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martes, 8 de enero de 2013


PAÍS DE PANDERETA
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
Ya solo estos tres versos serían suficientes para admitir que lo del paso del tiempo es relativo, con personajes como los devotos Wert, Gallardón  y Jorge Fernández Díaz, que unen su afición a la fiesta nacional a una religiosidad militante que nos quieren endosar a todos los ciudadanos, como supositorios que han de suministrarnos a la fuerza o por huevos, expresión ésta muy castiza también y complementaria de  los versos machadianos
Por más que quiera convertir las zambombas, panderetas y nacimientos en un escrito desprovisto de acritud, y cargado de buen talante, me resulta imposible. A pesar, incluso, de que he permanecido casi todas las navidades sin mirar un periódico, de no ser para ver si nos había caído algo en la lotería de Navidad, y de que tampoco he entrado en internet para seguir el día a día del mundo y del país. He de decir que tengo motivos para estar moderadamente contento por el hecho de que seres queridos muy cercanos estén superando momentos difíciles de salud. Seguirán durante el tiempo que sea regalándonos su presencia, lo que es sin duda motivo de alegría.
Pero con todo, vuelven a mí sin querer los versos de Machado, cuando antes incluso de poner en marcha el ordenador, me llegan los ecos de una actualidad más casposa y absurda, si cabe, de lo que ya era en el año difunto. Es de agradecer que estas navidades no hayamos despertado ningún día con la triste noticia de un tsunami, un terremoto o cualquier catástrofe de esas que sobrevienen en fechas como estas, pero es aterrador o vomitivo (que cada uno elija el adjetivo) que a un recién imputado por haber participado conscientemente en la quiebra de un banco, perjudicando a miles de personas, se le nombre como consejero de una entidad, Telefónica, a la que el mismo señor Rato contribuyó a privatizar, poniendo en manos de amigos, que ahora, agradecidos y sumisos le devuelven el favor, días después en que el tal Rato intentaba inculpar a cualquiera que no fuera él mismo, haciendo creer a todos que él, en todo caso, era una víctima. Su trayectoria familiar y personal desmienten tal posibilidad, pero la realidad de esta España panderetera sigue poniendo en lo más alto a los más infames y abyectos personajes que nunca supieron qué era tener escrúpulos, ni usaron la política para algo más que no fuera lucro y satisfacción del ansia de poder. Deben ser muchos los servicios prestados y muy fuertes los lazos de intereses tejidos entre el señor Rato y otros personajes que hoy manejan el cotarro empresarial de este país.
En medio de tanto recorte y tanto ajuste, el comienzo de año nos trae subidas en el transporte. En Zaragoza el billete de autobús pasó de un euro veinticinco a un euro treinta y cinco el mismo día uno de enero. La luz no se sabe exactamente lo que nos sube. Y hasta el pan, ese producto nuestro y necesario, de cada día, ha vuelto a subir, mientras nuestras nóminas siguen menguando a voluntad de estos gestores que deben celebrar con champán cada nuevo recorte, cada nueva chapuza con la que nos hunden un poco más cada día. Eso por no hablar de ciertos impuestos municipales como el IBI que casi se dobló el año pasado, o el canon de depuración, por el que seguiremos pagando algo que no disfrutamos, ni siquiera tenemos.
Habrá que celebrar en medio de esta situación que además de a Rato, también le vaya extraordinariamente bien a la empresa Fazmatella, esa que viene a unir los términos Familia, Aznar y Botella. Dicha familia defiende con empeño los recortes, mientras vive el mejor año de su existencia en cuanto a ganancias se refiere. A la sociedad familiar que forman se les calcula unas ganancias acumuladas de más de un millón de euros en los últimos cuatro años. También tienen inversiones por más de millón y medio de euros, gran parte de ellas a plazo fijo y en dólares. A ello se añade el cobro de los derechos de autor por sus memorias, en las que se puede tomar como referencia los 800000 euros que le han pagado al socialista Bono por las suyas la misma editorial, Planeta. Aznar se mantiene como presidente de honor del PP, presidente de FAES, la fundación política más subvencionada. Casualmente su hermano, Manuel Aznar forma parte, como consejero del Tribunal de Cuentas, órgano que fiscaliza las cuentas públicas, incluidas las de los partidos y sus fundaciones. Además de esto, sin renunciar  a sus 80000 euros de pensión como  expresidente, ejerce como asesor de ENDESA a más de doscientos mil euros anuales, cobra otro tanto de News Corp, la empresa de Ruper Murdoch, que por cierto le ha aumentado el sueldo un 7,5% este mismo año y se ha convertido hace poco en asesor de Barrick Gold, una empresa canadiense dedicada a la extracción de oro, que destaca entre otras cosas por ocupar uno de los puestos más bajos en comportamiento ético, entre las grandes empresas. La señora Ana Botella, sin haber sido elegida alcaldesa ocupa, en su puesto como primera edil de la capital de España, lo más alto del ranking en sueldos de políticos en este país.
A esto hay que añadir al emprendedor José María Aznar Botella, hijo de ambos, quien después de una concienzuda preparación en Londres y Nueva York, tiene su propia empresa, Poniente Capital, asociada a Cerberus, uno de los llamados Fondo Buitre que se dedica a sacar partido de la crisis, adquiriendo empresas en quiebra a precio de saldo. Esa empresa al parecer está interesada en las gangas inmobiliarias de nuestro país, que como sabemos, abundan por doquier. Por si acaso, también, este nuevo emprendedor está interesado en el sector del juego, ahora que se revaloriza con la expectativa de Eurovegas, Barcelona World y la desregularización del sector para atraer inversiones.
Qué alivio ver que al menos a alguien le va tan bien en medio de esta debacle y se permite además dar lecciones de moral, cuando son en realidad lo más parecido a aves carroñeras más allá del bien y del mal, inmunes a jueces, tribunales, elecciones, protestas ciudadanas…
Hace mucho tiempo que lo ético y lo legal no coinciden. Las leyes o no existen o son susceptibles de estirarse como los chicles. No hay nada que el dinero no pueda arreglar y en un país de pandereta como éste sale muy barato robar a espuertas, cuando luego, además, acaban haciéndote una estatua o mejor aún consejero de alguna gran empresa, de energía a ser posible.
Concluye así el poema de Machado:
Mas otra España nace…
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
¿Llegaremos a verlo o seguiremos por siempre oyendo panderetas?

ZAMBOMBAS LEJANAS
Llega la navidad y con ella un paréntesis en la tierra de nadie, teniendo como fondo los villancicos de siempre, sin nieve y sin ese frío zaragozano que se traduce en niebla o un fiero cierzo que invitan a abrigarse. Tanta gente en la calle como siempre, un río de ella en la calle Alfonso, donde toca el violín la misma artista, un poco más mayor. Los mendigos ocupan siempre el mismo sitio. A la salida del Rincón de Independencia y siempre de rodillas, con el rostro vuelto hacia el suelo y acompañado de su pequeño perro, que adopta la misma actitud de casi humillación, permanece un mendigo, igual que una estatua silenciosa, mientras a su alrededor transitan los viandantes que entran al Corte Inglés o salen, dejando tras de sí un olor de palomitas, chuches y bollos industriales que engullirán viendo el Hobbit o cualquier otro estreno de los que se exhiben en los grandes carteles de los cines Palafox. Si no sacamos la entrada con al menos una hora de antelación, la cola de gente que espera, a media hora de comenzar la película, es la misma de siempre en los días navideños. Eso, a pesar de que el cine también se ha convertido en un caro objeto de consumo, al que somos cada vez más los que acudimos sólo en ocasiones contadas. Los bares del centro también parecen vivir la bonanza de siempre, lo que quizá no ocurre con los quioscos, ni con las pocas castañeras que resisten en este tiempo cambiante y caprichoso. ¿Quién quiere castañas muy calientes a casi quince grados de temperatura ambiente?
En la ribera del Ebro se ven más cormoranes que gaviotas. Permanecen en pequeñas bandadas, ocupando los islotes entre el pozo de San Lázaro y el Puente de Hierro. Alguno se encarama a las ramas de los álamos que conservan algunas hojas que el invierno no se ha llevado aún. De los bajos del Náutico van surgiendo sombras oscuras y ateridas de vagabundos jóvenes que se desperezan. Salen como de una madriguera, sin puertas ni ventanas, abierta de par en par a la humedad del río. Parecen zombis buscando lentamente el sol que les devuelva un poco de calor, mientras las brigadas del ayuntamiento se disponen a limpiar las zonas asfaltadas de ribera.
El oscuro  perfil del Pilar se recorta sobre un cielo del que se adueña el sol.            Viste de plata el agua, ilumina las piedras del puente, dibuja a contraluz el menudo y negro  perfil de los patos que pueblan las orillas y convierte en deformes pájaros ahorcados los frutos invernales de las acacias desnudas.
Ese mismo sol frío alumbra y se refleja en los bloques de pisos, más gélidos aún, de la otra orilla, pintando pequeñas lenguas de fuego sobre el cemento hostil de la mañana urbana.
Qué lejos de la música de zambomba y pandereta cuando después camino al hospital atravesando una ciudad que ya se mueve inmersa en una navidad tan pasajera como todas lo son, aunque tal vez un poco más cargada de cierta incertidumbre.