Seres de agua
Vivimos sobre un planeta azul.
Es el color del agua.
Un diminuto resplandor en un perdido rincón del universo.
Un agitado estanque circular del que un día salimos para poblar la tierra.
Hoy lo sabemos, cuando hemos logrado mirarlo en la distancia.
Fue nuestro primer espejo, donde cada rostro humano o animal, que se asomó a beber, se vio por un instante.
Todos los seres, que habitamos este oscuro rincón de luz prestada, tenemos algo en común, la sed.
Si algo nos anima a habitar un espacio de forma permanente es la certeza de la lluvia o la seguridad de que el agua fluye a nuestros pies, más preciosa que el oro, más necesaria que cualquier otra riqueza imaginable.
Es el color del agua.
Un diminuto resplandor en un perdido rincón del universo.
Un agitado estanque circular del que un día salimos para poblar la tierra.
Hoy lo sabemos, cuando hemos logrado mirarlo en la distancia.
Fue nuestro primer espejo, donde cada rostro humano o animal, que se asomó a beber, se vio por un instante.
Todos los seres, que habitamos este oscuro rincón de luz prestada, tenemos algo en común, la sed.
Si algo nos anima a habitar un espacio de forma permanente es la certeza de la lluvia o la seguridad de que el agua fluye a nuestros pies, más preciosa que el oro, más necesaria que cualquier otra riqueza imaginable.
Me reitero, aunque llegue a pecar de pesado, en lo del braguetazo de la Iglesia (y no es por volver a tocar el tema sexual, que también daría para largo).
Si hubiese un abismo para los pedigüeños, irían a caer en él unos cuantos obispos, como en el sumidero de un desagüe.
Lo mismo serviría para lo que les sobra de demagogos. Los "pobres" se conforman con el cero dos por ciento de no se sabe qué. Ellos no dejan de ladrar por menos del cero ocho por cien de los impuestos.
Lo malo es que seguirán colándose hasta en nuestros bolsillos, no se sabe hasta cuando.
Vaya tropa que se no ha impuesto.
Y ya va para siglos.
Un abismo de tiempo
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