cortina intoxicante del Procés, de la corrupción (causante de carencias elementales entre otras consecuencias) y de otras muchas miserias a las que se les da mayor relevancia informativa. En estos pueblos hace décadas que resurgió la vida en forma de familias con hijos. Esa vitalidad para levantar pueblos y tierras baldías no puede dejarse caer en saco roto, ni abandonarla a su suerte, ni mucho menos afogarla.
¡POR UNOS PUEBLO VIVOS Y CON GENTE!
¡POR UNOS PUEBLO VIVOS Y CON GENTE!
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