Entradas populares

lunes, 19 de agosto de 2013

Las playas de la Fonollera y Pals

Las islas Medas

El río Ter a su paso por Torroella de Montgrí


Como había elegido de destino Begur, para aquel día, debía andar en diagonal para salir al puente que me permitiría salvar el río Ter, sin verme obligado a cruzarlo a nado. Así que estaba obligado a salir a Torroella de Montgrí, a través de una urbanización denominada “Las Dunas”. No sé si equivoqué el camino, pero tuve que ir un buen rato por una carretera muy transitada, andando por el arcén hasta Torroella de Montgrí. Unos ingleses que iban en un descapotable, me preguntaron por el Carrefour. Les dije, naturalmente, que no tenía ni idea de dónde estaba. Una vez en Torroella, me paré a comer un bocadillo en el último bar antes del puente. Luego seguí por la margen derecha del río Ter hasta la desembocadura. Allí comenzaba una playa muy larga que concluía en Pals.
L´ Estartit y las Islas Medas desde el camino a Torroella de Montgrí


La estepa en el camino hacia Torroella de Montgrí


En casi cuatro horas, tan solo me crucé con un coche de bomberos, una pareja de guiris y un todo terreno de protección de incendios, que me preguntó si era mío un coche que estaba aparcado por allí. Yo le contesté si le parecía que yo tenía pinta de ir con coche, cargado como iba y con el palo de caminar en ristre.


La bahía de Cala Montgó desde la senda


Allí compro agua, una botella de aquarius de limón y un par de plátanos. Los plátanos y el Aquarius me los arreo a la sombra, en un banco, junto a una octogenaria francesa de pocas palabras, pero que me cuanta como ella también había hecho montaña cuando era joven. El beberme el aquarius frío y entero de seguido, me deja una sensación de frío interior que me dura un buen rato. Debió ser también el rato que estuve a la sombra y el aire que soplaba constantemente.
Una vez reiniciada la marcha y después de largo rato bordeando el mar, el sendero se prolonga hacia el interior, a través primero de un pinar y luego de una estepa arbolada que se hace interminable.
La playa de Cala Montgó, desde la torre circular


El agua para beber se me ha acabado y les he preguntado a unos currantes que estaban arreglando una casa si tenían un botijo a mano.
“Hay tienes la manguera”, me ha dicho el mayor de los dos trabajadores. He subido hasta la torre circular para bajar luego por caminos sinuosos, cuyo trazado está interrumpido y marcado por la presencia de las urbanizaciones privadas, que se prolongan hasta la playa, muy concurrida cuando llego.