PASEOS POR LAS CERCANÍAS DE AÍNSA
1-MATACANES
A poco más de cien metros de la gasolinera de Aínsa, dirección Francia, hay un sendero que sale a la izquierda y va bordeando el Casco Viejo por el norte. Aunque tiene un nombre chocante (Las cagaderas de la Luisa), es un camino precioso. Húmedo en invierno y fresco en verano, muy poco transitado por los que no son de la localidad. El empedrado se mantiene a duras penas, lo mismo que los muros que contienen las fajetas, todas ellas de propiedad particular, en las que abundan los nogales y hay muchos ejemplares de litoneros.
En algún tramo se conservan los escalones en bastante buen estado
En la roca crece la hiedra, que también se adhiere a los troncos de los árboles.
Cuando acaba el sendero, comienza un tramo de pista, junto a la que crecen algunos buenos ejemplares de quejigo
La visión de la muralla del castillo de Aínsa es la más espectacular.
El torreón noreste, reconstruido, en el que se encuentra ubicada la oficina de turismo de la Comarca de Sobrarbe y un salón de exposiciones y de conferencias.
La esquina que limita el recinto amurallado por el noroeste es espectacular.
En un día brumoso, con ganas de lluvia, aunque no caiga, las vistas hacia Guaso son una gama variada de grises.
Las columnas de la Cruz Cubierta y el altar de piedra caliza.
Una vista de los montes que flanquean el Ara, más allá de Boltaña.
Almendros deshojados y desmochados dan un aspecto invernal al llano.
Desde el sendero de Matacanes el Ara hacia el oeste.
Desde el mismo lugar mirando hacia la Sierra de Partara, hacia el este
Mirando hacia el sur, las viñas de los hermanos Buerba y los montes aledaños a la sierra de Guara, más allá de Guaso
El color oscuro de la Peña Montañesa, contrastando con la hierba recién nacida.
La ermita de San Felices
Un contrafuerte de la ermita de San Felices y la caseta que está al lado.
Los quejigos aún no han tirado sus hojas que tienen un color intensamente tostado.
La ribera de Guaso y casa Pallás en el barrio del Grao, uno de los muchos que componen Guaso.
La presencia de densas nubes intensifican el azul oscuro de los montes circundantes.
Una borda junto al camino de Matacanes, camino de vuelta a Aínsa.
Este viejo sendero está en peligro de desaparecer por la erosión y junto
El río Ara visto desde el Camino de Matacanes
El cortado junto al camino de Matacanes y abajo la carretera de Ainsa a Boltaña
A pesar de los letreros, el camino aún es practicable, haciendo caso a los mismos.
Como se puede ver el terreno que soporta el sendero no es propiamente roca dura sino terreno arcilloso con grava.
Para suplir los trozos de camino desaparecido, hay pequeños desvíos hacía los campos.
Al final del sendero, el regalo es una bella vista de la villa de Aínsa.
La torre del homenaje, donde se encuentra ubicado el centro de interpretación del quebrantahuesos, la colección de fósiles Lafarga y el salón de actos que sirve para multitud de eventos y conferencias.
La parte sur del Casco Viejo con sus típicas chimeneas, aunque de la mayoría de sus tejados ya ha desaparecido la losa, que queda casi como elemento residual.
Esta borda aún conserva el tejado de losa y se encuentra junto al comienzo del sendero que baja hacia la carretera, recién inaugurado este mes de diciembre.
Imagen del sendero
Una vez atravesada la carretera, el último sendero, de apenas un centenar de metros, nos devuelve a las cercanías del cruce de Ainsa.
En poco más de una hora y cuarto hemos dado uno de los paseos más recomendables que recorren las cercanías de Ainsa.
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