PLUMA...
Soy el leve fulgor,
caído,
del azaroso cielo de las aves.
No tengo voz
pero guardo una historia,
aunque me veas descolorida
y pobre.
Una hoja más,
posada en el otoño.
El olmo de la imagen, La Olma, era un ejemplar de dicho árbol que, como tantos otros, murió por la enfermedad de la grafiosis. Los que la conocimos y disfrutamos, los que estuvimos albergados bajo su sombra, llegamos a amarlo como a un personaje más de un lugar diminuto, llamado Riocavado de la Sierra.
yo me lo guiso
ResponderEliminarsin nadie que lo pruebe
vaya dislate