DIMITRIS CHRISTOULAS
La
muerte de un jubilado
en una
Grecia acosada
es la punta más
oscura
de una lanza bien
clavada
en el mismo corazón
de todas las
democracias
por la cruel
dictadura
del mundo de las
finanzas.
Para Dimitris
Christoulas
fue la pura dignidad
la que le llevó a la
muerte
y a no querer
claudicar
pagando el precio más
alto
con su trágico final.
Solo se habla de
violencia
cuando se sale a la
calle
y unos pocos se
desmarcan
con evidente
desmadre,
en actos de
vandalismo
que no le gustan a
nadie.
Pero con todo y con
eso
lo que está haciendo
el Estado
tiene, aún, mayor
peligro
que cientos de
encapuchados,
para los que se
reclama
represión y dura
mano,
con la que también,
de paso,
asustar al ciudadano
quien nunca verá las
caras
de policías tapados
que vemos pegar de
firme
con total anonimato,
defendiendo con sus
porras
los designios del
mercado.
¿No es violencia
regalar
dinero público a
bancos,
cuyos directivos
ganan
más, cuanto más
arruinados?
¿No es violencia
perdonar
el pago a los
desalmados
de obligaciones
fiscales
que los demás si
pagamos?
¿No es violencia
desahuciar
a quien se ha quedado
en paro
exigiéndole además
que devuelva lo
prestado?
¿No es violencia
designar
para públicos
trabajos
a gente nombrada a
dedo
y a familiares
cercanos
con el mérito de ser
acaso primos hermanos
o simples viejos
amigos
de políticos nefastos
que ya ven la
corrupción
como algo normalizado
y no escriben ni una
frase
con político y
honrado?
Esto es cosa de
marxistas
o utópicos
trasnochados
dicen en la caja
tonta
los que hacen de
tertulianos.
¿Cómo nos
defenderemos
de la violencia
cerril
con que nos tratan de
hundir
Merkel y su Cuarto
Reich
que colonizan Europa
queriendo imponer su
ley
tratándonos como
vagos
que no merecen comer
aunque compremos las
armas
que ellos nos quieran
vender.
Lo primero, su
mercado,
lo demás está por
ver.
Para colmo Sarkozy,
en campaña electoral,
ha puesto a Grecia y
a España
como ejemplo a no
tomar,
aunque alabase hace
tiempo
su reforma laboral.
Lo suyo es “más leña
al fuego”
y que se hunda el
personal
si más franceses le
votan,
aún a costa de
emporcar
a los países vecinos
que no le han tratado
mal
y de los que es amigo
cuando interesa, no
más.
Ya se vio bien a las
claras
al atacar a Muamar
para que no recordara
los frutos de su
amistad
y que los trapos más
sucios
no fuesen a un
tribunal.
Luego los medios
dirán
que la intervención
se hizo
solo por humanidad
sin que hubiese de
por medio
un interés personal.
Hay un término legal
que se llama deuda
odiosa
cuando el dinero se
gasta
a espaldas de los que
votan
o un gestor lo
dilapida
en enriquecer su
bolsa,
o un dictador lo
comparte
solamente con su
esposa
y una extensa
camarilla
de reptiles y
babosas,
que cobran por
arrastrarse
lo que de sí dé la
cosa.
¿Porqué habremos de
pagar,
entre todos, los
desmanes
de los banqueros
rapaces
y los políticos
truhanes
si muchos de sus
negocios
fueron grandes
disparates
que solo ellos
decidieron
a espaldas de los
votantes?
Hoy son rémora
maldita
que quieren cobrar
cuanto antes
los mudos acreedores
amos de bancos
centrales,
que nunca dijeron
nada
a sus indignos
deudores
a quienes piden ahora
que paguen a
trompicones,
a costa de lo que sea
incluyendo
intervenciones,
anulando los Estados,
tratados como
regiones
de un imperio
financiero
que al mirar a las
personas
tan solo ve su dinero
y conseguir la manera
de, en su bolsillo,
tenerlo,
manipulando los
precios,
jugando con los
impuestos,
coartando libertades
y dosificando el
miedo
a quedarse sin
trabajo
o a entrar en el
agujero
donde antes solo
estaban
los países de muy
lejos
¿Los sentimos hoy más
cerca
ahora que vamos a
menos
o viendo nuestra
desgracia,
aún más, los
olvidaremos?
Grecia es un país
hermano,
como Portugal e
Irlanda
víctima de los
mercados.
¿Ahora le tocará a
España
Ser el país
esquilmado?
¿Tendremos al femeí
en la Moncloa instalado
y a Rajoy de
figurante
segundón y pelagatos,
con el país a la
contra
hundido y
soliviantado?
Ojala no sea así
y logremos evitarlo,
pero lo que pasa en
Grecia
es algo más que un
recado
de hasta donde están
dispuestos
a llegar los que han
fiado
un dinero que a
sabiendas
sabían ser
malgastado,
pues los mismos que
prestaron
la ruina actual
tutelaron
y esconder la
corrupción
fue lo que
aconsejaron.
Hoy como
mercado-mafia
reclaman lo que
fiaron,
y harán pagar a los
pueblos
lo que estos no
disfrutaron.
Aunque se prestó a su
nombre,
estos no se
percataron
de que entre viles
tahúres
se repartió todo el
juego
y lo de dar más
trabajo
fue parte del
trapicheo
de hacernos creer a
todos
formar parte de su
sueño
de llegar al infinito
consumiendo y
consumiendo.
Igual que en el
veintinueve
nos la clavaron de
nuevo,
pero hoy no se
suicidan
los causantes
verdaderos,
ni siquiera ven la
cárcel.
Se embolsan sus
dividendos
y una vez con el
botín
no se vuelve a saber
de ellos,
pasando luego factura
también de estos
atropellos
con los sangrantes
recortes
que han hecho en los
presupuestos
y que les parecen
poco
a esos infames
rateros
que nos seguirán
robando
hasta dejarnos en
cueros.