ROMANCE DEL CONFINADO
Desde que empezó el encierro
algunos han porfiado
para hundir a este gobierno
con mentiras a destajo
y una estrategia muy clara
tal como en el dos mil cuatro,
al perder las elecciones
tras el horrendo atentado.
Primero, sembrar la duda,
mostrándose muy indignados,
luego, enseguida, acusar
de haber sido descuidados,
dejando que se juntara
la gente el ocho de marzo,
mientras aquel que lo dice
se fundió en
cientos de abrazos,
sin que podamos saber
a cuantos pasó el contagio
de ese simple virus chino,
que
él, como buen macho hispano,
vence sin problema alguno,
viviendo para contarlo.
Como un martillo pilón
son Abascal y Casado,
compiten en ver quien da
golpes cada vez más bajos
y quien pone más querellas
en diferentes juzgados
para seguir con el juego
de tenernos emporcados,
a ver si sacan partido
de este fatídico estado,
en vez de arrimar el hombro
para, así, echar una mano.
Pero eso no está en la mente
de esos dos iluminados
que quieren seguir la estela
de los Trump y Bolsonaro,
que animan en sus países
a no estar tan confinados.
Es cosa de comunistas
seguir todos el dictado
que aconseja la razón
y no el ser bolivarianos,
el mantra que siempre usan
para hablar del adversario
los que vociferan mucho,
aunque sin argumentario.
No proponen soluciones
y gritan desaforados
que Sánchez es responsable,
además de un matasanos
que ha cargado a sus espaldas
docenas de asesinatos
y quiere a los españoles
en un gulag encerrados,
volver al racionamiento
como en los tiempos de Franco
con sus colas y cartillas.
A todos ha traicionado,
empezando por los muertos
a los cuales no se ha honrado
con el luto, las banderas
y funerales de Estado,
lo único que han propuesto
en todo lo que llevamos
desde que se dio la alarma
y en casa nos encerramos,
el tándem de intelectuales
del Abascal y Casado.
Aunque no tengan un plan
ni peor, ni mejorado
de éste que por toda España
se está llevando a cabo,
su deseo es acabar
como sea, a trabucazos
con esos indeseables
que, por fin, se han coaligado
y hace apenas cien días
que llevaban gobernando,
tiempo, al parecer, de sobra
para intentar derribarlo,
pues su legitimidad
nunca la han aceptado.
Solo respetan las urnas
y resultan de su agrado
siempre que les favorecen
con muy buenos resultados.
¡Que se preparen las hordas!
Abascal monta a caballo
y a su lado el Santo Job,
es decir, Pablo Casado,
volverán a batallar
en el Congreso y juzgados
para alcanzar el poder
que les han arrebatado
esos socio-comunistas
a quien solo cabe ¡echarlos¡
porque hagan lo que hagan
son igual que endemoniados
diablos con patas y rabo
y bolcheviques taimados
que nos han sumido a todos
en un descomunal caos.
Para pararlos ya tienen
un efectivo tinglado,
de nuevas asociaciones
con decenas de afectados,
que serán los que presenten
denuncias en los juzgados
para sacar gran partido
a unos cuantos contagiados.
Es lo mismo que ya hicieron
tras el año dos mil cuatro,
cuando sin ningún pudor
el dolor politizaron,
como aves de carroña
los muertos utilizaron
para esconder sus miserias
y engañar a los incautos.
Ahora, en medio del encierro
parece que valoramos
a quienes nos proporcionan
lo que más necesitamos,
alimentos, carne y fruta
de cualquier supermercado,
dependientas, dependientes,
a los que les ha tocado
estar al pie del cañón
para todos trabajando.
Pero, para que nos llegue
todo lo que es necesario
se necesitan, primero,
muchos miles de operarios,
cortando en los mataderos
y trabajando en el campo,
cogiendo fruta y verdura,
hacen falta muchas manos.
Hace mucho tiempo ya
que quien hace ese trabajo
son casi solo inmigrantes
de América y africanos,
asiáticos y rumanos…
a los que Abascal desea
que sean pronto expulsados
porque comen nuestro pan
y nos dejan sin trabajo,
cuando la pura verdad
es bien todo lo contrario
y si no fuera por ellos
que trabajan a destajo
por sueldos bien miserables
y con un trato inhumano,
íbamos a comer todos
la puntita de un carajo.