Aprovecho el día de la fiesta de San Sebastián para hecer un recorrido que apenas he hechos este otoño. Son algo más de dos horas de carretera y camino que merece la pena hacer en cualquier época del año.
Chimenea de nueva construcción en el barrio de Banastón respetuosa con la tradición del uso de la toba y del espantabrujas de piedra, coronando su tejado.
Vista de Ainsa desde el camino viejo de Ainsa a Banastón
Las hojas de un enebro cuelgan hacia abajo
En la primera casa de Banastón, todavía por acabar de construir, nos saluda esta lechuza que corona uno de los extremos del tejado
Cardos secos de color rosa pálido en el pasadizo abovedado de Banastón Usana.
Aparte de los símbolos que nos salen al paso, también encontramos viejas puertas cerradas hace tiempo
En esa misma era, un carro de baras, de aquellos que aún conocí funcionando en mi niñez
Sestrales y las alturas que lo dominan hacia el noroeste cubiertas de una espesa nata de nieve.
Una señal de estos tiempos extraños de cambios que vivimos. Una mariposa el veinte de enero
Y como no, otra vez las flores de almendro, que no han dejado de nacer desde diciembre, a pesar de las heladas.
Una vista brumosa en dirección sur, mirando hacia la Sierra de Guara.
Otra preciosa montaña que no perdemos de vista. Navaín o Santa Marina.
Reflejos en el agua
Corteza de enebro. Vemos buenos ejemplares de ellos en el camino hasta el Buchitar
Corteza de pino. Lo más abundante en el camino
El camino que nos lleva del Buchitar al Soto es ancho y cómodo de andar.
El perfil de Sestrales se hace más cercano e imponente.
A la derecha, casi confundido con el paisaje, aparce el Pueyo de Araguás
Ya en el Soto, un rebaño de ovejas nos recibe.
Este muro siempre me ha parecido una obra magnífica que me recuerda los antiguos muros de Zimbabwe (salvando las distancias y la monumentalidad)
Un almendro totalmente florido
Una hilera de olivos bien plantados
Un buen ejemplar de almendro con gran tronco
Un milano persigue a una paloma torcaz. Cuando me ve, da bruscamente la vuelta y acierto a fotografiarlo justo al girar. Por aquí abundan y se ven continuamente.
El casco viejo de Aínsa entre la calima
Los muros que tanto tiempo costaron levantarse, se van derrumbando poco a poco, sin nadie que los repare.
El camino enfila por los terreros. Por él transcurre uno de los numerosos circuitos de bici de montaña que hay por esta zona
A ambos lados hay barrancos que hacen espectacular este tramo de sendero
Una vieja sabina de forma globular que ha nacido y vive en un lugar inhóspito y pelado. Vaya pitera que tiene.
Las margas peladas, donde crecen algunos pinos solitarios, además de enebros y sabinas.
El Pueyo de Araguás con Sestrales sobre él.
Los barranco cubiertos de pinos, mirando hacia el oeste
El perfil de la torre de Guaso entre la bruma
Esta señal nos ayuda a proseguir la ruta
El Pueyo de Araguás bajo el perfil de los montes que guardan el valle de Pineta.
Las curvas de la carretera enfilan hacia Aínsa
Llegados a la parte baja del Barranco, nos recibe la preciosa geometría del hielo con sus bellas formas
Una luna creciente, nos anuncia que pronto, cuando pase la luna llena vendrá el tiempo de podar árboles, rosales y demás. Hay que hacer caso a la sabiduría de los viejos de la zona.
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