El olmo de la imagen, La Olma, era un ejemplar de dicho árbol que, como tantos otros, murió por la enfermedad de la grafiosis. Los que la conocimos y disfrutamos, los que estuvimos albergados bajo su sombra, llegamos a amarlo como a un personaje más de un lugar diminuto, llamado Riocavado de la Sierra.
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martes, 12 de mayo de 2015
ESPIELLO
ESPIELLO
Ya ha acabado la treceava edición de Espiello y el festival sigue siendo un mosaico de vivencias enriquecedoras, que nos abren puertas a un mundo real a la par que imaginado por el objetivo de creadores que buscan reflejar la esencia de los sueños que persiguen. Nos asomamos al latido de lugares lejanos, habitados por gente cuya vida persigue metas semejantes a las de cualquiera de nosotros, encontrar la felicidad, el amor, la paz y el bienestar, pero en contextos muy diferentes, a veces extremos, a veces tan parecidos a los nuestros que los reconocemos y nos identificamos enseguida con ellos. Los documentales resultan una manera barata y gratificante de viajar, contemplar paisajes y conocer gente única, que acaba por formar parte de nuestro recuerdo. Esa niña siberiana que ayuda a su familia como si fuera adulta a sus tres años. Los adolescentes que sueñan con otra vida en mitad de basureros que constituyen su medio de vida. Mujeres viudas de la India que solo desean seguir viviendo con el afecto de los suyos, sin convertirse en apestadas o mendigas. Los mineros que mientras más hondo excavan para buscar una fortuna inalcanzable bajo tierra más desean una vida bajo el sol que se les niega. Tantos retazos de vidas han pasado por Espiello que es imposible recordarlos todos. Sí recordamos la inmensa humanidad de Marien Hassan y su extraordinaria voz, la presencia de Saura, de Patino, de Pilar Sampietro, de Juan Diego, maestros en su arte y que nos han visitado para dejar el halo de su presencia y el eco de sus palabras.
Es una maravilla oír cómo se emocionan algunos de los premiados, con la humildad de quien regala su trabajo al azar y es recompensado con una pizca de reconocimiento a su esfuerzo. Que no sea en vano da ganas de seguir trabajando.
También es estupendo saber que Espiello se valora en lugares lejanos y que tiene un prestigio que ni siquiera intuimos. Oírlo en boca de algunos directores deja un sabor dulce, imagino, a quienes año a año trabajan para que siga girando la rueda de la creatividad y el deseo de expresarse, de comunicarse a través de las imágenes.
Espiello se ha hecho adolescente y como tal está lleno de vitalidad. El apoyo del público es importante, aunque se echa a faltar una mayor presencia de jóvenes del Sobrarbe. Quizá deberíamos desde todos los ámbitos educativos, incluidas las bibliotecas promocionar un evento cultural tan importante para que pueda tener un relevo en el futuro.
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