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martes, 13 de agosto de 2013


La salida de Cadaqués a poco de amanecer, es un paseo agradable. Solo se ven rezagados de la noche que me miran y se extrañan de verme a esas horas con la mochila al hombro. Es un contraste grande respecto a las tardes, en las que una gran masa de turistas se pasea incesantemente por el paseo marítimo y las callejuelas en torno a la iglesia. En algunas de ellas, las buganvillas que se ven son auténticos árboles. En la iglesia hoy hay entierro y en su puerta se mezclan los turistas con los deudos y familiares del difunto. Se ven muchos gatos sestear en los bancos de la plazoleta. En la parte interior de una ventana veo dos gatos pequeños y fuera hay una caja en la que cuelga un cartel que dice “Donativo para los gatos de Cadaqués”. Tal vez, pienso, llegó a ser en su momento una especie en peligro de extinción por estos lares. Al salir de Cadaqués veo a una mujer que le lleva pan a las gaviotas. Aquí son de las grandes y están todo el día alborotando, en espera de su ración de pescado (En Rosas no atisbaré a ver ninguna).

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