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jueves, 22 de agosto de 2013

Una construcción casisobre el mar, cerca de Sa Tuna















Vista desde lo alto de las playas de Sa Tuna y S´Eixugador
Vista de Sa Tuna y la Punta des Plom


Pasada la Creueta, llego a Sa Tuna, una playa pequeña, muy protegida del viento del norte y muy hermosa, un lugar ideal para darse un baño, cuando el calor ya comienza a apretarEs una zona de costa bastante bien conservada, que concluye en la Punta des Plom, donde hay varios islotes..
Carel aclaratorio en la zona de Ses Vaques

La costa sigue siendo muy agreste en la zona de Ses Vaques, sucediéndose una serie de urbanizaciones que salpican las colinas y en muchas de cuyas casas aparece el cartel de “propietat Privada”, como si no fuesen suficientes las vallas que las protegen o los muros que las rodean para darnos por enterados los que por allí pasamos.
Acantilados cerca de Ses Vaques

miércoles, 21 de agosto de 2013

Vista del fondeadero de iguafreda y el hotel de Cap Sa Sal

Pinos secos frente al mar (dos de mis fotos preferidas)

Barcas atracadas en la cala d´Aiguafreda


Poco antes de amanecer oigo la lluvia golpear contra la tela de la tienda. No es ningún aguacero. Espero a que escampe y antes de que salga el sol recojo la tienda y me pongo en marcha de nuevo, con el anorak encima, por si vuelve a llover de nuevo. El tramo de sendero hasta cap sa Sal es muy bonito y pasa junto a la Reserva Marina de Ses Negres. Los acantilados están a gran altura sobre el mar y consigo alguna de las fotos más bellas de estas primeras etapas. No encuentro obstáculos hasta que llego al entorno del hotel de Cap sa Sal, construido en un lugar insólito. Hay una valla antigua, que guarda en su recinto, entre otras cosas, un campo de tenis y unas viejas instalaciones deportivas, que parecen no haberse usado desde hace mucho tiempo. Me resulta muy engorroso saltar la valla con la mochila encima y el anorak puesto (ya que sigue chispeando), pero consigo salir de aquel recinto y voy a dar a una estrecha carretera asfaltada que muere en el hotel, donde a esas horas nadie da señales de vida, excepto la furgoneta de un repartidor que al parecer ha madrugado.
Hasta entonces, la luz para hacer fotos es muy poca y hasta que no llego a la cala de Aiguafreda no hay ninguna que me salga en condiciones. Al llegar a ese lugar arrecia la lluvia y agradezco que haya un bar abierto. Coincido en mi llegada con el panadero que trae repostería aún caliente, recién hecha. ¡Qué bien me sientan el café con leche, el zumo de naranja y el croissan. Después de ellos ya puedo tirar millas de nuevo. Además para definitivamente de llover y da gusto andar sin calor, con el fresquito que ha dejado la lluvia tras de sí.