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miércoles, 10 de agosto de 2016


La playa de la Punta de la Mora, al lado de la Mora y del camping Torre de la Mora


En esta playa estuve hace ya muchos años. Es muy plana, de arena fina y las dos veces que he estado, de olas mansas y agradable de andar. Esta es la información que aparece en una de las webs que la mencionan:
Playa situada en Tarragona, Tarragona. Costa Dorada.
Su extensión es de 450 metros por 70 metros de ancho. El nivel medio de ocupación es medio. Playa semiurbana con paseo marítimo, galardonada con bandera azul, principalmente compuesta por arena dorada. El estado habitual de la mar es aguas tranquilas .
Playa compuesta de arena fina y que dispone de alquiler de embarcaciones acuáticas.  Playa galardonada con bandera azul 2016


La playa sigue alternando con roquedos de color amarillo. Las construcciones, por fortuna, no son estridentes ni de gran tamaño. Son ideales para pasar un día en pareja o en familia sin demasiado agobio de multitudes.






Aún se vislumbra, a lo lejos el faro de Torredembarra y se descubren rincones a los que apenas llegan los bañistas, ya que no son de muy fácil acceso.

Al fondo, hacia es sureste, se adivina el perfil de la ciudad de Tarragona, en un paseo que se hace agradable.

La erosión del viento y del mar dejan estos perfiles en las rocas de aspecto atormentado y en las que solo se atreven a crecer algunos arbustos aromáticos.


Tras pasar la zona rocosa de la Punta de la Mora se encuentran tres playas de pequeño tamaño. Una tiene un nombre evocador de paraísos turísticos lejanos, Waikiki. Las otras son la playa de la Roca Plana y la Cala Becs. A ellas se accede a través de un camino que va recorriendo  la costa.

Playa nudista situada en Tarragona, Tarragona. Costa Dorada.
Su extensión es de 200 metros por 100 metros de ancho. El nivel medio de ocupación es bajo. Playa protegida aislada sin paseo marítimo principalmente compuesta por arena dorada. El estado habitual de la mar es aguas tranquilas .
Playa aislada, de difícil acceso y carente de cualquier servicio e instalación para el público. 
Su auténtica denominación es Cala Fonda y es un auténtico paraíso, muy apreciado por los nudistas pero donde todo tipo de bañistas son bienvenidos, siempre que respeten la tranquilidad y el entorno. A Cala Fonda no se puede llegar en coche, lo que hace que no esté tan concurrida como otros arenales más accesibles de la costa tarraconense.
Es una playa de muy difícil acceso, quizás por eso es un paraíso nudista, en esta playa ubicada entre montañas es frecuente el baño con barro de una de las paredes de esta montaña ya que existe una tierra muy rica en metales como el hierro, cobre y fosfatos. Cubrirse el cuerpo de este barro nos da un aspecto amarillo muy especial, secarse el sol y notar como la piel va absorbiendo los metales y fosfatos, haciéndola cada mes más tersa, además ofrece una sensación espectacular al sumergirte en el agua y quitarte esta capa de tierra amarilla ya seca.

Una vez la piel desnuda de esta tierra, tiene un aspecto y tacto tremendamente espectacular quedando la piel como la de un recién nacido, muy fina y limpia. Es toda una experiencia.

La playa de la Waikiki, aunque sea un pequeño paraíso, en verano se aconseja llevar agua en cantidad ya que no existe nada de chiringuitos de ningún tipo. Para llegar a la playa hay que caminar mas de 1 km entre montes y otra playa textil. Afortunadamente la Waikiki esta totalmente aislada de las otras.

El estrecho camino que conecta unas playas con otrasy a las que solo es posible el acceso a pie.
Ya se descubre claramente el perfil de Tarragona, tras pasar Cala Fonda.
Tras la punta de la Creueta entro de nuevo en una zona de playa muy concurrida en la que de nuevo se encuentran largos arenales, con muchos bañistas.
El nombre de esta playa es el de Platja Llarga. Está flanqueada por un largo camping denominado de las Palmeras.
Aún quedan pequeñas calas. como Cala Romana, pasado el Morrot.
Se encuentra también la playa de la Sabinosa, una de cuyas partes, la más pequeña, es playa naturista.
La última playa, antes de llagar a Tarragona es la de l´ Arrabassada. En los últimos kilómetros, la carretera transcurre paralela a la costa y muy cerquita de ella.
Tras una jornada de andar agradable, cuando ya pica el sol del comienzo de la tarde, llego a Tarragona, que me recibe con su monumentalidad y una mezcla equilibrada de naturaleza intercalada entre sus muros.









De mañana, temprano, la playa de Altafulla presenta las huellas de las máquinas que alisan y aplanan la arena. Al fondo se ve aún el Faro de Torredembarra.
La playa de Altafulla es larga y se une con la de Tamarit, una vez pasado el Riu Gaia, una  "corriente" de agua que, como otras tantas muere antes de llagar al mar. Al fondo, a la derecha se ve el castillo de Tamarit.



 Castillo de Tamarit.

El castillo de Tamarit, de estilo románico, está situado sobre un promontorio a orillas del mar Mediterráneo en el término municipal de Tarragona (España). Está rodeado del antiguo núcleo medieval de Tamarit, que formaba una pequeña aldea en torno al castillo del que queda muy poco. La muralla se abría por cuatro puertas, de las cuales se conservan dos, la de la Mora y la de la Cruz.1


La construcción del castillo data del siglo XI y pertenecía al condado de Barcelona y fue transferido a la Casa de Claramunt, señores del Castillo de Claramunt que mantuvieron esta señoría hasta el siglo XIII. Los señores de Claramunt, concretamente Bernardo Amat de Claramunt, fue el primer vizconde de Tarragona, señor de Tamarit (que reconquistó), Ullastret, Altafulla y de la Riera de Gaia. Todos ellos títulos y señoríos otorgados por Ramon Berenguer I, conde de Barcelona.



A los pies del Castillo de Tamarit, aparece de nuevo un búnker, pegado al acantilado.

En el siglo XIV, época en la que se construyó la muralla, pasó a manos del arzobispado de Tarragona, que conservó hasta el siglo XIX, aunque en el siglo XVII tuvo que compartir el señorío con la familia Montserrat, cuando en 1681 Carlos II concede a Francisco de Montserrat el título de primer marqués de Tamarit. Fue gobernador de Tarragona, señor de Montoliu y de la baronía de Altafulla. En esta época se reconstruyó la muralla y se construyó la torre principal logrando la estructura actual. En 1916, el arzobispo de Tarragona vendió el lugar al magnate norteamericano Charles Deering, que hizo una restauración de tipo romántico a cargo de Ramon Casas y Joan Ruiz. Se conservan elementos románicos y góticos. En 1992, los Deering (que poseen un museo en Miami) vendieron la propiedad a la catalana Sociedad Inmobiliaria Betren, S.A.



Durante la Guerra Civil, una dotación de la FAI pretendió quemar la iglesia y su espléndido retablo barroco, pero alguien les alertó de que el propietario era el norteamericano Charles Deering, mecenas de Ramón Casas y Santiago Rusiñol, además de fundador en 1910 del Museo Maricel, en Sitges. Con esto, la brigada anarquista desistió de su incendiario propósito.



El castillo se halla en la cuenca del Gaià, donde durante la reconquista se levantó una cuarentena de fortificaciones y castillos (el más antiguo el de Santa Coloma de Queralt, del siglo X). El de Tamarit tenía por función defender la costa de piratas berberiscos y otomanos. En el siglo XIV, sus propietarios elevaron la muralla que rodea la fortificación y la antigua villa. Además de la iglesia y su notable retablo, el castillo conserva una importante colección de muebles antiguos. La Sociedad Inmobiliaria Betren lo utiliza para conciertos y bodas.

Pasado el castillo, dirección a Tarragona hay una pequeña y deliciosa playa. Se inicia un tramo en el que se alternan pequeños acantilados de roquedos amarillentos con playas no demasiado masificadas aún, a estas alturas de julio.
Los diferentes perfiles del Castillo de Tamarit son todos notables, al tratarse de una construcción muy bien conservada.
Cala Jovera, dominada por la rotunda presencia del castillo de Tamarit.
En Tamarit destaca la presencia de varios campings bastante concurridos. Yo conocía de antes el de Torre de la Mora que se encuentra más adelante, en dirección a Tarragona.

Entre el castillo de Tamarit y la siguiente playa de la Punta de la Mora, se interrumpe el sendero de ronda que, al parecer, recorría el borde costero y he de volver sobre mis pasos para caminar un rato entre urbanizaciones

A partir de aquí no me es posible continuar y he de dar la vuelta.

Entre las rocas se ven las olas chocar contra ellas.

El contraste del azul del mar y el color blanquecino, amarillento y oscuro de las rocas hacen un contraste realmente bello, que hace de este tramo de costa un paraje muy atractivo.


Tras pasar las urbanizaciones, retomo nuevamente un camino de ronda que me permitirá seguir hasta Tarragona.