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jueves, 26 de septiembre de 2013



Tengo bastante abandonado el Romance del Rodillo, pero aquí adjunto el último escrito que leí en "La Máquina de Escribir", programa de radio que seguimos haciendo en Radio Sobrarbe, después de 10 años.
Solo se escucha de Barbastro para arriba.

A CONTRACORRIENTE
Que este gobierno va a contracorriente desde un principio es a día de hoy una obviedad para cualquier persona que se haya visto afectada por la crisis o que simplemente sea un poco reflexiva y no se alimente solo de las fuentes de información que achacan la crisis a los mismos que la sufren, que las hay, y muy bien pagadas por cierto. Para mí está claro que van a contracorriente porque son una minoría (incluso electoralmente hablando) que impone la irracionalidad de sus actos con el fin expreso de establecer un dominio incontestable sobre todos los aparatos políticos, económicos y jurídicos del Estado. Esto es así desde la lógica de un país en el que estábamos convencidos de que la dichosa Transición había servido para cambiar las cosas. Nos hemos creído que los artículos más importantes de nuestra Constitución, como el derecho a un trabajo y a una vivienda digna, así como la libertad de expresión, están para cumplirse a pies juntillas y que la labor de los gobiernos es proteger esos derechos y obligar a aquellos que no quieren que así sea a que también los cumplan. Eso es lo que se expone en el escaparate de las llamadas democracias, que sacan a la luz sus maniquíes más vistosos y su parafernalia más engañosa en las épocas electorales. La realidad siempre se cuece en la trastienda y pasada la fiebre electoral, los rostros cliché se van despintando y derritiendo ante nuestros ojos, mostrando un baile de máscaras, monstruos y adefesios a los que hemos de sufrir en su descomposición, hasta que de nuevo, cuando ya la podredumbre y su olor traspasan las vitrinas blindadas, vuelven los figurines repeinados, alentando promesas, esparciendo mentiras de todos los colores, haciendo desaparecer con cirugías de diseño las pústulas de zombis que ya veíamos con toda claridad. ¿Borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo la misma mascarada con los mismos actores que ya huelen a muerto y son cadáveres resucitados a la manera de frankeintens trajeados y engominados?
Quizá creíamos que lo habíamos visto todo tras los recortes bestiales en sanidad, educación, una reforma laboral sangrante que ha llevado a las más altas cotas de paro, un desmantelamiento de la investigación por asfixia presupuestaria, que contrasta con los miles de millones de euros que se añaden a los gastos de defensa, sin estar previamente previstos. El nepotismo o colocación de familiares directos e indirectos, de amigos y afines recuerda los mejores tiempos del franquismo, con cientos de ejemplos que todo el que quiere saber ya conoce. Todo esto y la vuelta de la represión abierta contra manifestantes, sea a través de palos o de multas, junto con los tasazos de justicia y las restricciones a la ley del aborto y demás ocurrencias nos ha embarcado en un viaje hacia el pasado a todos los ciudadanos de este país. Los jóvenes de ahora ya no se van con maletas da cartón o de madera y bocatas de chorizo y de tortilla envueltos en papel de estraza, sino con un bagaje y conocimiento que será de utilidad fuera de España, mientras aquí el acceso a la Universidad se hace cada vez más restringido y se apuesta por la vuelta a una ignorancia sumisa cada vez mayor.
Hasta aquí no he mencionado nada que no esté acorde con las aspiraciones del neoliberalismo más ortodoxo y dentro de esa lucha entre ricos y pobres en la que, según Warren Buffet, van ganando claramente los primeros.
Este verano se han superado aún más las cotas de actos a contracorriente contra la inteligencia de cualquier ciudadano español. Cuando se han reclamado como pruebas en el caso de Bárcenas los discos duros de sus dos ordenadores, en los que se podía descubrir de una vez por todas la veracidad de las dichosas cuentas de la caja B y la financiación ilegal del PP, dichos discos habían sido destruidos y además varios días después de que Bárcenas fuera encarcelado. Yo soy un profano en materia judicial, pero como simple ciudadano de a pie me da la impresión de que los responsables de la desaparición de dichos discos están delinquiendo a la vista de todo el país, destruyendo pruebas y burlándose no solo de la justicia sino de toda España, con total impunidad por el momento. No es de extrañar que entre tanto disparate veamos a miembros de las Nuevas Generaciones del PP haciendo apología del franquismo o del nazismo, haciendo el saludo fascista de forma pública. La primera reacción de algunos dirigentes peperos es despacharse diciendo que se trata de chiquilladas. Alguien de forma jocosa dice que a esos fachas habrá que darles un cargo político para que sienten la cabeza, pero resulta que algunos de esos neofascistas son cargos electos del partido Popular, concejales por ejemplo, que hasta se fotografían junto a dirigentes tan destacadas como Cospedal o la defienden como energúmenos de los ancianos que protestan contra un futuro de miseria. La entrada de los ultraderechistas en la librería de Madrid de forma violenta y chulesca es el resultado de una permisividad descarada con los que comulgan públicamente con la violencia y el fascismo, mientras se amordaza a los que se manifiestan de manera pacífica por sus derechos o hacen públicas sus críticas contra el mal gobierno.
Aún hay ingenuos que se preguntan dónde está Europa para hacer cumplir las leyes que dejan fuera de la legalidad dichos actos. Suponíamos que nuestras propias leyes ya contemplaban esta apología de la violencia como delito, pero la fiscalía debe estar para otros asuntos.
Otro ejemplo de vuelta al pasado, cuando encapuchados o a cara descubierta los fachas, esgrimiendo cadenas y bates de beisbol, intentaban sembrar el miedo entre los estudiantes y gentes de izquierda allá por los setenta. Es un nuevo pulso contra la justicia, ese poder que desde Montesquieu se concibe como independiente del poder ejecutivo. De momento el cordón umbilical que los liga es visible y evidente y como en el caso de los ricos y los pobres el partido también lo están ganando los mismos, aunque el juego forzosamente, siga, porque nadie está fuera del partido, desde el multimillonario más encumbrado al último excluido, cuya voz no se escucha.

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